Ocupado como ha estado con sus películas de animación (las dos entregas de ‘Black is Beltza’), no le veíamos de gira desde 2018. ¿Qué ha pasado con el músico Fermín Muguruza?
En 2017 hicimos el disco con The Suicide of Western Culture y al año siguiente cinco conciertos, y listo. En realidad, mi última gira data de 2013. Pero cuando estaba pensando en hacer un concierto, murió Íñigo (Muguruza, su hermano), y luego vino la pandemia. He estado tratando de convencerme de hacer al menos un concierto para celebrar que llevo 40 años en este mundo del espectáculo. Lo siguiente fue agotar en un minuto las 8.000 entradas para el concierto de Bilbao, y fijar segunda fecha y lo mismo. Allí ya me propuse el objetivo de que la gente supiera que en el 2025 saldría de gira.
En los últimos meses se ha popularizado la canción ‘Sarri, Sarri’, de Kortatu (que en 1985 evocaba a ritmo de alegre ska la fuga de la prisión de Martutene de Iñaki Pikabea y Joseba Sarrionandia, condenados por pertenencia a ETA). nuevo tema.
Es una canción de hace 40 años que ahora se utiliza con fines políticos. A principios de 2024 sufrí una serie de ataques locos: por un mural que me hicieron en Bellreguard, en el País Valenciano, el director y cinco personas fueron denunciados por enaltecimiento del terrorismo. Salió un fallo favorable. Acto seguido, la actriz Itziar Ituño, que había sufrido un linchamiento mediático por manifestarse a favor de los presos políticos, recibe un premio en Mollerussa y empieza a cantar ‘Sarri, Sarri’. Imagínense hasta dónde llega la locura de esta gente, que ‘La Voz de Galicia’ publica que Ituño canta «el himno de ETA». ¿Himno de ETA? Luego salen los del Athletic a cantarlo con la gente, y sufren las iras de la ultraderecha. Estoy siendo condenado de nuevo, tratado como si tuviera peste y nadie puede rendirme homenaje ni cantar conmigo. Hoy, 40 años después, los dos presos que se fugaron están en la calle, libres, y esta canción no tiene ningún tipo de denuncia legal.
La cantó en noviembre en la prisión de Martutane, en el 39º aniversario de la fuga. El Gobierno Vasco ha anunciado que pondrá límites a los repertorios de conciertos en las cárceles.
Es una canción que suena en todos los pueblos. La derecha, aliada de la ultraderecha, tiene buena idea de cómo atacar y poner nerviosa a determinadas personas para que reaccionen de forma similar a lo que defienden, y lo han conseguido con el Gobierno vasco.
Esta gira te llevará a varios países europeos, América Latina y Japón. En España comenzó en La Laguna (Tenerife) y continúa con Barcelona, Madrid, Santiago y Mérida, además de San Sebastián y Pamplona. ¿Ha sufrido vetos en otras ciudades?
En el País Valenciano no puedo actuar en lugares municipales, y en lugares privados serían más pequeños y no ha sucedido. Porque la gente tiene miedo de organizar un concierto mío, saben que sufrirán persecución, presión, y prefieren no arriesgarse. Ha sucedido allí y en Andalucía. Hemos cerrado el concierto en Extremadura y estoy feliz. En Santiago actuaré porque está el BNG. Es una constante en mi vida, pero al mismo tiempo me da fuerza. En este país todavía hay alguien que está preso por cantar: Pablo Hasél.
¿Cómo recuerdas tus inicios en la música, en ese cruce de influencias tan diversas, el punk con miradas a Jamaica de The Clash, los cantautores vascos y el folklore?
De pequeño escuchaba clandestinamente a Mikel Laboa y a cantautores en euskera. Aprendí a tocar el acordeón, luego descubrí discos de punk en las tiendas de Hendaya y Bayona, y la canción ‘Punky reggae party’ de Bob Marley. Los jamaicanos en Londres, como Linton Kwesi Johnson, tenían una actitud diferente, nada que ver con el ‘rastafarianismo’, sino con la lucha de clases, y eso es lo que nos motivó. El ska de Specials y Selecter y The Beat: esa conexión de blancos y negros sobre un escenario. La revolución provocada por el sello 2 Tone y el movimiento del rock contra el fascismo. Y el gran descubrimiento fue ver The Clash en 1981, presentando ‘Sandinista!’ Dos meses después de un intento de golpe de Estado, fue un gran shock.
El 10 de mayo de 1986, Kortatu actuó en un festival histórico, ‘Nicaragua Rock’, en el Palau d’Esports, con La Polla Records, Cicatriz, L’Odi Social, Últimos de Cuba y Electroputos. ¿Cuál es su visión actual sobre la revolución sandinista y la evolución del entonces guerrillero, ahora presidente, Daniel Ortega?
Hay momentos en que la Historia cambia, y luego el resultado de ese cambio puede ser de una forma u otra, pero tenemos que defender esos cambios. La revolución mexicana de 1910, la revolución soviética de 1917… La revolución sandinista de 1979 nos cambió, a los 16 años, el año del ‘London Calling’, por The Clash. Fue una de las revoluciones más entrañables que pudo haber. Es algo que tenemos que reclamar. El imperialismo estadounidense se aprovechó de esto, armó a los Contras y luego el pueblo simplemente votó por no continuar la guerra.
«El fascismo se discute barrio por barrio. Sacando a relucir conceptos como ‘fachapobres’ sólo conseguirás rechazo»
En su última actuación en Barcelona, en Salamandra, L’Hospitalet (2018), habló de los «cinturones rojos» de las ciudades. No está muy claro que sigan siéndolo, viendo los traslados de votos hacia la derecha y la extrema derecha. ¿Hace la izquierda suficiente autocrítica por la pérdida de aquellos votantes que creía que era natural?
Existe esta idea de que el fascismo no se discute, se combate, pero eso si estamos en la Segunda Guerra Mundial. Ahora del fascismo se habla barrio por barrio, porque nuestra herramienta es la convicción. Tiene que haber una revisión radical. Al sacar a relucir conceptos como ‘facha-pobre’ sólo conseguirás rechazo. Sí, falta autocrítica y se ha pecado de orgullo y superioridad moral, de sentirse por encima de eso.
¿Será esta vuestra última gira?
Evito decir que esta es mi gira de despedida, no me gusta, porque es probable que haga más conciertos y siga componiendo música. Pero de espacios grandes sí lo es, y de despedida del repertorio también, porque se van a tocar temas que no creo volver a cantar.