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Fermín Cacho, de la siesta al oro

Durmió profundamente. Fue una siesta de más de dos horas. Alguien preguntó: «¿Dónde está Fermín? No se perderá la hora de la final». A alguna federación le parecía inconcebible que estuviera en su habitación durmiendo como un niño antes de la carrera más importante de su vida. Pero los más cercanos a él sabían que el mesero de Ágreda era así.

Fermín Cacho Llegó al estadio olímpico de Montjuic con tiempo de sobra. Subió a la grada a echar un vistazo y le dijo a su entrenador: «Voy a ser campeón olímpico». Se calentó como siempre. Se puso la camiseta del Barça -esta vez no podía llamarse ‘la roja’ porque dominaba el azul- con el número palindrómico 404. Se calzó zapatillas nuevas, como siempre hacía en las finales. Tranquilo en la sala de llamadas, miró a sus rivales, incluido el argelino Morcelli él era el verdadero líder. No hay problema, todo el mundo tiene dos piernas como yo, debe haber pensado.

Sorprendentemente, España no había tenido ningún atleta en 1.500 metros en los Juegos anteriores, en Seúl en 1988, tras el bronce de José Manuel Abascal en Los Ángeles 1984 y la plata de José Luis González en la Copa del Mundo de 1987 en Roma. En Barcelona no se pudo repetir. Participaron tres buenos corredores de medio fondo: Cacho, González y Pancorbo.

Cacho fácilmente había ganado la primera ronda. En la semifinal fue segundo tras el qatarí Solimán, en el más rápido de unos Juegos Olímpicos, con 3:34.77. Y así llegó la gran cita del 8 de agosto. En el palco de prensa comentábamos que Fermín Cacho podría conseguir un bronce; los más optimistas incluso pensaron en plata. Pero el oro tenía un dueño indiscutible, Noureddine Morceli, que el año anterior había conquistado los títulos mundiales ‘indoor’ (Sevilla) y al aire libre (Tokio), aunque poco antes del Barcelona sufrió una lesión y sufrió dos derrotas en los rallies de Roma y Oslo. . Cacho respetaba mucho a Morceli, pero repetía que no iba a repetir lo del año anterior en el Mundial de Tokio, donde su estrategia no fue buena y solo pudo terminar quinto. “En Barcelona tengo que correr de otra manera”, declaró en la víspera de los Juegos.

¿Vale la pena contar la carrera vista mil veces? Solo recordaremos que Cacho salió pegado al bordillo, en la zona de la Calle 1, y sorprendió a todos escabulléndose de esa misma zona del interior a falta de 200 metros justo cuando el alemán Herold parecía desafiar a los africanos cheshire para rematar en un tremendo tramo final. “Que va a ganar, que va a ganar”, repetían los periodistas de pie en el palco de prensa. Y ganó.

Fue una carrera muy lenta. Para las estadísticas: Kenyan Chesire superó los 400m en 1:02.25 y los 800m en 2:06.83, más lentas que las chicas en su final. Pero la última vuelta fue explosiva, Cacho marcó 50,4 y corrió el tramo de los 200 a los 100 metros finales en 12,1, una barbaridad.

Fermín Cacho ya era un héroe a sus 23 años tras conseguir seguramente la medalla más impresionante de las 22 que obtuvo España. Un chico soriano, espontáneo, que se trababa en sus declaraciones, pero que era todo verdad. Un campeón superado por el protocolo que no sabía si dar la mano a los Reyes o hacer una reverencia cuando subía a saludarlos a la tribuna, pese a que Ágreda -«el pueblo de las tres culturas»- sabe mucho de bodas real. Pero eso es historia y Cacho es de Agredeño hoy y ahora, aunque ahora se ha mudado a Andalucía.

Oro olímpico y mucho más

Los que piensan que Cacho es Barcelona y nada más se equivocan. Su enorme calidad se refleja en un formidable palmarés, pues cuatro años después consiguió la medalla de plata en los Juegos de Atlanta de 1996, precisamente por detrás de un Morceli que parecía enfurecido tras su derrota en Montjuic y que había batido tres récords mundiales y cuarenta carreras. sin perder. Cacho fue campeón de Europa en Helsinki (1994), dos veces plata en los Mundiales de Stuttgart (1993) y Atenas (1997). y dejó para la posteridad una marca de 1.500 metros de 3:28.95 conseguida en Zúrich, que este mes cumple 20 años. Un tiempo formidable que desde hace tiempo es récord europeo y que sigue siendo el mejor para un atleta nacido en el Viejo Continente, porque el récord le fue arrebatado en 2013 por el británico-somalí mo farah.

Ahora, a sus 48 años, Fermín Cacho es un hombre feliz en Andújar, rodeado de sus mujeres, su mujer, que es de la ciudad de Jaén, y sus cuatro hijas. Hizo sus pinitos en la política en el PSOE de Andújar, pero su actividad se centra en la agricultura.

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Jewel Beaujolie

I am a fashion designer in the past and I currently write in the fields of fashion, cosmetics, body care and women in general. I am interested in family matters and everything related to maternal, child and family health.
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