«Acabo de ver a una mujer subsahariana limpiando con una escoba el lugar donde duerme. Se mueve.» Así es como un residente del barrio de Abastos de Valencia la situación que viene presenciando desde hace tiempo. Cómo, poco a poco, va aumentando el número de personas que pernoctan en la calle junto a las instalaciones del instituto y de la comisaría de la Policía Nacional. No es algo nuevo. Personas sin hogar que se han establecido tu punto de referencia en este complejo Llevan muchos años sobreviviendo en calles que, en demasiadas ocasiones, muestran su lado más violento contra quienes luchar para resistir a circunstancias verdaderamente adversas.
«Me despertó un destello de llama, he perdido lo poco que tenía»
Precisamente uno Falsa sensación de seguridad Esto es lo que ofrecen las instalaciones del antiguo mercado. Suministros. A plena luz del día, coincidiendo con la hora del parque de los más pequeños, se pueden contar en el lugar alrededor de una decena de hombres y mujeres. Están ellos recostados en colchones o sentados sobre cartones, charlando entre ellos mientras cuidan sus pertenencias y el pequeño local que les sirve de ancla al mundo.
El voladizos y pasajes que recorren la estructura y entorno del antiguo mercado ofrecen un pequeño refugio ante las inclemencias del tiempo y algo de privacidad en una vida expuesta a los ojos de los demás.
Una convivencia «difícil» con los vecinos
«Nunca he tenido la sensación de peligro o inseguridad. «Y no he presenciado ni vivido ningún enfrentamiento, pero sí es cierto que en los últimos meses se complican los malos olores y las peleas entre ellos», explica Laura, una vecina que vive en el barrio desde hace cuatro años.
Tanto ella como otros vecinos de la zona que utilizan el patio de juegos situadas dentro del complejo en la parte de la calle Alberic explican que, aunque estas personas sin hogar Se esfuerzan por mantener limpia la zona. (ver a la mujer que barrió el pedacito de calle), muchos utilizan los alrededores como urinarios improvisados haciendo que los olores sean casi insoportables. También hay quienes padecen evidentes problemas de alcoholismo, por lo que los restos de botellas vacías también forman parte del paisaje.
«Es una situación muy complicado de abordar pero los servicios sociales o alguna institución deberían darle una solución a las personas que viven esta precariedad», razona el vecino de Abastos quien, además, se sorprende por el alto número de personas que ya forman parte de esta campamento improvisado «Ha estado sucediendo durante años pero nunca lo había visto». tan evolucionado«.
No es de extrañar en una ciudad donde, según los últimos datos registrados por el Ayuntamiento de Valencia, una total de 837 personasde los cuales 366 están en albergues o pisos tutelados y 471 en situación de calle. El III Censo Nocturno de Personas Sin Hogar arrojó que desde 2021, 83 personas más tuvieron que sobrevivir en las calles de la ciudad.