Que el Gobierno de España estaba en otras cosas cuando la gota fría cayó con fuerza sobre Valencia lo demuestra el hecho de que no se suspendiera la sesión para llevar a cabo el asalto a RTVE con comisarios políticos que ganarán la friolera de 100.000 euros al año, porque para eso está el Estado. A partir de entonces toda la respuesta del Gobierno consistió y consiste en intentar acusar al presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazonla culpa del desastre. El esfuerzo es tan burdo que sólo se sostiene en el tesón de los propagandistas del sanchismo y en la credulidad de ese sector de la ciudadanía que, ante cualquier despropósito perpetrado por Sánchez y sus ministros (liberación de violadores, política migratoria, corrupción o amnistía, por ejemplo) responde que «al menos la derecha no gobierna».
El plan para culpar a Mazón no aguanta por ningún lado, pero es a lo que él se aferra Pedro Sánchez para no asumir la responsabilidad absoluta de una catástrofe tras otra. Discutir sobre competencias es una completa tontería, engañar al solitario y tratar de engañar al público. Según las explicaciones ofrecidas seis días después de la gota fría por el jefe de la Unidad Militar de Emergencias (UME), resulta ahora que el mando del Ejército corresponde a los presidentes de las autonomías, que son quienes deben autorizar las intervenciones militares en el suelo. Es una auténtica novedad.
Cada vez que se ha producido un gran incendio en España, algo bastante habitual, el Ejército interviene sin necesidad de recurrir a ningún protocolo jurisdiccional para desplegar medios terrestres y aéreos mientras las administraciones autonómicas afectadas o vecinas intercambian ayudas y movilizan tropas. aquí y allá en la idea correcta de que lo primero es apagar el fuego y luego, sólo más tarde, determinar las causas y aclarar responsabilidades.
Sólo a gente muy obtusa o muy perturbada se le puede ocurrir la idea de que el Ejército español depende de las instrucciones de un presidente autonómico. La UEM y lo que no es UEM debería haber acudido a la zona del desastre sin considerar los medios y desde el primer momento. A eso se refería el Rey cuando pocas horas después del desastre ofreció la ayuda de la Guardia Real. Pero esas declaraciones no fueron suficientes para que la ministra Margarita Robles reaccionara y dejara de decir tonterías y contradicciones. Ella es la principal interrogada por lo ocurrido en Valencia. Y luego, el jefe de Interior, Fernando Grande-Marlaska, cuyo papel en esta crisis se reduce a ejercer de columna vertebral de Sánchez.
El Gobierno no puede sacarse de encima sus responsabilidades por lo ocurrido en Valencia. Es intolerable que Margarita Robles Ofreció arrepentido la máxima ayuda posible a Marruecos tras el terremoto del año pasado y ahora se escuda en quién sabe qué milongas sobre los niveles de alerta para decir que las Fuerzas Armadas no pueden con todo y que la culpa la tiene Mazón.
Pero como es cierto que una imagen vale más que mil palabras, la retirada de Sánchez y el paso al frente de los reyes en Paiporta explican mucho mejor todo este drama que la recopilación de atrocidades urdidas por la Moncloa para eludir sus responsabilidades y encubrir los terroríficos y Incompetencia maligna del autor de la frase “si necesitan más recursos, que los pidan”.