Cuatro variantes genéticas presentes en dos genes, BSN y APBA1, aumentan casi 6 veces el riesgo de obesidad. Estas variantes raras se han relacionado con un aumento de hasta seis veces en el riesgo de desarrollar obesidad, y los efectos notables no surgen hasta la edad adulta.
Publicada en ‘Nature Genetics’, la investigación ha sido llevada a cabo por equipos del Instituto de Ciencias Metabólicas de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).
Utilizando datos del Biobanco del Reino Unido, el estudio secuenció completamente el exoma -parte de nuestro ADN que incluye los genes que expresan proteínas- de más de 500.000 individuos, centrándose en el índice de masa corporal (IMC).
Los hallazgos revelaron que variantes en el gen BSN, también conocido como Fagotno sólo aumentan el riesgo de obesidad, sino que también se asocian con mayores probabilidades de desarrollar hígado graso no alcohólico y diabetes tipo 2.
Aproximadamente 1 de cada 6.500 adultos podría verse afectado por estas variantes.
Salud pública
El papel de la obesidad como importante problema de salud pública se debe a su asociación con otras enfermedades graves, como las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2.
Sin embargo, las predisposiciones genéticas que contribuyen a la obesidad se conocen plenamente, aunque investigaciones previas han identificado algunas variantes genéticas vinculadas a la obesidad desde la infancia, vinculadas a través de la vía leptina-melanocortina en el cerebro, crucial para la regulación del apetito. .
Sin embargo, las proteínas codificadas por BSN y APBA1, aunque están presentes en el cerebro, No se sabe que estén involucrados en la vía leptina-melanocortina ni están asociados con la obesidad infantil.. Esto ha llevado a los investigadores a proponer un mecanismo biológico potencialmente nuevo detrás de la obesidad, diferente de los ya conocidos.
Los resultados muestran la importancia de los estudios genéticos humanos a gran escala para mejorar la comprensión de las enfermedades
Juan Perry
Universidad de Cambridge
Los hallazgos del estudio, que sugieren que BSN y APBA1 desempeñan un papel en la señalización entre las células cerebrales, apuntan al posible impacto de la neurodegeneración relacionada con la edad en el control del apetito.
John Perry, autor del estudio, explica que «los resultados muestran la importancia de los estudios genéticos humanos a gran escala para mejorar nuestra comprensión de la biología de las enfermedades. Las variantes genéticas identificadas en BSN representan algunos de los efectos Los hallazgos más sustanciales sobre la obesidad, la diabetes tipo 2 y la enfermedad del hígado graso observados hasta la fecha, revelan un nuevo mecanismo biológico para la regulación del apetito.».
El estudio aprovechó amplias bases de datos, como el Biobanco del Reino Unido, para descubrir variantes genéticas raras responsables de la obesidad. En colaboración con AstraZeneca, los hallazgos se replicaron en cohortes de Pakistán y México, lo que indica la aplicabilidad global de estos descubrimientos más allá de los individuos de ascendencia europea.
Los investigadores concluyen que este estudio ofrece una nueva perspectiva sobre la relación entre genética, neurodesarrollo y obesidad, allanando el camino para futuras investigaciones en esta área.