ábalos se ofrece, finge, retrocede y se ofrece nuevamente para su declaración en el Tribunal Supremo. Parece que nadie quiere irse sin saber qué se van a ir los demás, para no parecer un estafador o un soplón, pero el Tribunal Supremo no ha permitido que Ábalos se haga el picaporte americano con mostaza en la corbata. Esta ya es una serie policial estándar, con el falso espejo tembloroso y los detectives sentados en la silla de la sala de interrogatorios, siempre como una sala de asilo, haciendo lo mismo. policía bueno, policía maloque también se llama técnica de Mutt y Jeff en honor a una antigua tira cómica de antes de la Gran Guerra. Ábalos, con sudor en los labios, como ante el jesi o el cerdito, no es que tenga dudas, sólo está haciendo cálculos. Lo que pasa es que tiene la mano del muerto, ¿sabes? Seguro que la vida, que es un mal guionista, le está repitiendo ahora, como el policía sin chaqueta, que se va a comer de todo porque sus compañeros están cantando. Es maravilloso cómo el caso Ábalos, o el caso Sánchezte regala la mala novela ya escrita.
Ábalos quería tiempo porque aldama Está sujetando el material, que va a soltar con una cuerda lenta, suelta y mortal como un árbol de verdugo con margaritas de semen en el suelo. Si realmente no tiene nada, Aldama volverá a la cárcel a olfatear axilas y llenar formularios para pandilleros. Entonces el nexo corruptor, que camina por los medios con sintaxis de seguridad, como un novio de rociitoy poniendo las negaciones de Pedro En La Última Cena, como un predicador estafador, tendrás que cuidar mucho el equilibrio entre suspenso y desliz. Lo del suspenso, y lo de la gira mediática, se debe sin duda a que siempre está negociando un delincuente, aunque parezca que ya ha elegido bando, coche y rubia. Siempre puede haber un trato mejor que el del fiscal, por ejemplo, desaparecer en seco, normalmente con alas doradas. El propio Aldama o su portavoz, que parece el abogado de un vampiro, siguen lanzando cebos, como aquellas imágenes en la planta principal de Ferraz en la victoria de 2019. Y esto no es para el fiscal, sino para el que tiene la flor en el ojal, siempre hay uno con una flor en el ojal y él es el que manda.
Ábalos, un rato en la sala de interrogatorios con Mutt, Jeff y el café precarcelario de las comisarías, creo que pensó que todavía podía defenderse testificando voluntariamente. Pero luego se dio cuenta de que no se trataba de si podía defenderse, sino de hasta dónde podía defenderse, es decir, defenderse de lo que podría venir después, de lo que otros podrían cortar. Incluso de lo que puedes declarar. Koldoque sólo se menciona para nombrar el caso. Koldo está como si ya estuviera muerto desde aquella escena de merienda con plástico chino y botellas culonas de Coca-Cola, donde quizás unas ferias lo llevaron para sacarle las tripas, como les decían a los niños para asustarlos. Pero Koldo fue conductor, paquetero, confesor y músculo en la trama, y además contará con un abogado vampiro o gorila que ya le habrá explicado qué es lo mejor para su supervivencia.
No es que tengas que decidir entre ser soplón o soplón, no es que quieran hablar o no hablar, no es que piensen cantar o resistirse, es que ahora están todos ciegos, cada uno en una sala de interrogatorios. como la fría habitación de un sacerdote. , adivinando o temiendo lo que otros podrían decirles a esos policías de perchero, esos policías de películas de televisión. Y pensando, insisto, que el milagro de los mafiosos con manzanas en el bolsillo siempre es posible, y en cualquier momento puedes pasar de la cárcel al Caribe. O, al menos, vale la pena aguantar al trullo, con sus pedos como cucarachas y sus cucarachas como escarabajos egipcios, porque entonces te espera el tesoro de los piratas cojos o de los fieles mudos, como aquel compañero de Burton Lancaster, Nick Cravatque no era mudo pero dicen que tenía un acento de Brooklyn tan marcado que no podía hablar en películas de época sin quedar en ridículo. Por supuesto, por las películas y la naturaleza humana sabemos que siempre hay un eslabón débil, un perdedor. Y, como en el póquer, si no sabes quién es el perdedor en la mesa, eres tú. Por eso nadie quiere quedarse solo ni con el policía bueno ni con el policía malo.
Aldama puede volver al trullo si no tiene nada, y puede olvidarse de todo si tiene un aliciente o un accidente, pero, mientras tanto, está poniendo miedo o prisa a Ábalos o Sánchez.
Aldama va descartando muy lentamente sus triunfos o sus cartas pequeñas, aún no ha soltado grandes copónes ni bombas pero va a la cabeza y es quizás el único que ha cogido su sombrero y se ha puesto guapo para ganar o morir, mientras los demás Todavía están pensando en ello frente al abogado grasiento o al policía mariscal de campo. Aldama puede volver al trullo si no tiene nada, y puede olvidarse de todo si tiene un aliciente o un accidente, pero, mientras tanto, está poniendo miedo o prisa a Ábalos o Sánchez. Ábalos, por su parte, juega con lo que tiene, pero también juega, no se trata sólo de Aldama goteando por los medios como un apuñalado o un mendigo.
Ábalos podría declarar tras la petición, ya con toda su pompa y su inevitabilidad de supremamente imputada, que parece un máster. Si quiso hacerlo antes, luego se arrepintió y luego quiso volver a hacerlo, yo diría que no podrá defenderse demasiado ni acusar demasiado. Pero tal vez sea simplemente que otros también empiezan a temer, a dudar y a mirarse en el espejo falso, bajo una luz fluorescente tartamudeante, por si parecen cadáveres o perdedores. Incluso el que tiene la flor en el ojal y la manzana en el abrigo está empezando a verse diferente debido a su palacio con azulejos de espejo. Según el periodista Ketty Garatque no usa la bola de cristal pero sí las fuentes y la paciencia, son cuatro bombas y cualquiera de ellas o una detrás de otra hará caer a Sánchez. Y conocemos el juego, y por las películas y por la naturaleza humana sabemos que nunca fue un juego del Día de los Inocentes.