bicornio de napoleón
La fascinación por Napoleón Bonaparte no conoce límites. Más de doscientos años después de su muerte, un tricornio del emperador francés, elaborado en fieltro negro y con una escarapela adherida a los colores de la bandera, fue adquirido este domingo por casi dos millones de euros en una subasta celebrada en Fontainebleau, a 70 kilómetros. norte. al sur de París y a pocos pasos del lujoso castillo que fue una de las residencias del famoso corso.
“¡Fini y pas de arrepentimiento!” (Se acabó y no me arrepiento), exclamaba siempre Jean-Pierre Osenat, como un ritual, antes de golpear el mazo y premiar cada una de las 160 piezas subastadas. El número 42 era el más esperado: el clásico bicornio de Napoleón. Inicialmente se ofreció por 600.000 euros, pero la cifra empezó a subir rápidamente hasta alcanzar los 1,5 millones. A este monto hay que sumarle la comisión del 28,8% por la casa Osenat quien organizó la subasta. El precio total ascendió así a 1.932.000 euros, un récord absoluto.
Entre los objetos vendidos destacan un neceser, una camisa y los últimos testamentos dictados en la isla de Santa Elena
El comprador –o su agente– estaba muy serio, un poco nervioso y sólo pujó por el sombrero. Lo acompañaban otras dos personas. Luego de realizar la compra, los tres se levantaron y salieron de la habitación a toda velocidad. Alguien dijo que era un coleccionista italiano. El casa Osenat, fiel al deber de discreción, no lo confirmó. En 2014, un industrial surcoreano compró un sombrero similar por 1.884.000 euros y le daba igual que se supiera. Ese sombrero de tres picos procedía de la familia reinante en Mónaco.
Sin duda fue un gran día para el martillero Osenat, un veterano en el oficio, con habilidad , sentido del humor y distinción. “El sombrero de Napoleón es la imagen del emperador en todo el mundo”, declaró a la vanguardia –. Era un gran comunicador. Llevaba su bicornio al revés (“en batalla”, paralelo a su espalda y no perpendicular, como la mayoría de los oficiales) para que todos lo reconocieran. A quinientos metros de distancia ya podían verlo”.
–¿Qué mueve a alguien a comprar una pieza como ésta?
–Poseer el sombrero de Napoleón es tocar al emperador. Por supuesto, pagar dos millones de euros puede parecer una locura, pero no estás comprando un sombrero, estás comprando el simbolismo de esos 15 años que cambiaron el mundo, ames o no a Napoleón. Algunos le reprochan muchas cosas, otros lo idolatran. Se dice que los personajes más conocidos de la historia son Cristo, los Beatles y Napoleón.
Ayer se subastó parte de la colección de más de mil objetos del empresario y mecenas Jean-Louis Noisiez, fundador de la multinacional de limpieza GSF, fallecido en 2022. Su familia nunca había visto su tesoro, que guardaba en un sótano. “Era su jardín secreto”, comentó Osenat.
Además del bicornio, se pagaron elevadas sumas por otras piezas únicas: 154.550 euros por el neceser de campaña del emperador, que incluía tijeras y limas de uñas; 9.000 por un mechón de su cabello enmarcado en un cuadro y con un medallón; 8.400 por un pequeño estuche de marfil con utensilios de higiene dental.
Entrada gratuita y morbilidad histórica
Los objetos subastados estuvieron expuestos durante varios días, con entrada gratuita. Los más históricamente morbosos pudieron incluso tocar la camisa de Napoleón, que aparecía sin protección. En la imagen superior, el subastador Jean-Pierre Osenat junto al sombrero bicornio.
Otros objetos que despertaron mucho interés fue un águila de bronce que adornaba el barco L’Océan , compró por 130.000 euros, una camiseta, que costó 59.000, y los últimos testamentos dictados a un asistente durante el cautiverio en la isla de Santa Elena, por los que se pagaron 123.600 euros. Frente a estas cifras, el precio de un pañuelo que Napoleón, ya muy enfermo, utilizó poco antes de morir parece casi modesto: 22.000 euros.
Todas estas antigüedades napoleónicas han sido certificadas por expertos por su autenticidad. Su carrera es conocida. El bicornio fue originario del coronel Pierre Baillon, responsable del vestuario de Napoleón. El emperador tuvo 120. Se conservan una veintena, la mayoría en museos. La escarapela era la misma que lució el 1 de marzo de 1815 a bordo El inconstante cuando regresó del exilio en la isla de Elba y, eufórico, vislumbró la costa francesa a la altura del cabo Antibes. Once meses antes se había despedido de Francia, de forma muy emotiva, precisamente desde la espléndida escalera en forma de herradura de entrada al palacio Fontainebleau. El lugar fue bautizado a partir de entonces como “el patio de las despedidas”.
A Napoleón, a quien no le faltaba autoestima, quizás no le sorprendería saber que, dos siglos después de su muerte, sus sombreros de bicornio valen una fortuna. La leyenda no se extingue.
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