En 1616, hace 408 años, el médico inglés William Harvey descubrió que la sangre rica en nutrientes y oxígeno circulaba gracias al bombeo del corazón. Ahora, cientos de años después, un grupo de científicos ha ido un paso más allá al darse cuenta de que el órgano más importante de nuestro cuerpo tiene tu propio ‘mini cerebro’ con un sistema nervioso independiente que controla los latidos del corazón.
Este avance, que podría conducir a nuevos tratamientos para enfermedades del corazón y que ha sido presentado en la revista científica Nature Communications, es el resultado de un detallado estudio realizado por investigadores de la Universidad de Columbia y el Instituto Karolinska, ambas instituciones de Estados Unidos, informa la plataforma científica EurekAlert.
Él sistema nervioso intracardíaco (SCI), que está incrustada dentro de las capas superficiales de la pared del corazón, se ha considerado durante mucho tiempo una estructura simple que transmite información eferente central. Sin embargo, en las últimas décadas, los estudios han comenzado a descubrir la intrincada organización estructural y funcional.
Konstantinos Ampatzis, investigador principal y profesor del Departamento de Neurociencia del Instituto Karolinska, señaló que «este ‘pequeño cerebro'» tiene «un papel clave» en el mantenimiento y control de latido del corazón, similar a cómo “el cerebro regula funciones rítmicas como la locomoción y la respiración”.
Similar al corazón humano
Durante el ensayo, los investigadores identificaron un subconjunto de neuronas en el corazón que presentaban características similares a las neuronas marcapasos/ritmogénicos similares a los que se encuentran en el sistema nervioso central. «Nos sorprendió ver lo complejo que es el sistema nervioso del corazón». Así, aseguró que una mejor comprensión de este sistema podría ayudar a aportar «nuevos conocimientos sobre las enfermedades cardíacas» y ayudar a desarrollar «nuevos tratamientos para afecciones como las arritmias».
El estudio se llevó a cabo en un pez cebra adulto, un modelo animal que presenta «fuertes similitudes» con la frecuencia cardíaca general y la función de los humanos, señala EurekaAlert. Gracias a su composición, los científicos pudieron trazar un mapa estructural y funcional mejorado. Para ello, mejoraron la combinación de métodos e integraron secuenciación de ARN unicelular, estudios químicos y pruebas que examinan la actividad eléctrica del corazón.
Ahora buscan dar un paso más. El autor principal del ensayo ha garantizado que seguirán investigando cómo el cerebro del corazón interactúa con el cerebro real para regular las “funciones cardíacas” en “diferentes condiciones, como ejercicio, estrés o enfermedad”. «Nuestro objetivo es identificar nuevos objetivos terapéuticos examinar cómo las alteraciones en la red neuronal del corazón contribuyen a diferentes trastornos cardíacos», concluyó.