En Bakú, la COP29, la cumbre anual dedicada al cambio climático, cerró tarde y de manera polémica el domingo. Si tenemos que resumir lo que ha sido, el «guirigay» es típico. Secuencialmente, le son aplicables las dos acepciones del término: “gritos y confusión” en su marcha; «Lenguaje oscuro y difícil de entender» en sus conclusiones. Ambas manifestaciones reflejan las disfuncionalidades de la arquitectura multilateral que encarna la Organización.
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