La tensa y prolongada batalla mediática entre Donald Trump (78 años) y los duques de Sussex parece ser una de esas historias que no deja de crecer. Con cada nuevo comentario, el expresidente de Estados Unidos y su hijo Eric han dejado claro que la relación con el príncipe Harry (40 años) y Meghan Markle (43 años) está más marcada por la desprecio que para la diplomacia. Las descalificaciones han sido continuas y contundentes, sobre todo desde que los Sussex decidieron establecerse en california.
Desde el principio, Trump dejó entrever su rechazo hacia Meghan Markle, una animosidad que comenzó cuando, en 2016, la entonces actriz de ‘Suits’ lo llamó «misógino» y «divisivo». La respuesta llegó en 2019, cuando el político se refirió a ella como «desagradable» en declaraciones a ‘The Sun’, aunque luego intentó suavizar sus palabras atribuyéndolas a una mala interpretación por parte de la prensa. Pero lejos de cesar, este enfrentamiento se intensificó tras el matrimonio de Harry y Meghan y, en particular, cuando la pareja dejó la familia real británica en 2020 y se mudó a los Estados Unidos.
A lo largo de estos años, Trump no ha dudado en criticar a Harry, llamándolo «traidor» por abandonar a la reina Isabel II y, más tarde, incluso sugirió que su matrimonio con Meghan sería una catástrofe: «Ella lo dejará cuando le guste más otro chico», dijo en una entrevista con el británico Piers Morgan. Además, en el contexto de la reciente polémica sobre el visado de Harry, el nuevo presidente de Estados Unidos se ha mostrado inflexible: «No recibiría sin trato preferencial», afirmó rotundamente, en alusión a que no dudaría en ordenar su deportación si se demuestra que mintió en su solicitud sobre el uso de sustancias.
Esta hostilidad también ha sido compartida por el hijo de Trump, Eric, quien, en línea con la postura de su padre, describió a Harry y Meghan como «dos manzanas podridas». Eric, acérrimo defensor de la monarquía británica, destacó que la familia real es una «institución sagrada» que los Sussex habrían traicionado, además de sugerir que, de ser necesario, podrían ser obligados a regresar al Reino Unido.
Pero los reproches de Trump hacia los duques de Sussex no son sólo palabras. La pareja, al mudarse a Los Ángeles, enfrentó controversia sobre su seguridad. Trump, de manera contundente, declaró en las redes sociales que «Estados Unidos no pagará para protegerlos», a lo que un portavoz de los Sussex aclaró que nunca solicitarían dicha ayuda al gobierno estadounidense. Sin embargo, este intercambio de palabras una vez más tensó los ánimos y alimentó la ya opiniones públicas acaloradas sobre la pareja en el país.
Este conflicto, que se entrelaza con cuestiones de inmigración, política y una vieja disputa familiar, podría tener nuevos capítulos ahora que Trump ha recuperado su puesto en la Casa Blanca. Su amenazas de visa de Harry, enmarcadas en las leyes de inmigración, indican que el presidente no está dispuesto a perdonar ningún paso en falso del Príncipe. «Es imperdonable. «Estaría solo si fuera por mí», fue una de sus frases más severas al referirse a la situación de Harry.
Así, mientras los estadounidenses evalúan las promesas de campaña de Trump y sus declaraciones en materia de inmigración, el futuro de los Sussex en el país parece incierto. Con su villa en Portugal catalogada como posible refugio, es probable que Harry y Meghan estén tomando precauciones para lo que podría ser un enfrentamiento aún mayor con la administración Trump una vez que el expresidente regrese a su posición de poder.