Parece domingo en la Ciudad de México, un domingo extraño, un martes, pero feriado al fin y al cabo. En el campus de la UNAM, muchos vecinos circulan tranquilamente por avenidas habitualmente transitadas, ahora cerradas al tráfico. Paseantes, ciclistas, corredores, personas con sus perros disfrutan de la mañana. Alrededor del pedregal de San Ángel, el panorama es extraordinario, un concierto de flores silvestres frente al enorme macizo sur del Ajusco, que acuna descuidadamente las nubes, esperando las lluvias de la tarde. El paisaje se suaviza y no hay preguntas incómodas. Todo es comodidad, incluso la política.
Claudia Sheinbaum debió caminar por estos jardines durante su juventud. Estudiante de la Facultad de Ciencias de la UNAM, primera presidenta de México, que acaba de jurar, estudió aquí mismo su licenciatura y su maestría y uno se imagina sus devaneos entre clase y clase, sus paseos, los pájaros que veía. Hoy la facultad está cerrada, al igual que el espacio de esculturas, y la enorme serpiente de tezontle que atraviesa el pedregal, y que obliga a fantasear con pasados líticos y selvas urbanas. “Ella estudió física, ¿verdad?” pregunta Iveth Hernández, de 58 años, bióloga, egresada de la Facultad de Ciencias, como ella, quien ha venido a caminar con su pareja y, si es posible, a trotar un poco.
“Sí, ella es física”, responde. “La vi hace poco en un programa, un documental en el que aparece con su familia. La primera mujer presidenta es algo importante, y aparentemente de izquierda”, añade, experta en tortugas gigantes, comunes en las costas de México. “Nunca imaginé que vería a una mujer presidenta. No es que me interese mucho la política, pero esto es parte de un avance global”, afirma. Consultada sobre sus gustos políticos, Hernández reconoce que no votó por Sheinbaum, “porque de todos modos” se dejó “ser”. influenciado.» Aún así, tiene grandes esperanzas en la nueva presidenta. “Ha demostrado carácter y, como mujer, seguramente es menos egoísta que los hombres. Veremos si eso sucede”, afirma.
Lo acompaña su pareja, Ricardo Hernández, un estilista de 52 años. “Yo sí voté por ella”, admite, “y antes por (Andrés Manuel) López Obrador. Es que Morena siempre ha dado apoyo y en todos los partidos anteriores siempre ha habido corrupción”, argumenta. Hernández dice que lo que más le gustó del sexenio que acaba de terminar son las mañaneras, las ruedas de prensa matutinas diarias de López Obrador, que Sheinbaum mantendrá en su agenda, y los proyectos de infraestructura: los trenes, el nuevo aeropuerto… “Ah, y también salvaron el lago de Texcoco”, añade. “Creo que Sheinbaum seguirá la línea del presidente”, vaticina.
Las reflexiones escuchadas este martes son reparadoras, dadas las pasiones, incendios y heridas del último mes, por la apretada agenda legislativa, la reforma judicial y la Guardia Nacional. Ninguno de los entrevistados, diez en total, ha manifestado un rechazo categórico o una adhesión incuestionable al nuevo presidente: calma, institucionalidad, moderación. Y no es que todos estuvieran a favor, al contrario, pero permea la idea del nuevo ciclo, predomina la imagen de una mujer al mando, la idea de que eso, al menos hoy, es suficiente.
María de los Ángeles Cáceres, 38 años, pasea con su perro cerca de Universum, un museo informativo de ciencias que hace las delicias de los niños cada fin de semana, en Ciudad Universitaria. “Le envío la mejor energía al presidente. Porque por ahí solo escucho eso de ‘que horrible, pero mandémosle buenas vibras’. Este país siempre se levanta y espero que ahora una mujer lo levante”, afirma. Cáceres no votó por Sheinbaum y tiene una opinión bastante pobre de los años de López Obrador, especialmente en cuanto a sus resultados en materia de seguridad, educación y salud. “No estoy de acuerdo con Morena, pero creo que ella puede hacer cambios. El país está mal y se necesitan cambios urgentemente”, afirma.
Unos kilómetros al norte, en el barrio Del Valle, la mañana transcurre igualmente tranquila. La Del Valle es una de las colonias más grandes de la alcaldía Benito Juárez, foco de votos de la oposición. En la alcaldía, la presidenta obtuvo la mitad de los votos de su principal oponente, Xóchitl Gálvez. Carlos Ruelas pasea tranquilamente a sus dos cachorros de husky siberiano en el parque Tlacoquemécatl. Tiene 55 años y vive a unas cuadras de aquí. “La llegada de Sheinbaum es muy buena para el país. Es un cambio histórico y esperamos que nos apoye a todos en la economía, en la salud, en la seguridad y en el trabajo”, afirma. “Que llegue un cambio al país”, añade.
Varios de los vecinos entrevistados en Del Valle este martes han mencionado el tema de la seguridad, ninguno más que Ruelas. “Tenemos muchos problemas, mire Sinaloa, Zacatecas, Guanajuato… Muchos problemas”. Para el hombre, la situación trasciende las balaceras, los asesinatos, que durante el sexenio de López Obrador alcanzaron los 194.000. “Es la cuestión de la justicia. Porque López Obrador dijo abrazos, no balazos y no. No es que queramos que les fusilen, sino algo más que abrazos», dice refiriéndose a los delincuentes. Ruelas ve un problema grave en la proliferación de las extorsiones y cuenta el caso de un amigo militar, dueño de una tortillería que , al negarse a pagar lo que le pedían, sufrió un ataque con bombas incendiarias. “Le debemos mucho a la inseguridad”, critica.
Cerca de allí, un hombre de bonitos ojos azules lleva una jarra de agua. Su nombre es Daniel Quiroz, tiene 61 años y elabora paletas heladas, que vende en la esquina del parque. “Para mí el nuevo presidente está bien, pero no me gusta que estén tan relajados”, dice, con algo de vergüenza, como si lo que dice estuviera mal. Quiroz se refiere al enorme enojo político de estas semanas, principalmente por la reforma judicial, que ha generado marchas opositoras, debates muy tensos en el Congreso y, en general, un clima de enorme malestar.
“Dicen que López Obrador va a estar detrás de ella, pero yo no lo creo, sinceramente. Si gobierna bien estaremos todos bien”, reflexiona. Cuestionado sobre qué le diría, si tuviera la oportunidad de dirigirse unos minutos a Sheinbaum, Quiroz piensa unos segundos, 10, 20. “Bueno, yo le diría que haga como Obrador, que nos ayude a los de abajo”. , más que nada el pueblo , que es donde está la pobreza. En esos pueblos por donde Dios no pasa”, afirma. “Que les llegue ayuda”.