Miguel Mateo y su mujer Ascensión, un matrimonio de jubilados de Valdefierro, pero naturales de Ejea de los Caballeros, no pudieron resistir este sábado escucha las notas de la banda sonora de ‘La vida es bella’, interpretada por el grupo Elegía, y se pusieron a bailar en la Plaza del Pilar. “Sabíamos que había un festival, pero no sabíamos que íbamos a escuchar música tan hermosa. Creíamos que el programa estaba más pensado para niños”, dijeron, antes de confesar que les apasionaban los valses y los pasodobles. “Estamos encantados con la vida. Deberían hacer más cosas como esta”, dijeron.
Para Nacho Lafuente las primeras impresiones también han sido más que positivas. “No esperaba que pusieran una superficie de césped tan artificial. Que también haya poesía me parece perfecto. A Miranda, mi hija mayor, le encanta”, afirmó frente al escenario dedicado a esta disciplina.
El buen tiempo ha sido otro de los grandes aliados del festival. “Nos está gustando mucho. Es muy lindo ver tanto arte por ahí. Me encanta que organicen actividades donde podamos estar con los niños. La verdad es que en Zaragoza se están haciendo cosas muy divertidas”, señalaron desde el césped Isabel Sumelzo y Hugo Saiz junto al pequeño Iker, de sólo cinco meses, y su hermano Gaël, de tres años. “Estaremos aquí hasta que los pequeños puedan aguantar”, añadieron.
Aparte de los seis escenarios, Los más pequeños se lo pasaron genial saltando y volteándose sin parar sobre el manto verde. Algunos incluso han bailado con los zancudos de la compañía K de Calle. Este ha sido el caso de Gabriel, de ocho años. Al principio tuvo un poco de miedo. “Pero ha sido muy bueno. Ha sido un momento mágico de desconexión. Algo muy original”, admitió su madre, Susana, que había estudiado la programación para no perderse los mejores momentos.
Hay quien, sin embargo, se ha acercado a la plaza del Pilar sin saber qué se iba a encontrar. “Hemos llegado a la aventura, sin buscarla. Sabíamos que se había organizado algo, pero no exactamente qué. Está muy bien organizado y tuvo un día perfecto. Esto, en verano, no podría haber pasado”, afirman Ramón Serrano y José Herrer.que había montado un picnic improvisado, con juego de cartas incluidocon sus hijos y sus amigos del colegio.