La primera alcaldesa de Cantabria nunca se sintió discriminada

San Vicente de la Barquera (EFE).- A sus 27 años, Celestina Sánchez fue elegida en 1979 como primera alcaldesa de Cantabria en el municipio de Val de San Vicente, un puesto en el que “nunca” se sintió discriminada y en el que se enfrentó a los problemas propios de la transición de la dictadura a la democracia que “cualquier alcalde hubiera tenido”.
“Yo creo que sí que la hay -una igualdad real- o por lo menos la ha existido. En mi época la ha habido. ¿Por qué no había más mujeres entonces? Porque éramos unas privilegios, yo fui a la universidad y tuve la posibilidad de estudiar”, asegura a EFE Sánchez en una entrevista en su casa de San Vicente de la Barquera.
Celestina Sánchez muestra varios recortes de periódicos, como la noticia del día en el que se sucedió el estatuto de autonomía de Cantabria, en la que figura como única mujer entre los miembros cántabros de la Unión de Centro Democrático (UCD).
Cuarenta y cuatro años después de esa foto, en Cantabria hay 16 alcaldesas en los 102 municipios de la región, y Celestina Sánchez anima a las mujeres a dar un paso al frente, aunque -remarca- “es una decisión personal”.
A pesar de ser la única mujer entonces, afirma que “nunca” se sintió “marginada ni con problemas”. “Totalmente aceptado”, asevera Sánchez, que sí advirtió de que en su mandato de cuatro años tuvo los “problemas” que “cualquier alcalde que hubiera entrado los hubiera tenido”.
Un oficio para “echar” al alcalde
“Ya pasó, tiene que señalar y no procede”, explica y asegura que una parte de su paso por política fue tratar de “acomodar el ambiente” al momento de la transición democrática.
Lo que sí ve Celestina Sánchez es una “invisibilización”, también hoy, de las mujeres que a ella le sirvieron como referentes, desde sus profesoras de la Facultad de Derecho a las maestras del medio rural, un oficio que reivindica por todo lo que “ aportó” a la sociedad.
Y considera que “es inútil” mirar al pasado “con los ojos del presente”. “Probablemente se hicieron cosas mal, pero buena fe hubo, y medios, no los había”, sentencia.
Propia de esos tiempos de cambio fue la “anécdota” que tuvo Sánchez con el anterior alcalde, que llevó “muchos años” ostentando el bastón de mando en Val de San Vicente.
“Yo llegué hacia las doce todos los días y llegué y me le encontré sentado en el despacho y con la correspondencia abierta”, cuenta la ex alcaldesa.
Esta “invasión” de su espacio utilizó un pequeño revuelo en el Ayuntamiento, que contaba solamente con un secretario municipal y dos policías que hacían labores administrativas, ya que nadie se atrevió a decirle nada a “don Domingo”. “Al final hicimos un oficio para que se fuera”, detalla.
En la politica, de paso
Sánchez, que ahora tiene 74 años, estuvo solo una legislatura al frente del municipio cántabro y el resto de su vida laboral ha sido abogada en su despacho de Potes, una profesión que compatibilizó con la de alcaldesa.
“Lo tenía muy claro, yo no iba a vivir de la política”, asegura y explica que se presentó en su pueblo con un “¿por qué no?” después de irse “lo más lejos posible” de él, a Salamanca, a estudiar.
“No tenía ninguna intención de presentarme ni mucho menos, pero un amigo de San Vicente, que después fue presidente de la Asamblea (Parlamento), Isaac Aja, me dijo Celes, nos hace falta gente y dije ¿por qué no? No había ideología ni nada. Dije, si puedo servir y hacer algo positivo ¿por qué no?”, insiste.
Fueron cuatro años marcados por el impulso de los servicios en Val de San Vicente, un municipio de 14 localidades, en las que “en la mitad de ellas” no había agua corriente. “Mi parte con la sociedad ya la he cumplido”, considera.
Sin embargo, no ve presente hoy en día en la política, esa vocación por “servir” y “buscar soluciones” a los problemas de la gente. “Me da la sensación de que los partidos políticos se han convertido en empresas privadas, donde la gente se agarra al sillón y no le suelta ni para atrás”, concluye.