En diciembre de 2022 visité una almazara en plena fiebre del aceite de oliva. En aquel momento, el litro valía un 114% más que hace dos años, la campaña iba muy mal y el sector empezaba a entender que se dirigía precipitadamente a un callejón sin salida. Y, aun así, el responsable de la cooperativa que entrevisté me dijo que eso no era lo peor.
Su peor temor era que, como había intuido durante años, esto pudiera ser la sentencia de muerte de la cultura del petróleo en España.
¿El fin de la cultura del petróleo? Me sorprendió, pero los datos estaban con él. En la última década el consumo de aceite de oliva ha ido cayendo año tras año. Es un fenómeno curioso que no entendemos muy bien: no está claro qué factores sociodemográficos influyen en él; Pero sí, crisis tras crisis (y con la mediación de un profundo cambio cultural y gastronómico), amplias capas de la población han abandonado la cultura del aceite y la gran mayoría no ha vuelto a ella.
Cultura, en números. Podemos ver que esta cultura todavía existe en la inelasticidad de la demanda. Lo podemos comprobar, de hecho, en el comportamiento del mercado durante estos años. Según el barómetro de consumo Circana, el aceite de oliva ha sido el producto que más se ha encarecido este mes de abril. Vale un 62% más que el año pasado y un 100,4% más que hace dos años.
Sin embargo, la demanda no ha caído en esa misma proporción. un 19,8% menos en el último año; Un 44,5% menos que hace dos años. Estamos dejando de consumirlo, es cierto: pero, en cierto modo, los españoles somos un público bastante cautivo. O mejor dicho, lo estábamos. Ese es el miedo de la industria.
Otros aceites crecen. A medida que el precio se ha disparado, los consumidores han optado por otros productos. Según explican en Olimerca, la categoría de ‘otros tipos de aceites’ ha crecido sólo un 9,6% en abril, sin ir más lejos. Por tanto, ahora que sabemos que (casi con toda seguridad) la próxima campaña será mucho mejor que las dos últimas, la gran pregunta que se hacen en el sector es si toda esa gente volverá.
El sector del aceite de oliva no vive su mejor momento. El problema estos años nunca ha sido sólo la escasez de aceitunas. También lo ha sido el boom de los costes de producción (energía, riego, fertilizantes, mano de obra, gastos administrativos…) y una reconversión industrial pendiente desde hace demasiados años.
Por eso, incluso las buenas noticias pueden acabar convirtiéndose en drama. Por tanto, cualquier miedo (y más aún si, como en este caso, es fundado) se convierte en una amenaza para su subsistencia.
Imagen | Iluminación
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