Si en abril de 2023, un mes antes de aterrizar en la capital de Indra, una casa de encuestas había salido al Paseo de la Castellana de Madrid y se había acercado a banqueros de inversión, abogados de empresa, altos directivos, consultores o periodistas económicos cuando les preguntaron quiénes eran los hermanos Escribano, Seguramente una abrumadora mayoría de los encuestados no tendría la más mínima idea. Un año y medio después, pocos en la España financiera desconocen hoy quién es Ángel Escribano (Madrid, 1971) –ni tampoco su hermano Javier, con el que trabaja en un tándem corporativo–, que ha sido elegido presidente de Indra, en sustitución de Marc Murtra, que ha emprendido el camino al frente de Telefónica. La historia de Ángel y Javier Escribano es la historia de una eclosión, lenta y rápida a la vez, en la planta noble del Ibex 35.
Los orígenes hay que buscarlos en el año 1989, en un polígono industrial del municipio de Coslada, colindante con Madrid. Junto a su padre, un tornero en paro, Ángel, por entonces estudiante de formación profesional, y Javier montaron un pequeño taller en el que reparaban frenos de disco. La madre tenía una mercería. El gusto por emprender en esa familia está en el ADN.
Los propios hermanos –en una entrevista en CincoDías, cuando recibieron el premio al directivo más innovador en 2023– recordaron cómo, al principio, ellos mismos barrían cada día el taller y fabricaban todas las piezas. Poco a poco su negocio fue creciendo incorporando clientes de mayor renombre. Pero el gran giro estratégico llegó en 2010, cuando dieron un salto decisivo en innovación, al apostar por incorporar ingenieros y decidir industrializar todas las etapas de la cadena de valor en la fabricación de un producto.
Hoy, rebautizada como Escribano Mechanical&Engineering, es un fabricante líder español de componentes para la industria de defensa. Tienen una planta de 45.000 metros cuadrados en Alcalá de Henares, a pocos kilómetros del taller de Coslada donde empezó todo, y emplean a unos 1.300 trabajadores, entre estas instalaciones y las que también tienen en Huesca, Córdoba, Asturias, Cádiz y Valencia.
Hasta aquí una historia más o menos común de éxito empresarial. Pero no fue suficiente. Los hermanos Escribano pensaron en crecer más y comprar empresas del sector de defensa. Pero no era el momento más favorable, ya que el estallido de la guerra en Ucrania y las tensiones geopolíticas incrementaron el negocio de este tipo de empresas, cuyo precio se disparó. Tuvieron que conformarse con el 3% de Indra, que surgió en la primavera de 2023, en un momento de resaca por las tensiones que en 2021 provocaron la salida abrupta de buena parte del consejo de administración de la compañía.
Poco a poco han ido consolidando e incrementando esta participación, que alcanza el 14% desde diciembre, lo que le sitúa como el segundo mayor accionista tras la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI), que tiene el 25,15%. El hermano mayor, Ángel, presidente de Escribano, se hará cargo ahora de la empresa como presidente. Su papel es clave en la hoja de ruta diseñada para Indra, que pasa por dejar atrás la rama de la compañía centrada en la consultoría tecnológica y centrarse en el sector de defensa, con el objetivo de crear un campeón nacional a su altura. estás con el francés Thales, el alemán Rheinmetall o el italiano Leonardo. Las tareas por delante son completar el proceso para desinvertir en la tecnológica Minsait, comprar la compañía española de satélites Hispasat o impulsar el crecimiento en defensa.
Ángel y Javier comparten ecuménicamente el poder en la empresa familiar, una vez fallecido su padre. Actualmente, el hermano mayor es presidente y el hermano menor es director ejecutivo. Los dos también forman el consejo de Indra, en el que sólo está el más joven desde mayo del año pasado. De origen humilde, sí, pero también con mucha ambición de codearse con el Ibex 35.