El Desastre de la DANA en Valencia Ha demostrado que el Estado está desnudo. Que no hacemos más que mirarnos el ombligo con tonterías, con políticas de quinto grado, pero que a la hora de la verdad le hemos mostrado al mundo todos nuestros lástima. El gestión de desastres Ha sido otro desastre añadido a la propia DANA.
Hace una semana éramos otrosQue si Errejón y sus malas pasadas, que si Ábalos y sus amigos, que si el Fiscal General del Estado y su bochorno, Begoña y sus travesuras, el hermano artista que sigue desaparecido y de repente hace una semana el cielo se abrió literalmente y se desató un infinito. gota fría, seguramente impredecible en sus magnitudes y consecuencias.
Una semana después tenemos que reconocer que A la hora de la verdad, España y las autonomías son un despropósito, que el Estado no funciona y que con este gobierno menos. Hemos ido demasiado lejos en el descontrol de poderes, en la distribución del poder, en el caos de influencias. ¿Aquí quien manda? ¿Cuando hay que liderar la reacción ante la catástrofe, hay alguien ahí? ¿El presidente del Gobierno duerme tranquilo desde hace una semana hasta hoy?
Tenemos Mostramos al mundo lo peor de nosotros mismos.Seamos realistas, lo peor del desgobierno, lo peor de una España gira por bandos y partidosrota de dolor y desgarrada por territorios. Él El desastre, por supuesto, fue en gran medida imprevisible.pero luego fueron mal advertidos, si se dieron las alertas reaccionaron peor, reaccionaron fatalmente. La gestión de los días posteriores y he estado allí, ha sido lamentable. La magnitud de la catástrofe no se midió antes ni durante, pero ¿y después?
El La dura realidad es la de un Estado que no funciona.un reino de taifas, de reparto del poder entre partidos, entre administraciones, entre virreyes y sus camarillas. No somos un estado del primer mundo.Insisto, admitámoslo. El retraso en el despliegue del ejército, las imágenes de la miles de voluntarios caminando con palas y cubosLas escenas del domingo por la mañana son muy similares a las del tercer mundo. Junto a lo anterior, lo peor de lo peor, por supuesto, es que cientos de personas han tenido que morir ahogadas en el barro y el terror para darnos una bofetada a nuestra inútil realidad política y administrativa.
Ha tenido que morir tanta gente que todavía estamos muy lejos de saber cuántas fueron enterradas. por el barro, arrastrado hasta el mar. ¿Te imaginas morir así? Y todo ello con un Gobierno más preocupado por su ombligo que por las víctimas, por la imagen, maquillaje y planchado del presidente, más que por la ruina de cientos de miles de valencianos.
Y me imagino los cientos de asesores, los miles de pelotas pensando en el próximo discurso, en la próxima pose de su santidad, en cómo fingir un mínimo de empatía con las familias de los muertos, con las familias de los desaparecidos, cuando Él No tiene esa empatía. Y es que el una cercanía, como la valentía y la sinceridad que demostró ayer el rey, que no se pueden fingir.
Ah, y mi posdata. De las imágenes de ayer, yo me quedo con el rey manteniendo cualquier dignidad que quede. La poca dignidad que queda de este tipo de Estado fallido. Entre grita en el barro, soportando la ira desesperada e incontrolada de tantos arruinadosel rey estaba allí, mientras el presidente del gobierno se metía en problemas. Porque en efecto no puede salir a la calle y menos pisar el barro. Por supuesto, sus zapatos impolutos no van a quedar manchados por su santidad.