La activista Rita Nketiah se preparó minuciosamente para asistir al Congreso Mundial de las Familias (WCF) que tuvo lugar en 2019 en Accra, la capital de Ghana. Sabía que el evento, organizado por una alianza de entidades ultraconservadoras de Estados Unidos, sería un aquelarre anti-LGTBI. Un homenaje al orgullo hetero en el que su aspecto habitual despertaría sospechas.
Nketiah, que se identifica como queer y se niega a ser clasificada por sus prácticas sexuales o su género, recibió un curso de seguridad impartido por DemocraciaAbierta, la plataforma de periodismo independiente que la había convencido de infiltrarse en la guarida de los leones. Ella lo desafió y se lanzó a asumir un papel opuesto a su identidad. A través de videoconferencia, narra que ese día vestía “como una ghanesa cristiana de clase media, muy normativa”. Ella dice que se mantuvo en un segundo plano, casi sin hablar con nadie, tomando notas y aguantando estoicamente.
“Parecía una congregación en la que todos predicaban”, continúa Nketiah. Asistieron políticos de alto nivel y académicos de renombre. Hubo cantos religiosos y exaltación patriótica. Entre delirios “de pánico moral pseudocientífico”, Nketiah encontró un hilo conductor: “La idea era vincular los derechos LGTBI con un peor desarrollo del país, incluso con su destrucción, básicamente porque según ellos, denigran a la familia tradicional, que es el eje de nuestra sociedad”. El lema del congreso resumía esta idea: La familia africana y el desarrollo sostenible: familias fuertes, naciones fuertes.
Como socio local, la WCF contó con una organización ghanesa con un nombre críptico para su congreso en Accra: Coalición Nacional para los Derechos Sexuales Humanos y los Valores Familiares Apropiados. Es una amalgama de evangélicos, musulmanes y jefes (líderes religiosos tradicionales) liderados por Moses Foh-Amoaning, un abogado que defiende abiertamente las terapias de conversión para curar homosexuales. O que exige reapropiarse –a través de complicadas citas bíblicas– del arco iris para purificarlo de su simbolismo gay. O que grite a los cuatro vientos los daños a la salud (además de su esencia demoníaca) del sexo anal. Junto a políticos como Sam George (actual líder de la oposición), Foh-Amoaning ha sido el principal portavoz de la campaña homofóbica en Ghana, que ha propiciado la reciente aprobación -a falta de la firma del presidente ghanés, Nana-. Akufo Addo – de una ley que criminaliza severamente a las minorías sexuales. El texto votado en el Parlamento incluye, en su propio título, la expresión “derechos humanos sexuales adecuados”. George y Foh-Amoaning cruzan con frecuencia el Atlántico para confraternizar con los partidarios de la línea dura de la derecha cristiana estadounidense.
Un hito anti-gay
En el congreso de 2019 intervinieron rostros conocidos de la derecha cristiana estadounidense, como Brian Brown, presidente de la Organización Internacional para la Familia, o Sharon Slater, fundadora de Family Watch International (FWI), muy beligerante en Uganda, donde la última vez año se aprobó una de las leyes anti-gays más agresivas del mundo. Este mismo miércoles, el Tribunal Constitucional rechazó una petición para vetarlo.

Un informe de la red de justicia reproductiva Ipas de 2023 analizó la influencia extranjera en la cristalización de un frente homofóbico en Ghana. Sus autores describen una red de vínculos personales entre figuras notables de la campaña anti-LGTBI de Ghana y el ultraconservadurismo occidental. También explican cómo el activismo digital extranjero ha ayudado a que germine allí la intolerancia contra la diversidad sexual. Y afirman, citando fuentes que asistieron al WCF, que el propio Brown llamó en su discurso de bienvenida a “criminalizar las prácticas homosexuales”. Este periódico ha intentado contactar en numerosas ocasiones con los promotores de la WCF, sin obtener respuesta.
Nketiah sostiene que el WCF de 2019 marcó un hito en la búsqueda de institucionalizar el sentimiento anti-gay en Ghana. Fue, explica, el impulso definitivo para pasar de las vagas intenciones a la acción decisiva. “Antes había acoso, incluso gente que abogaba por meternos en la cárcel”, admite, “pero nadie los tomaba muy en serio y nos sentíamos más o menos seguros”. El suceso, estima este activista, marcó la transición entre ataques esporádicos y “homofobia estructural orquestada por el propio Estado”. Según información de CNN aparecida en 2021, varios asistentes instaron esas jornadas a activar una maquinaria legal que pusiera freno a los derechos LGTBI.
Kwaku Adomako, antropólogo e investigador de la Universidad de Lausana (Suiza), suscribe que “la influencia del WCF (el evento en sí, pero también el trabajo clandestino de los actores que lo impulsaron) ha sido inmensa” en el diseño y promoción de la Ley. Además, continúa Adomako, el “discurso de odio” propagado por la WCF ha contribuido a hacer de la homofobia rabiosa la opinión hegemónica en Ghana, casi la única posible.
