La prioridad número uno del nuevo Gobierno francés será reducir «la colosal deuda financiera» del Estado, una «espada de Damocles» que amenaza con empujar al país «al precipicio». El primer ministro, el conservador Michel Barnier, utilizó palabras serias este martes en la presentación de su programa ante la Asamblea Nacional para justificar «el esfuerzo selectivo y limitado en el tiempo» que se exigirá a las grandes empresas con fuertes beneficios. y “los franceses más afortunados”.
Aunque Barnier no mencionó la palabra “impuestos”, está claro que quiere imponer una carga fiscal adicional a los contribuyentes antes mencionados. Los detalles llegarán con el proyecto de presupuesto la próxima semana. El debate promete ser muy animado, ya que los diputados macronistas quieren luchar para limitar al máximo el aumento de impuestos, por temor a que perjudique el crecimiento económico y las inversiones extranjeras.
Le Pen, que tiene la llave de la legislatura, no quiere derrocar por ahora al frágil Gobierno de centroderecha
El primer ministro, que citó a su admirado De Gaulle nada más empezar su discurso (“hacer mucho con poco”) –una ironía sobre la gran fragilidad de su Gobierno de centroderecha, muy minoritario en la Cámara– permaneció imperturbable en el rostro de la ira constante. de los diputados de La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical). Barnier no utilizó edulcorantes y advirtió que los franceses deben acostumbrarse a “renunciar al dinero mágico, a la ilusión de todo gratis, a la tentación de todo subvencionado”.
Francia, bajo vigilancia de Bruselas, no tiene alternativa. Barnier quería tranquilizar a sus socios y a los mercados. El objetivo es reducir el déficit al 5% el próximo año y por debajo del 3% en 2029.
Inmigración
Francia seguirá realizando controles fronterizos, como Alemania, y acelerará las expulsiones
Para compensar los sacrificios, el primer ministro anunció que el salario mínimo aumentará un 2% en noviembre, dos meses antes de lo previsto, y esbozó algunas medidas destinadas a hacer que la vivienda sea más accesible. También podría haber “correcciones” en la controvertida reforma de las pensiones.
Sobre el tema migratorio, Barnier confirmó que el flujo no está siendo controlado y hay que endurecer la política. Francia seguirá aplicando controles fronterizos a los ciudadanos del espacio Schengen, “durante el tiempo que sea necesario”, siguiendo el ejemplo de Alemania y otros países de la UE. En realidad, París ya lo viene haciendo desde hace años, cerrando incluso multitud de pasos fronterizos secundarios en los Pirineos, con la excusa de la lucha contra la inmigración ilegal y contra el terrorismo. Barnier quiere acelerar las expulsiones de personas cuyo asilo ha sido rechazado y presionar a los países de origen, incluida Argelia, para que las acepten, o de lo contrario París cerrará el grifo de los visados para sus nacionales.
En su discurso, la líder de la extrema derecha, Marine Le Pen, atacó a quienes impidieron, con alianzas antinaturales, que su partido, el más votado, llegara al poder en las elecciones legislativas del pasado julio. Sin embargo, fue muy amable con Barnier, al que le da un margen de confianza y no quiere derribar de momento. La tres veces candidata al Elíseo condicionó su postura constructiva a ayudar a las clases medias y a los sectores populares, a hacer realidad la prometida firmeza contra la inmigración irregular y a instaurar un sistema electoral proporcional, un viejo reclamo de su fuerza política. . Le Pen demostró, en definitiva, que tiene la llave de la legislatura y que, sin su ayuda, el objetivo de la izquierda de derrocar al Gobierno lo antes posible mediante una moción de censura no se materializará.