Estos son los cuatro cocineros guipuzcoanos elegidos entre los 100 mejores del mundo

La organización ‘The Best Chef Awards’ ha elegido a los 548 mejores chefs del mundo. El ‘top 3’ lo integran Rasmus Munk, del Alchemist de Copenhague; Albert Adrià, del Enigma de Barcelona; y Eric Vildgaard con su Jordnaer, también ubicado en la capital danesa. Pero para completar la lista hay muchos otros nombres, entre ellos los de cuatro cocineros guipuzcoanos: Andoni Luis Aduriz, Martín Berasategui, Elena Arzak y Paulo Airaudo.

Hace años quitaron el cartel de ‘restaurante’. Mugaritz es otra cosa y Andoni Luis Aduriz es más que un cocinero. Hay japoneses o australianos que llegan en viaje de iniciación a este caserío de Errenteria que muchos guipuzcoanos ven como una rareza. Aduriz (San Sebastián, 1971), una especie de ‘gurú’ para sus seguidores, reflexiona en voz alta. «Siempre advierto: somos raros y caros, aunque a mí me gusta más el término ‘caros'».

Está reconocido como uno de los grandes templos de la gastronomía, pero en su historia se combinan el olimpo de las tres estrellas Michelin con una larga trayectoria de banquetes: cientos de matrimonios, sobre todo guipuzcoanos, dejaron ‘bendecido’ a Martín Berasategui. Ya son doce las estrellas del chef en España, más la que tiene en Lisboa. Berasategui no descansa. «Soy aitona pero me veo con más ilusión que nunca», afirma. Y la lista de proyectos en marcha provoca vértigo a quien la escucha, pero no a él.

Es, sin duda, uno de los templos gastronómicos de Donostia. El Restaurante Arzak recibió su primera estrella Michelin en 1974 y, 50 años después, sigue a la vanguardia de la gastronomía mundial con tres estrellas. La alta cocina ha sido, sin duda, uno de los grandes atractivos de la capital guipuzcoana y gran parte de la culpa de todo ello la tienen los visionarios que en los años setenta fundaron la llamada Nueva Cocina Vasca. Elena Arzak, actualmente responsable del restaurante, lo sabe y por eso quiere reconocer este trabajo como fundamental para que la gastronomía vasca esté donde está hoy.

En palabras del chef Paulo Airaudo, Amelia es un “restaurante privado” diferente a lo que se puede encontrar en los tradicionales establecimientos con estrella de Gipuzkoa. «Mantenemos todo lo que uno espera de un restaurante de esta categoría, pero todo es un poco más relajado y relajado», descubre Airaudo. Los comensales disfrutan del servicio en una amplia barra donde son atendidos por los propios chefs. El establecimiento también cuenta con tres mesas pequeñas. «Es un restaurante que hemos hecho con mucho cariño. Queríamos hacer algo diferente que pudiera aportar a la ciudad y generar una alternativa”, señala también Airaudo.