Después de cuatro décadas con tasas de temporalidad de entre el 25% y el 30%, y sucesivas reformas laborales –2001, 2010 y 2012– incapaces de reducir esas elevadas tasas, la reforma del mercado laboral de 2021 ha conseguido acabar con la “excepción española”: hoy la El porcentaje de trabajadores temporales en nuestro mercado laboral (15,5%) es similar al promedio de la eurozona, siendo incluso menor (12,3%) en el sector privado.
Ahora bien, ¿estamos asistiendo a una situación en la que efectivamente se reduce la temporalidad “contractual”, pero no se reduce la temporalidad “empírica”? (como sugiere un reciente estudio de Fedea). ¿Está disminuyendo la inseguridad laboral o simplemente está cambiando de forma?
Intentemos separar el debate económico del ruido interesado. Para ello, es necesario ir más allá de la tasa de temporalidad y buscar otras formas de medir la precariedad que tengan en cuenta también los flujos de altas y bajas de la Seguridad Social, y la duración real de los contratos.
La transformación de empleos temporales en permanentes que ha experimentado nuestro mercado laboral en los últimos dos años y medio es espectacular, como se aprecia en el Gráfico 1. Según datos de la EPA, entre enero de 2022 y el primer trimestre de 2024 el número de Los empleados con contrato temporal se han reducido en 1,5 millones, creando simultáneamente 2,3 millones de empleos fijos regulares y 226 mil empleos fijos-discontinuos. Es decir, aproximadamente el 83% de la reducción de la temporalidad se explica por el aumento de los contratos indefinidos ordinarios, quedando el 17% restante explicado por la mayor utilización de contratos fijos-discontinuos (que, en cualquier caso, apenas suponen el 3,3). % sobre el total de empleos de la economía española).

¿Y qué pasa con la antigüedad de estos contratos? En el Gráfico 2 podemos ver cómo el porcentaje de trabajadores fijos ordinarios con más de 6 meses de antigüedad en su puesto de trabajo -en relación al total de empleados- ha pasado del 70% al 76,7% entre finales de 2021 y el primer trimestre. de 2024. También hay que tener en cuenta que este indicador habitualmente se reducía en las fases de expansión –entre 2002 y 2007 se redujo en 3 puntos porcentuales, y entre 2014 y 2018 en casi 5 puntos–, mientras que en la actual fase de crecimiento este indicador está aumentando significativamente.

Pero además de comprobar qué ha ocurrido con la estructura contractual, y con la duración real de los contratos, un análisis de la estabilidad laboral también requiere examinar la rotación y la probabilidad de supervivencia de las nuevas incorporaciones laborales. Este estudio acaba de realizar el Banco de España en su Informe Anual 2023 y, a pesar de su carácter aún preliminar y con las correspondientes cautelas, el informe muestra evidencia empírica clara y en línea con los datos del Gráfico 2: el empleo en España Es más estable hoy que antes de la reforma laboral de 2021.
La tasa de rotación agregada del mercado laboral –medida como la suma de las altas y bajas mensuales en la Seguridad Social en relación con el número total de asalariados– se ha reducido casi un 16% entre el ciclo expansivo de 2015-2019 y el actual ciclo de 2022-2023 (medición que incluye contratos fijos-discontinuos). Asimismo, el Banco de España muestra cómo los contratos de trabajo creados en España en 2022 tienen una probabilidad de supervivencia 5 puntos porcentuales por encima de la tasa de contratación durante los años 2017-2018. Todos estos elementos han ayudado a reducir las salidas del empleo al desempleo, del 3,3% en 2019 al 2,8% en 2023.
La excesiva temporalidad del mercado laboral se ha redirigido así, en gran medida, hacia relaciones laborales de carácter indefinido y –alrededor de una sexta parte– hacia contratos fijos-discontinuos. Y es precisamente esta fuerte caída de los contratos temporales –con menores tasas de supervivencia que otros contratos– el factor que más contribuye a explicar el aumento de la duración del empleo en este momento.
El hecho de que una pequeña parte de la temporalidad abusiva se haya reorientado hacia contratos fijos-discontinuos no empaña la actual transición de nuestro mercado laboral. Recordemos que los contratos indefinidos-discontinuos son contratos con mayor protección que los temporales, y diseñados precisamente para ofrecer estabilidad y derechos –entre otros, el derecho de convocatoria, la acumulación de antigüedad o la protección contra el despido– a los empleados que trabajan en sectores altamente estacionales (como hostelería, restauración o agricultura). No en vano, también son un tipo de contrato indefinido en el que el periodo de inactividad no rompe la relación laboral con la empresa, y se completa con las prestaciones por desempleo.
En cualquier caso, conviene seguir de cerca al menos cuatro cuestiones. En primer lugar, urge garantizar que el sector público avance al mismo ritmo que el privado en la implementación de la reforma laboral (en el sector público la tasa de temporalidad era todavía del 29,5% en el primer trimestre de 2024).
En segundo lugar, el principal factor de estabilización del empleo viene dado por la fuerte transformación de los contratos temporales en indefinidos pero, una vez concluya este proceso, habrá que analizar en detalle si la estabilidad de los nuevos contratos indefinidos es similar a la que existía antes. de la reforma de 2021 o no. Hoy vemos señales contradictorias en este indicador. En cualquier caso, se puede esperar que un mayor uso de contratos indefinidos acorte su duración en el futuro (lo que no debe interpretarse como un problema de la reforma).
En tercer lugar, el uso de contratos fijos-discontinuos –aunque está siendo bastante limitado en relación a las cifras globales– debe analizarse con cautela para, en su caso, vincular su uso a niveles mínimos garantizados de jornadas laborales al año, o restringir su uso. uso en el caso de Empresas de Trabajo Temporal (ETT), o en contratos y subcontratas.
Por último, es cierto que la reforma laboral de 2021 ha conseguido mejorar significativamente la estabilidad del empleo en España –tanto contractual como real–. Pero también es cierto que todavía tenemos una distancia apreciable en términos de rotación laboral con la UE y, por tanto, hay margen para seguir mejorando.
Nacho Álvarez Es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid.
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