Cuatro emitió la noche del martes una nueva entrega del programa de citas más famoso de la televisión, Primeras citas. El espacio presentado por Carlos Sobera lleva más de 8 años al aire, logrando superar la barrera de los 2.000 programas. En todo este tiempo, miles de hombres y mujeres solteros han cruzado las puertas del famoso establecimiento con un objetivo: encontrar el amor.
Desgraciadamente no todo el mundo está enamorado, lo que da lugar a encuentros totalmente incómodos, como el de Ana y Nacho de este martes. La cantante valenciana (51) aseguró ante el equipo que lo que más llamó la atención de ella fue su físico, pero aclaró que «no era fuerte, que todo era genética».
Llevaba más de dos años sola porque se consideraba una mujer muy exigente. »Le pido a alguien que sea comprensivo, para que podamos ser un equipo, pero sin convivir», confesó. Su cita era Nacho (52), un guardia de seguridad madrileño apasionado por el deporte y el cine. »He tenido éxito con las mujeres, aunque me considero una persona normal», declaró. La primera impresión entre ambos no fue la esperada. «Físicamente, él no es mi tipo», dijo. »No me gusta», comentó el soltero.
Tras intercambiar sus primeras palabras, el presentador acompañó a los solteros hasta su mesa, donde Nacho comenzó la velada elogiando el buen aspecto físico de la soltera. »Hago ejercicio para estar bien, pero no me castigo, tengo mucha genética. «Soy delgada y musculosa», explicó.
Sin embargo, el interés del soltero fue por simple cordialidad, ya que el físico de Ana no era del todo de su agrado. »No me gusta su físico para nada, demasiado… la veo varonil. Una cosa es cuidarte y otra mostrar tus venas. «Me gusta la mujer más femenina», dijo.
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Ana, por su parte, tampoco quedó entusiasmada con la cita, ya que Nacho era demasiado mayor para ella. »Él no es mi tipo. Me gustan más jóvenes. Me miro al espejo y no creo que tenga 51 años y físicamente quiero algo parecido a mí y para eso tengo que acudir a hombres más jóvenes», aseveró. A pesar de su catastrófica primera impresión, los solteros decidieron mantener la compostura y continuar con la velada como si nada hubiera pasado.
En un momento de la cena, Ana dejó boquiabierto a Nacho al contarle que se había casado dos veces. Algo que chocó mucho con el pensamiento de Nacho, quien se mostró inflexible a la hora de volver a pasar por el altar. »Para volver a casarme, el Espíritu Santo tendría que bajar», comentó riendo. Momentos después, el madrileño volvió a llevarse una decepción al descubrir que la valenciana era una persona un tanto rencorosa. «No me gusta la gente que se guarda tanto las cosas para sí misma, eso no me conviene», dijo.
Como era de esperarse, ninguno de los dos estaba dispuesto a tener una segunda cita romántica, y así lo dejaron claro en la decisión final, donde no cerraron puertas a una posible amistad.