Así fueron los disturbios cuando se marcharon los futbolistas del Real Zaragoza

La salida de varios futbolistas y empleados del Real Zaragoza de La Romareda tras el partido contra el Huesca supuso uno de los episodios más lamentables y tristes de los últimos tiempos. Toda la tensión mal gestionada por el club ante la crisis vivida con Fran Escribá estalló por los aires e incluso adquirió tintes peligrosos tras el paso de los jugadores por las duchas. Algunos de ellos sufrieron verdaderos acosos y amenazas por parte de una minoría ultra y radical. En este sentido, el dispositivo policial y de seguridad privada a cargo del Real Zaragoza presentó graves fisuras.
Los ánimos estaban calientes desde el final del partido.. Más de mil aficionados se dieron cita en el habitual perímetro habilitado en la zona de vestuarios de La Romareda. Mucha afición esperaba la salida de los jugadores de ambos equipos, casi todos los zaragozanos dolidos y exaltados por el resultado, pero también ofendidos por la continuidad de Escribá, un tema que arrasó durante toda la semana, no una semana cualquiera, sino una con el Huesca. en el epicentro. La derrota ante el rival regional acabó por poner el caldero de la indignación a dos mil grados. Salieron varios jugadores del Huesca y sobre las 21.15 horas aparecieron Jorge Pulido y Álvaro Fernández. Ambos futbolistas oscenses, en actitud claramente provocadora y desafiante, como habían mantenido durante todo el encuentro, se acercaron a la valla para saludar a conocidos oscenses. La policía ya tuvo que contener a varios aficionados del Zaragoza que se sintieron allí provocados. Los socios del Huesca vieron la situación y pidieron a los dos jugadores que por favor volvieran rápidamente al autobús. Sobre las 21.45 horas, la expedición oscense, escoltada por furgonetas de la Policía Nacional, abandonó las afueras de La Romareda.
Mientras tanto, la multitud de aficionados -alrededor de un millar, casi todos jóvenes, pero también muchos mayores- permanecía esperando la salida de los futbolistas y del cuerpo técnico del Rea Zaragoza. Fue en el momento en que, desde la puerta del palco, salió corriendo el director general. Raúl Sanllehíel director deportivo Juan Carlos Cordero y el consejero Mariano Aguilar, figura clave para entender muchas de las cosas del funcionamiento del club desde la llegada de la nueva propiedad. Los tres se dirigieron a toda velocidad hacia el aparcamiento subterráneo de La Romareda. Bajaron al tercer sótano y allí tomaron un Audi para ir a una reunión en un lugar más tranquilo y pacífico.
Varios jugadores del Zaragoza ya habían abandonado el estadio. Vaquero, Cuenca, Azón… Lo hicieron antes de que saliera el autobús de Huesca, pero, cuando la delegación oscense abandonó el estadio, se relajaron las medidas de seguridad y control. Fue entonces cuando varios jugadores del Zaragoza sufrieron dolorosas intimidaciones por parte de un pequeño grupo de radicales, varios de ellos encapuchados. Le tocó a Sergi Enrich, le tocó a Lecoeuche y a Poussin… Todos intentaron estar cuerdos, dieron la cara y dieron explicaciones… Pero, quizás, el momento más angustioso lo vivió Francho Serrano, quien de repente se vio rodeado de ultras que lo exigían e insultaban mientras la policía y la seguridad privada apenas hacían nada. Francho intentó razonar, pidió perdón y se comportó con impecable profesionalidad y Zaragoza. Pero el acoso no cesó. Junto a él se encontraba, además de varios amigos, toda su familia, padres, hermanos, pareja y otras personas, quienes vivieron un triste y amargo episodio. La situación, mientras el jugador abandonaba a pie los alrededores de La Romareda, estuvo a punto de producirse un enfrentamiento entre la propia afición zaragozana, que salió en defensa de Francho.

Al final, la gente se dispersó. Ante lo que sucedía afuera, se sugirió a varios jugadores que aún se encontraban dentro del estadio que salieran por otras puertas. Mientras tanto, el cuerpo técnico aún permanecía en la zona de vestuarios. Eran, entonces, alrededor de las 22.15 horas, cuando el dispositivo de seguridad fue desactivado. Unos 300 aficionados aprovecharon esta circunstancia para concentrarse en las mismas puertas de salida de vestuarios, protestando, insultando y exigiendo la salida de Escribá. Se volvió a citar a la policía, y una veintena de agentes cargaron contra este grupo, muy minoritario de todo el sentimiento zaragozano, pero ruidoso, alborotador y violento. Aparecieron tres camiones, algunos aficionados derribaron vallas y se produjeron escenas de máxima tensión. Las fuerzas de seguridad del Estado intervinieron con fuerza y determinación, ahuyentando del lugar a los aficionados zaragozanos en una acción que provocó carreras y en la que hubo algún golpe con porras. No hay evidencia de que se produjeran arrestos durante la carga.
Finalmente, la policía logró disolver esa concentración, momento en el que se informó al cuerpo técnico de que ya podían salir con algo de seguridad a recoger sus coches al parking de La Romareda. Fue entonces, sobre las 22.20 horas, cuando Fran Escribá pudo abandonar el estadio, rodeado por varios de sus asistentes.

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