Una cruzada blanca

Según Nketiah y organizaciones como Campaña de derechos humanos, Brown y Slater lideran la cruzada blanca en África contra una supuesta agenda global que busca, con oscuras motivaciones, extender la homosexualidad por todo el planeta. En 2022, el diputado ghanés Sam George viajó a Utah (EE.UU.) para hablar en una conferencia sobre “políticas para la familia africana” patrocinada por FWI. En Facebook, George se jactó de que el proyecto de ley había sido “muy bien recibido por los participantes”.
Al WCF 2019 también asistió Ann Kioko, directora para África de CitizenGO, la iniciativa creada en 2013 por el español Ignacio Arsuaga con el objetivo de unir fuerzas entre HazteOir –el movimiento ultracatólico que fundó en 2001– y grupos cristianos radicales de otros países.
En un informe de 2022, La Oficina de Periodismo de Investigación Detalló las actividades en Ghana y Kenia de CitizenGO, al que acusó de acosar, mediante campañas virales, a activistas o simpatizantes LGBTI. Apenas unos meses después del WCF de 2019, la organización de Arsuaga (también contactada sin respuesta para este informe) puso su particular interés en Flandes en Ghana. Trabajando con un grupo local autodenominado Abogados de Cristo, recogió firmas instando a las autoridades a prohibir una conferencia panafricana LGBTI que iba a tener lugar en Accra. La convocatoria fue cancelada, oficialmente debido al covid-19.
Dinero y dialéctica
En Ghana y en toda el África subsahariana, la ola homofóbica occidental se basa, coinciden los expertos, en dos pilares. Por un lado, el dinero y la logística. “¿Cómo se financia la coalición Foh-Amoaning?” pregunta Nketiah. Un artículo de DemocracyAbierta confirma que 20 grupos ultraconservadores de Estados Unidos han destinado alrededor de 50 millones de euros al continente. Sobre todo, por acciones antiaborto y en defensa de la familia tradicional.
La segunda columna de la lucha occidental contra la homosexualidad en África es dialéctica y ha ido tejiendo, con argumentos nebulosos, un relato que mezcla giros neocolonialistas y designios teóricos divinos. En primer lugar, señala Nketiah, “se insiste en que los derechos LGTBI son una construcción extranjera y antiafricana”. Otra imposición del antiguo opresor, que, tras abandonar África durante la descolonización, vuelve a la carga para reconquistar conciencias.
¿Cómo se resuelve esta paradoja? Durante el WCF en Accra, Nketiah escuchó la solución al enigma. “Los estadounidenses repitieron repetidamente que en su país se habían abandonado los valores familiares. Y eso, afortunadamente, África se lo estaba recordando”. Un sistema de creencias en torno a la sexualidad, recuerda Adomako, propio “del cristianismo dogmático que las potencias europeas trajeron a sus colonias”. Haciendo caso omiso de esta evidencia, las proclamaciones del WCF, relata Nketiah, siguieron el mismo patrón: “Aparentemente, nadie estaba persuadiendo a los africanos de nada. Todo lo contrario. Como si, después de extraviarse, los pobres blancos estuvieran en busca de guía espiritual. El público lo creyó y aplaudió encantado”.
Cuando un pastor blanco venía a predicar, siempre decía lo mismo: “¡Ustedes son el pueblo elegido! ¡Cristo confía en ti! “¡Occidente está perdido y ahora la responsabilidad recae sobre ustedes!”
Ballet Djedjé, investigador marfileño y autor de ‘Cómo amarte a ti mismo siendo gay en África’
Un Ballet Djedjé, investigador marfileño y autor de Cómo amarte a ti mismo siendo un hombre gay en África, este tipo de discursos te resultan familiares. Recuerda que, cuando era niño, iba con sus padres a una iglesia evangélica. “Cuando un pastor blanco venía a predicar, siempre decía lo mismo: ‘¡Ustedes son el pueblo elegido! ¡Cristo confía en ti! ¡Occidente está perdido y ahora la responsabilidad recae sobre tus hombros!’” Según Djedjé, “este sentimiento de superioridad, de creerse mejor que los blancos en el campo moral, ha ido tomando forma hasta hacerse muy poderoso en toda África. » Adomako confirma que en Ghana existe lo que él llama “una curiosa forma de empoderamiento: pensar que son más cristianos que occidentales”.
Tras observar lo ocurrido en varias antiguas colonias británicas (Uganda y Ghana, pero también Kenia y Nigeria), Djedjé teme que el rigor legislativo anti-LGTBI se extienda ahora al África francófona. Le preocupa una reunión que tendrá lugar este verano en Abiyán, capital de Costa de Marfil. Se trata de la Conferencia para el Fortalecimiento de la Familia (CFF), que se celebra cada año en un país africano diferente. Está impulsada por el matrimonio Stanley y Wendy Nielsen, destacados miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, con sede en Salt Lake City (Utah, EE.UU.), epicentro mormón.
En 2019, el mismo año en que se celebró el WCF en Accra, la capital de Ghana también acogió el primer CFF celebrado en el continente. Estuvieron la primera dama, Rebecca Akufo-Adoo, y Freda Prempeh, del Ministerio de Género e Infancia, quien aseguró que su Gobierno estaba abriendo las puertas «para seguir colaborando» con los Nielsen «en la sostenibilidad de los vínculos familiares». El pasado 2023, durante un curso de formación en Kasoa (Ghana), la pareja confesó sentirse “entre milagros vivientes”.
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