A lo largo de los años hemos ido descubriendo pequeños fragmentos de la historia y la vida en Pompeya justo antes de que se produjera el desastre natural con la erupción del Vesubio hace 2.000 años. Los restos y cenizas de sus habitantes parecieron revelarnos sin lugar a dudas quiénes estaban detrás de esos gestos de agonía o incluso las relaciones entre ellos. Un nuevo trabajo científico echa por tierra gran parte de ese conocimiento. En realidad, nadie es quien parecía ser.
Revelaciones genéticas. Un reciente estudio de ADN de los restos de algunas víctimas de Pompeya, publicado en Biología actualdesafía por completo las suposiciones anteriores sobre quién murió realmente en la antigua ciudad romana devastada por la erupción del Monte Vesubio en el año 79 d.C.
Los hallazgos no sólo refutan interpretaciones previas sobre los vínculos familiares de las víctimas, sino que también arrojan luz sobre la composición demográfica y la sorprendente diversidad genética de Pompeya, mostrando que, como Roma, era una ciudad marcadamente cosmopolita y multiétnica.
Las “nuevas” relaciones y los “géneros”. El equipo de investigadores analizó el ADN de los restos de 14 personas procedentes de 86 moldes de yeso que se están restaurando actualmente. Entre los hallazgos más destacables se encuentra el caso de dos figuras bastante célebres, anteriormente interpretadas como madre e hijo por su postura: un adulto con un niño en su regazo. Sin embargo, el análisis genético reveló que los restos no pertenecen a una mujer y su hijo, sino a un hombre adulto sin parentesco con el niño. En otro caso notable, el de dos personas que se creía eran hermanas, el ADN reveló que una de ellas era en realidad un hombre, y se desconoce su relación exacta.
Según los autores, estas y otras conclusiones ilustran cómo las suposiciones previas basadas en evidencia limitada pueden haber reflejado más los prejuicios y perspectivas de los investigadores de épocas pasadas que la verdadera identidad y naturaleza de los restos. Como explica David Caramelli, coautor del estudio, “las investigaciones muestran que tales interpretaciones a menudo no son confiables y es esencial considerar una gama más amplia de escenarios para explicar la evidencia”.
Diversidad genética y conexiones mediterráneas. Además, el ADN extraído muestra que algunos habitantes de Pompeya tenían relaciones genéticas con poblaciones del Mediterráneo oriental, más exactamente, con el Levante y el norte de África, concretamente con poblaciones judías de esa región. Esto confirma que Pompeya, al ser un puerto importante en el siglo I, atraía gente de diferentes lugares, lo que se reflejaba en la composición genética de sus habitantes.
De hecho, un estudio de 2022 ya había revelado la presencia de un individuo con ascendencia sarda y bacterias asociadas a la tuberculosis espinal. El descubrimiento, por tanto, confirma que la diversidad genética no era exclusiva de las grandes ciudades como Roma, sino que Pompeya era también un punto de encuentro de múltiples culturas. Para Gabriele Scorrano, genetista involucrado en estudios anteriores, estos resultados sugieren un importante mestizaje debido a las recientes migraciones desde el Mediterráneo oriental.
Corregir viejas suposiciones. En su trabajo, los investigadores también abren la puerta a una reevaluación de las historias contadas en torno a los moldes de yeso de Pompeya. Es un tema un tanto turbio, ya que el equipo sugiere que restauradores y arqueólogos anteriores pueden haber manipulado las posiciones de los moldes para dramatizar los eventos y reforzar ideas preconcebidas sobre cómo moría la gente.
Una cosa parece clara. Las pruebas genéticas actuales permiten a los científicos corregir cualquiera de estos relatos potencialmente distorsionados, generando un retrato más preciso de la disposición original de las víctimas.
Conclusión. El trabajo no es un punto y aparte, sino todo lo contrario. Mientras continúan los análisis genéticos y las excavaciones en Pompeya, una zona a la que todavía le queda un largo camino por recorrer, ya que aún conserva partes inexploradas, se espera obtener una visión aún más rica, precisa y detallada de la ciudad.
Pompeya representa uno de los ejemplos más vívidos de cómo un desastre puede preservar, en cierto modo, un portal al pasado, ofreciendo a los científicos e investigadores de nuestro tiempo herramientas para reinterpretar y comprender más profundamente el contexto cultural, social y genético de sus habitantes.
Imagen | Parque Arqueológico de Pompeya
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