Fue el final de la proyección oficial de Yo soy Nevenka Y los aplausos estallaron en el Kursaal. El público no solo respondió con emoción a la película de Icíar Bollaín que hace justicia a la ex concejala que tuvo el valor de denunciar al ex alcalde de Ponferrada, Ismael Álvarez, por acoso sexual en 2001, mucho antes de que el escándalo MeToo sacudiera los cimientos de Hollywood. Una mujer, Nevenka Fernández, que acabó ganando en los tribunales pero perdiendo en el terreno social, motivo por el que tuvo que abandonar España por la incomprensión y el rechazo que provocó su decisión.
La noche del sábado fue la de Nevenka, que acudió por sorpresa a la proyección y recibió una gran ovación. La economista no pudo contener las lágrimas, cogida de la mano de Mireia Oriol, su alter ego en la película, y abrazada a Isa Campo, coguionista de la película que opta al premio más importante del festival de San Sebastián. «Gracias», dijo casi en un susurro al público que la estaba celebrando y, de esta manera, reafirmando el rechazo unánime a cualquier forma de agresión sexual.
La suya ha sido una historia que empezó en el terreno político con un hombre al que consideraba un amigo y acabó siendo un depredador, un Weinstein local que convirtió su vida en una auténtica pesadilla cuando solo tenía 24 años. Sus ataques de ansiedad, su deterioro físico y sus pensamientos suicidas le valieron solo 12.000 euros de indemnización. Ganó, sí, pero quedó marcada por el escrutinio público. Dimitió y salió con la cabeza bien alta y el apoyo del pueblo. Negó las acusaciones y nunca pidió perdón.
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Para Bollaín era necesario revisitar su caso y ver cuánto hemos cambiado como sociedad. “Hemos avanzado mucho, pero siempre hay una sospecha cuando una mujer denuncia un acoso”, reconoce. “Nos pareció adecuado entrar ahí, mostrarlo y sufrirlo para que el espectador pueda estar con ella”. Esta vez, y ya era hora, es Nevenka la que vuelve con la cabeza bien alta.