“Marisol nos alegró la vida”, dice Elvira Lindo, una de las voces que participan en el documental escrito y dirigido por Blanca Torres, ‘Marisol. Llámame Pepa’, recién estrenada en salas tras un paso aplaudido por el pasado Festival de Cine Español de Málaga. Para repartir tanta felicidad a varias generaciones, incluida la mía, Josefa Flores Tuvo que renunciar a su “corazón feliz”, algo que nunca le agradeceremos como se merece.
La desgraciada suerte del artista surgió en uno de esos rancios festivales franquistas llamados Coros y Danzas. Un ambicioso cazatalentos llamado Manuel Goyanes se percató de su encanto infantil desde el salón de la casa donde vivía la malagueña Pepi Flores tan cerca de un cautiverio como se estaba fabricando aquel mito llamado Marisol.
“Marisol era como una fábrica de sueños en medio de esa pesadilla que fue el franquismo”, añade la historiadora Aintzane Rincón, otra de las entrevistadas, junto a Cristina Almeida, Nativel Preciado, Victoria Flores (hermana del artista), Fernando Méndez Leite (presidente de la Academia de Cine), Enrique Cerezo (productor, maestro y señor de las rentables películas de la pequeña Marisol), la cantante Amaia, César Lucas (autor de las fotografías de Marisol desnuda en la portada de la revista Entrevista), la bailarina Cristina Hoyos e incluso la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que también respiró ese soplo de brisa fresca, regalo de la niña prodigio, aunque luego no mostró mucho interés ni por la frescura social ni por el cine español. industria. siendo Ministro de Cultura durante la presidencia de José María Aznar.
Llama mucho la atención una confesión de Elvira Lindo en la película. La escritora recuerda estar frente al espejo diciéndose: “Pero yo me parezco a Marisol…”. Porque todas las chicas queríamos ser Marisol. Pero ¿cuántas mujeres hubiéramos querido convertirnos en Pepa Flores? La actriz y cantante malagueña se retiró del mundanal ruido en 1985. Con 35 años tomó la decisión más firme de su vida. “Espero que todos se olviden de mí”, dice entonces. Tenía dos bodas y tres hijas gloriosas a sus espaldas. Primero, Carlos Goyanes, hijo de su productor; luego el bailaor Antonio Gades, padre de María, Celia y Tamara. Estaba perdidamente enamorada de Gades y, con el puño en alto, juntos exhibieron su activa militancia en el Partido Comunista de España. En su momento su ideología fue cuestionada, pero ella ya se encargó de aclarar que más allá de la política, siempre luchó por los más desfavorecidos.
Marisol es inmortal. Seguirá siéndolo incluso cuando ya no esté y quizás llegue el momento de contarlo todo. Revelación para el morbo, grupo al que me acuso de haber pertenecido. Esa otra historia de Marisol, intencionadamente, no aparece en la película. Por respeto a Marisol, que afortunadamente está viva. Y, porque como dice Blanca Torres, directora del documental, “hay cosas que sólo se pueden contar en primera persona”.
Hemos hablado con Blanca Torres para saber más.
¿Por qué has hecho este documental?
Mucho se ha hablado de Marisol, pero siempre pensamos que faltaban cosas por contar, además de ese maravilloso archivo que nunca parece explorarse del todo. También está el cambio de mentalidad tras la última ola feminista. Las tres biografías existentes de Marisol han sido escritas por hombres, y hemos buscado mostrarla desde una voz femenina.
¿Es Marisol un mito, una leyenda, una leyenda negra?
Para mí es mito y leyenda. Una sociedad decide que alguien es mítico cuando puede explicar a través de él algo que interesa a todos, cuando su historia nos ayuda a comprender un poco más quiénes somos. En ese sentido, Marisol o Pepa Flores es un mito nacional, sobre todo para las mujeres de su generación, que vieron cómo una niña mimada del franquismo se convertía en una mujer muy libre y luego desaparecía por completo. Ese silencio nos deja un poco en manos de lo ya escrito, de las comillas de la prensa de aquella época en un montón de revistas y publicaciones.
¿Qué significó su retirada?
Más allá de la fascinación que siempre despertó la niña, había una parte de la sociedad que no entendía muy bien el cambio de la artista y el propósito de alejarse para siempre. Creo que Pepa fue muy valiente al tomar determinadas decisiones. ¿Hubiéramos llegado más lejos si hubiésemos hecho esta película sin Pepa viva? No lo sé. Hay cosas que sólo pertenecen a quien las ha sufrido. Allí está la hemeroteca.
Llama mucho la atención que la cantante Amaia Romero, de 25 años, sea tan fan de Marisol como para dedicarle una canción en la gala de los Premios Goya 2020, cuando las tres hijas de la actriz recogieron el premio a toda una trayectoria en el nombre. de su madre.
De hecho, fue en los Goya cuando supimos cuánto dice Amaia deberle a Marisol. Porque no sólo la admira, sino que aparentemente empezó a cantar gracias a ella. También la citó mucho durante su paso por el programa. Operación triunfo. Amaia no sabe cuál es su primer recuerdo de Marisol, porque dice que siempre ha estado con ella. Se extraña tanta fascinación en una mujer tan joven, pero es muy interesante que pueda servir de puente para que la historia de Marisol interese a las generaciones más jóvenes. Lo mismo ocurre con la historiadora Aintzane Rincón (Basauri, 1975).
