El sospechoso de la desaparición habría confesado el secuestro, según otro detenido

El 3 de mayo de 2007, nueve días antes de su cuarto cumpleaños, Madeleine McCann desapareció mientras estaba de vacaciones con su familia en Portugal. Diecisiete años después, siguen circulando teorías sobre lo que pudo haberle sucedido a la niña británica.

Ahora se ha abierto un nuevo debate en los tribunales alemanes. Christian Brueckner, de 47 años, está siendo juzgado allí por una serie de delitos sexuales no relacionados con la desaparición de Maddie. Pero el testimonio de un compañero de prisión dice que él está implicado en el crimen contra la niña.

Durante una audiencia judicial en el Tribunal Regional de Braunschweig, Laurentiu Cudin declaró que Christian Brueckner le confesó el secuestro de Madeleine mientras ambos estaban en prisión preventiva en la misma prisión.

Acusado de pederastia, Brueckner le contó su pasado tras preguntarle si él “también” estuvo detenido por delitos contra menores.

En el aparente diálogo entre ambos presos, Cudin afirmó: “Se hablaba de una niña, no sé si lo que dijo era cierto o no. Dijo que tenía un autobús y que la había llevado consigo”.

“Estaba en una zona hotelera donde vive gente rica. Y cuando fue allí, me dijo que había una ventana abierta. Intentó entrar por esa ventana para buscar dinero y oro, pero no encontró dinero, sino una niña y se la llevó”.

“Unas dos horas después, la zona estaba llena de policías y perros y él ya se había ido”.

“Se fue del lugar. Luego dijo que había otra persona con él, con quien había discutido y que se habían separado”.

En su impactante testimonio, Cudin dijo que Brueckner le había pedido “Si puedes extraer el ADN de una niña de sus huesos bajo tierra”.

Ahora, con este supuesto testimonio, queda por ver si las autoridades volverán a poner el foco sobre Brueckner, quien ya ha sido acusado en otras ocasiones.

Hace 17 años, el 3 de mayo de 2007, Maddie -como la llamaban cariñosamente- dormía en el apartamento 5A del complejo Ocean Club, en Praia da Luz, Portugal.

Esa noche compartió habitación con sus hermanos: los gemelos Sean y Amelie, de 2 años, un año menor que ella.

Kate y Gerry McCann, sus padres, estaban cenando con unos amigos en “Tapas”, el restaurante del resort, a unos 50 metros de la habitación. Habían llegado allí sobre las 20:40 y cada 20 minutos se turnaban para comprobar que todo estaba bien.

Alrededor de las 10 de la noche, después de una de esas visitas, la madre de la niña volvió a la mesa llorando y gritando. “Se la llevaron”, repetía una y otra vez.

Las tan esperadas vacaciones familiares se habían convertido en una pesadilla de la que no han podido despertar.

A partir de ese momento todo se convirtió en una maraña de versiones contradictorias, sospechas, pistas falsas y teorías conspirativas de las que nadie quedó al margen.

Las cifras hablan por sí solas. La investigación incluyó unos 600 interrogatorios, más de 2.000 investigaciones policiales, 500 registros en la zona del crimen y casi 10.000 “avistamientos” de la niña en todo el mundo.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de la policía portuguesa y británica, el caso nunca se resolvió. Y el misterio de lo que le pasó a Madeleine McCann, que hoy habría cumplido 21 años, aún persiste.