«La semana pasada fue la más difícil en la historia de Hezbolá», dijo el domingo el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, durante su evaluación de la situación en el norte junto al Comando Norte del Ejército y el mayor general Ori Gordin.
«Seguiremos utilizando todos los medios a nuestro alcance para lograr nuestro objetivo: garantizar el regreso seguro de las comunidades del norte de Israel a sus hogares», advirtió en declaraciones al final de la reunión.
Gallant se pronunció tras una jornada marcada por ataques de Hezbolá con 150 proyectiles contra territorio israelí, la mayoría de los cuales fueron interceptados, pero algunos lograron impactar por primera vez en meses en el distrito de Haifa, a 50 kilómetros de la frontera, causando heridos y daños.
El ministro de Defensa no mencionó las explosiones de miles de aparatos de comunicaciones en manos de Hezbolá que dejaron una treintena de muertos y más de 3.000 heridos, pero sí se atribuyó el bombardeo israelí del viernes pasado contra un edificio residencial en un suburbio de Beirut que dejó al menos 45 muertos.
«La acción llevada a cabo por el ejército en Dahye (nombre del suburbio) es significativa, importante y poderosa», añadió, refiriéndose a las muertes del comandante Ibrahim Aqil y Ahmed Wahbi, líder de las Fuerzas de élite Radwan, confirmadas por la formación libanesa en este ataque israelí.
La situación en la frontera entre Israel y el Líbano se encuentra en su punto más crítico desde el estallido de la guerra en Gaza, cuando comenzó el intercambio de fuego cruzado entre ambos bandos, y la comunidad internacional teme una guerra regional al haber cada vez menos espacio para las vías diplomáticas.