Amaia recuerda emocionada cómo tras su actuación en la Gala de Goya, Celia, una de las hijas de Pepa Flores, le dijo que su madre estaría muy emocionada de conocerla. ¿Podría haber mejor oferta para una fan que recibir ese mensaje de su mito? Evidentemente aceptó a la primera y asegura que cuando vio a Pepa sintió que esa mujer seguía conservando lo mejor de la niña que era. «Tan mágico y tan normal». En otro momento de Marisol. Llámame Pepa, Amaia se pregunta qué pasó con la voz del cantante. ¿Por qué Marisol dejó de cantar y, cuando rompió su silencio, sus palabras nunca salieron con la franqueza habitual? Es Victoria Flores, hermana del artista, quien lo confirma. Marisol literalmente se quedó en silencio, porque no podía más. Y, cuando sus cuerdas vocales volvieron a vibrar, sólo atinó a entonar ese discurso oscurecido y áspero de su segunda etapa como artista.
¿Cuándo fue Marisol más feliz?
Seguramente en la última etapa de su vida, aunque debido a la lamentable muerte repentina de su último compañero, Massimo Stecchini (la película está dedicada a él), no creo que esté pasando ahora por su etapa más feliz. Cuando se retiró a Altea junto al mar, con sus hijas muy pequeñas, ella también parecía serena y satisfecha. Son muy hermosas las declaraciones que hace desde allí. Ella roza la felicidad casi total, muy conectada con la tierra, con la vida cotidiana. Ha sido y es una madre muy leona, y está profundamente apegada a sus hijas.
La aparición de Gades añade mucho al mito. De repente son una pareja impresionante y parece que la bailarina les está mostrando el mundo.
Sí, ambos con ese punto de sofisticación y belleza tan fuera de lo común. Con esa actitud libre de ‘hacemos lo que queremos’. No puedo hablar de ella por su boca; No sé mucho más de lo que todos hemos leído en la prensa, pero Gades significó mucho para Pepa. Se entendían muy bien, sobre todo en un contexto, el origen común, dos personas que habían empezado a trabajar como artistas para vencer el hambre. El éxito llegó después. Eso los hacía muy sociables. Compartieron la lucha de clases por el paralelismo de sus vidas. Creo que fue una fusión preciosa, aunque Antonio Gades fuera un hombre machista. En aquellos tiempos ser de izquierda no te hacía feminista, como dice Elvira Lindo en el documental.
¿Por qué Marisol, o Pepa, nunca ha perdido esa modernidad que tanto la caracteriza?
Es algo tan asombroso como el coraje que hay que tener para despreciar la fama. No se puede ser más antisistema, incluso ahora que su gran mérito es precisamente defender la normalidad. Ella sólo quiere estar callada, sin importarle siquiera lo rica que podría haber sido. Porque no olvidemos que la otra parte, Antonio Gades, acabó con un multimillonario suizo.
¿Qué es lo que más te ha sorprendido al realizar este trabajo tan rico en documentación e imágenes?
Hay declaraciones suyas muy fuertes para la época. Muy valiente. Esas entrevistas donde habla de sí misma de su etapa de “niña prodigio”, reivindicandose como una niña normal y afortunada. Es muy consciente de haber sido modelo de Franco.
¿Las chicas de derecha que querían mucho a Marisol aceptaron como padrino a una Pepa comunista que se casó con Fidel Castro?
Bueno, por lo que hemos podido comprobar en la prensa de la época, es cierto que había mucha hostilidad. Ella misma ha dicho que en la calle la llamaban puta y cosas parecidas. En el documental mostramos graffitis con insultos. Cristina Almeida habla de la persecución a cualquier mujer que no respetara las normas sociales de aquella época.
El documental cierra un círculo en torno al premio Goya por toda la carrera de la cantante, la actriz, el mito y la leyenda. Méndez Leite recuerda que no pocos esperaban la presencia del artista como la gran sorpresa de la noche. “Todos queríamos verla, pero ella no quiere que la veamos, algo absolutamente respetable”. “Antes de muerta”, le asegura su hermana Victoria, insistiendo en que Pepa nunca ha matado a Marisol, sino que ella sólo quiere ser Pepa. Ella “no fue a recoger el premio, pero envió lo mejor que tiene en esta vida: sus hijas”. “Mi vida es mía”, dice el artista en la última escena. “¿Realmente nos gusta entender que alguien niegue su propio éxito?” pregunta Blanca Torres.
Pepa Flores ha visto el documental no una, sino dos veces. Y a ella le encantó. Así se lo ha hecho saber a la directora Blanca Torres, quien ha trabajado desde la premisa del respeto absoluto. Torres nos habla magistralmente de Marisol, sin Pepa en la grabación, consciente de que su regreso es imposible. Por tanto, si hay que querer a Marisol, hay que dejar en paz a Pepa Flores. Y, sobre todo, llamarla Pepa.