Fruta por fruta, golpe por golpe, Ayuso por Ayuso

Hay que ponerse serios, esta democracia no se salvará en horas, hijos de la fruta.
Desde la pandemia ya no me interesa tanto Isabel Díaz Ayuso así como sus asesores, sus dispensadores de argumentos, sus reconstructores. Los que lo habéis dibujado así, vamos. Quizás sea porque he llegado a dedicarle columnas de exploración a la presidenta todas las semanas de mi vida durante un par de años -una curiosa obsesión-, engañado por la facilidad con la que ella decidía, y conseguía, desenterrar a los haters que precisamente quería. llevar al nicho. Vi en Ayuso la versión más lúdica de Gatti loco: Dice la leyenda del portero que, cuando se aburría y veía que los aficionados se dormían en las gradas, lanzaba mal el balón a propósito, para darle una oportunidad al rival. Y mucha vida para el juego.
Ahora me he dado cuenta de que durante todo ese tiempo fui injusta, injustamente injusta, muy injusta porque en todos esos artículos atribuía la responsabilidad a Ayuso y sólo a ella. derechos de autor de cada uno de sus reductos verbales, de sus frases brillantes, de su alimento para tontos, como si fueran frutos (ja, ja) caídos de su árbol de la improvisación y no el resultado de un trabajo de oficina y comunicación muy planificado. Después de esta semana, nunca más.
Ya sabéis: en la sesión de investidura, una cámara captó el momento en el que los labios del presidente se movían, letra arriba letra abajo, al son de hijo de puta. Pedro Sánchez Había mencionado a su hermano y algunos hilos de corrupción. Diré que en mi pueblo murmuran hijo de puta Tiene una connotación de camaradería cuando se lanza entre amigos que hablan tanto del otro, como es el caso, pero, por alguna razón, no ha sido bien visto en el Congreso. La gente es muy susceptible. Es por eso que la prensa, ante tal agravio, y en su afán de corroborar con diversas fuentes lo que vemos, preguntó al equipo del presidente qué acababa de pasar. Y, bueno, qué vamos a hacer si a Ayuso le gusta la fruta.
Es curioso cómo muchos de los que lamentan que la izquierda española lleve años deshumanizando a la derecha gritan ahora me gusta la fruta en las protestas contra la amnistía. ¿Qué quieren decir? También he leído en El país a Puerto de Berna, y cree que «la fruta de la calle que le gusta a Ayuso está oxidada, podrida». Pero también creía que las vitaminas del jugo desaparecerían si no se bebía rápidamente. He de reconocer que me eché a reír al recordar aquellos tiempos prepandemia, en los que podíamos dedicarnos a tonterías. Pero luego me di cuenta de que estamos en una dictadura, preparándonos con presión un golpe para responder a otro golpe. Y, por supuesto, hay que ponerse serios, porque esta democracia no se salvará en horas, hijos de la fruta.
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