Estos días, y tras la tragedia vivida en la Comunidad Valenciana, hemos visto cómo la ciudadanía se ha volcado en ayudar a las víctimas. Miles de voluntarios han viajado hasta las poblaciones afectadas para aportar su granito de arena, dejando imágenes de solidaridad que han conmovido a medio mundo. Sin embargo, también han aparecido decenas de influencers en la zona sancionada por la DANA. Y aquí surge la pregunta de si han ido allí para apoyar a las víctimas o para obtener beneficio personal.
“Todo lo que implique ir a ayudar debe ser bien recibido”, subraya para La Vanguardia Ferran Lalueza, profesor e investigador de comunicación y redes sociales de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Pero a partir de ese marco mental, prosigue, reconoce que hay muchas maneras de ayudar, que algunas pueden ser muy «instrumentalizadoras» y que pueden tener como objetivo «generar la imagen de que eres solidario».
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Este experto también señala que algunos de los influencers que estos días han aterrizado o están anunciando que aterrizarán en Valencia para ayudar a vender suelen dar una imagen de «frivolidad», por lo que de vez en cuando buscan «lavar esa apariencia asociándose con causas benéficas”. . Explica que este lavado de imagen se ha producido en algunas ocasiones mientras viajaba a África, por ejemplo, y, en este caso, en una tragedia más cercana. Es en este sentido -sostiene- donde habría cierta disposición a «utilizar la tragedia para obtener un beneficio».
La lista de creadores de contenidos que, en los últimos días, están emitiendo desde la Comunidad Valenciana es larga. Desde Ángel Gaitán, con más de 130.000 seguidores sólo en la red social 365.000 seguidores en X, y el propio Pérez, con más de 110.000.
“Quienes muestran mayores evidencias de ayudar suelen ser los que quieren obtener el mayor beneficio”
Lalueza insiste en que no quiere meter a todos los creadores de contenidos «en el mismo saco». Sin embargo, señala que quienes «muestran más pruebas de que están ayudando», por ejemplo publicando constantemente vídeos repartiendo comida, botas o limpiando, suelen ser los que «más quieren obtener beneficios». Todo lo contrario que aquellos que no dedican tanto tiempo a enseñar lo que hacen y que “quizá ayuden más”.
También entiende que en un contexto de shock por las consecuencias de la DANA, hacer depender de qué contenidos -como moda u otros contenidos- para las redes sociales no estaría bien visto porque parece muy frívolo, por lo que se han obligado a hacer un “cambio de chip para sumarse a este movimiento social”.
Las redes son una jungla y los creadores de contenido hacen un poco lo que quieren sin tener que rendir cuentas a nadie”.
De forma similar lo ve Jordi Busquet, sociólogo de la Universidad Ramon Llull. “Como influencers entiendo que se deben a su comunidad, a la que quieren ofrecer contenidos actuales”. Sin embargo, destaca que las redes son «una jungla» y que los creadores de contenidos «hacen un poco lo que quieren sin tener que dar explicaciones ni rendir cuentas a nadie».
Defiende que «el mundo de las redes está en el paleolítico», que «no hay reglas ni convenciones» y que en ese contexto los influencers campan a sus anchas, cuando «tienen capacidad de hacer mucho daño».
Lo dice por su capacidad de convertirse en una cadena de transmisión de bulos o incluso de ser sus propios creadores. En este sentido, resulta paradigmática una de las publicaciones realizadas por Vito Quiles, junto a Alvise Pérez, que denuncia que se estaban tirando al vertedero camiones enteros con ropa en buen estado donados por la ciudadanía para las víctimas de la DANA en el municipio de Alfafar. Un concejal y el propio Ayuntamiento, a través de un vídeo, informaron que la ropa estaba dañada por la humedad.
Un vídeo publicado por Rubén Gisbert, colaborador del periodista Iker Jiménez, también generó mucha polémica -a su vez, en el ojo de las críticas por difundir- noticias falsas a través de su programa- en relación con el ya famoso aparcamiento de Bonaire, que quedó completamente inundado. Gisbert afirmó que había registrado la entrada de unos 700 coches al recinto, pero no su salida. Días después, y una vez drenada el agua del estacionamiento, afortunadamente no se encontró ningún cuerpo allí.