Una tarde de junio de 1973, el director del Diario Sur se reunió en su oficina con Amparo Muñoz, entonces una hermosa adolescente que trabajaba como secretaria en una oficina. Ella le preguntó si no había pensado en ser señorita y le dijo que él era uno de los patrocinadores del certamen. Pese a sus reticencias iniciales, la malagueña aceptó presentarse al concurso Miss Costa del Sol, con la esperanza de poder ingresar al mundo de la actuación. Para sorpresa de algunos, no sólo ganó ese certamen, sino que también acabó ganando Miss España. «Me inundaron de pretendientes», dijo años después. «La mayoría eran ricas, incluso con un Mercedes y un chófer en la puerta. Otros enviaban cartas con propuestas. A su edad, hermosa, segura, Era la ambición de cualquier chico con dinero.. Sí, sin darme cuenta comencé a ser considerado un objeto.»
Esa mujer que dejó el Arroyo de los Ángeles para cautivar al mundo con su belleza Fue coronada Miss Universo en un evento realizado en Manila (Filipinas) en 1974. Pero a los 20 años, después de seis meses de reinado, decidió rebelarse contra la organización, que la mantuvo sometida a un control absoluto, obligándola a vivir en Nueva York y no permitiéndole ver a su familia. De hecho, Amparo se convirtió en la primera miss en renunciar públicamente al ansiado título. «Desde el momento en que llegó a Manila, Amparo se dio cuenta de que, detrás de toda la parafernalia, había la intención de utilizar al ganador del concursoque se había organizado como un gran lavado de cara del régimen filipino», explicó el periodista Miguel Fernández, que escribió las memorias de la actriz y modelo en ‘La vida es el precio’, publicada en 2005.
En el momento de su dimisión, según recoge el reciente documental de TVE ‘Amparo Muñoz, la mujer que dijo no’, la malagueña ya era uno de los personajes más populares del país. Logró deslumbrar con su desparpajo y naturalidad. que habitualmente exhibía al presentarse, y había rodado películas como ‘Clara es el precio’ (1975), de Vicente Aranda, donde coincidió con Máximo Valverdeeso Se convirtió en su primer novio a pesar de la oposición de su familia.. «No nos importaba nada», diría más tarde el actor. «Ella estaba convencida de que yo era el amor de su vida y yo sentía lo mismo. Sí, me enfrenté a su padre. Cuando me conocieron y vieron cómo era, me aceptaron. Creo que quedaron encantados conmigo. Incluso Me dio pena cuando un tiempo después rompimos nuestra relación, ella vino a mi casa en Sevilla, conoció a mis padres. Fue un noviazgo muy consolidado«.
relaciones fallidas
Luego de romper con Máximo, la actriz y modelo realizó varias películas del llamado destape y encontró consuelo en los brazos del combativo cantautor Patxi Andióncon quien rodó ‘La otra Alcoba’ (1976), de eloy de la iglesia. La pareja se casó en 1976, tras un par de meses de noviazgo, en una ceremonia celebrada en Navarra. Y aunque lo cierto es que su unión con el vasco duró sólo un año y medio, le dejó bastante huella.
«Me casé y fue como enterrarme vivo«, confesó después al respecto. «Quería que yo le hiciera la cama porque en casa no hacía absolutamente nada. Se había casado para eso, para no trabajar y estar en casa esperándolo. Un día, limpiando discos, vi una de sus portadas, la tiré al suelo y dije: ‘No estoy enamorada de mi marido’. Y si no, ¿qué hago aquí? Le dije: ‘Mira, lo siento mucho, pero he decidido que voy a hacer una película’. Entonces me dijo: ‘No me digas nada’. El mismo día que terminé la película confesé la verdad: ‘Se acabó, no puedo más’. «No le dije por qué, ni él me preguntó».
Después de eso, Amparo volvió al cine y siguió buscando una pareja que le diera la estabilidad que encontró en la figura de su padre, «un hombre en todos los sentidos, humano y cariñoso, con el que puedo sentirme protegida». » según la propia actriz. Su próximo socio, el productor. Elías Querejetale dio la oportunidad de trabajar en proyectos cinematográficos algo más serios, como la película de Carlos Saura ‘Los cien años de mamá’ (1979), aunque el amor apenas duró un par de años.
El pozo del que no pudo salir
“Con él descubrí la lectura, horas de conversación, descubrí muchas cosas. Elías siempre me ha querido y yo a él.«, admitió en una ocasión Amparo, quien luego -«por pura ignorancia y falta de información», según sus propias palabras- se enganchó a las drogas a raíz de su boda balinesa con un anticuario chileno llamado Flavio Labarca.
A partir de mediados de los años ochenta, la actriz inició un período de decadencia. Por un lado, se ganó la reputación de ser problemático tras abofetear y tirar del pelo a un productor que la demandó por ello, y, por otro, la prensa la agredió tras una supuesta detención por posesión de drogas, en un operativo policial denominado Primavera, que luego resultó no ser tal. En enero de 1990 incluso se publicó la falsa noticia de que padecía sida. Todo ello supuso el ostracismo profesional y la depresión de la actriz, que atravesó graves dificultades económicas y, tras mantener un breve romance con el cantante Antonio Flores, se casó en El Rincón de la Victoria con Víctor Rubio, un hombre de dudoso pasado. quien permaneció a su lado hasta 1994.
A mediados de los noventa, Pablo Naschy la vi en un programa de nostalgia de Canal Sur y decidió sacarla del olvido con un papel en la película ‘Lycanthrope: The Full Moon Killer’ (1996). Posteriormente llegarían otras ofertas para realizar películas, su primera obra de teatro y un ilusionante regreso a la capital española. Pero la alegría le duró poco a Amparo, quien Tras ser operada de una afección neurológica, optó por regresar a Málaga, con su familia. Allí vivió hasta febrero de 2011, dos meses después de que le diagnosticaran un tumor, cuando falleció a los 56 años.
Valiente hasta el final
«Amparo quería escribir ese libro de recuerdos para mostrar y hacer saber que no todo lo que le había sucedido en su vida había sido malo, siniestro y trágico, y que había sido una mujer muy feliz», comentó su biógrafo. «Amparo era una mujer tremendamente positiva. De lo contrario, con todas las circunstancias que afrontó, cualquiera habría tirado la toalla. «Ella, en cambio, fue persistente en la búsqueda de la dignidad profesional y de la dignidad de mujer».