VALENCIA. La explosión internacional del rock escandinavo se centra cronológicamente entre finales de los noventa y los primeros años del siglo XXI. Es decir, surgió en un momento en el que la escena grunge y la posterior estela de bandas de rock alternativo atormentadas e introspectivas estaba en claro declive y sin solución de continuidad. No hubo un relevo generacional con suficiente carisma para recuperar el interés del público ni el de la industria, que para entonces ya había chupado hasta la última gota de sangre de aquella escena surgida originalmente en Seattle que nunca llegó a convertirse realmente en un género musical en sí mismo. En Europa, muchos jóvenes que acababan de alcanzar la mayoría de edad idolatraban a bandas como Nirvana, jardín sonido cualquiera Alicia encadenada, pero en realidad habían llegado tarde a ese fenómeno, y además los había pillado muy lejos. En el fondo, no les pertenecía.
Dentro de la “música de guitarra”, la metal nuevo, otra cantera de almas rotas y traumatizadas, aunque con una propuesta sonora muy distinta a la que caracterizó a la generación anterior: bajos más destacados, priorización de la pesadez sobre la velocidad, chándales, pantalones caídos, algún que otro psicodrama escénico. Allí, ya lo sabemos, estaban Korn, Deftones, System of a Down, Herramientasetc.
El caso es que aquella juventud europea que estuvo a punto de dar paso al siglo XX quedó un poco huérfana de esa otra cara del rock arrolladora, enérgica y de discurso más ligero, pero que llevaba muchos años fuera de contacto. Había un espacio por reconquistar: rock de alto voltaje, rudo y festivo. Es en este contexto donde nuestros amigos nórdicos dan un paso adelante.
Vale la pena recordar que el éxito internacional del rock escandinavo a finales de los 90 no eclosionó como un huevo de mosquito. No surgió de la nada. En la escena underground, el entrelazamiento del metal con el heavy, el hardcore o el rock experimental estaba viviendo una época dorada en países como Suecia y Noruega. El año en que Los Planetas publicaron el célebre Una semana en el motor de un autobús, había una parte (pequeña, estoy de acuerdo) de la juventud española que vivía con la cabeza en Umea. Los grupos que nos mantenían despiertos por la noche eran Abhinanda, Incumplimiento, Puño levantado, casero y por supuesto Rechazado -autores, por cierto, del disco más disruptivo de su generación, La forma del punk por venir (1998)–. Y también estuvieron, cada uno con su historia, Burzum, Violencia, Meshuggah, Culto a Luna, sepultado y muchos otros. Y es ahí, en esa olla a presión de talento, donde asoma la gran ola del rock escandinavo, que en esta ocasión no tuvo reparos en buscar el éxito masivo a través de grandes canciones con mucho potencial comercial.
Los 70, la década inmortal
Esa ola “invasiva” englobó a bandas con elementos comunes, pero con personalidades y estéticas bastante distintas, como Bebés del patio trasero, Los panales, turbonegro cualquiera pegamentocifer, aunque hay cierto consenso sobre quién estaba “liderando” la refriega de todo eso. fueron llamados Los Hellacopteros y su líder, Nick AnderssonEra hasta entonces conocido fuera de su país por ser el baterista de la magnífica banda sueca de death metal. sepultadocreador de obras maestras del género como Lobezno azul (Dolor de oído, 1993).
Esta escena combinaba la energía protopunk de MC5 y los Stooges (es decir, de la escena de Detroit de finales de los sesenta y principios de los setenta) y la épica y grandilocuencia del hard rock. Se despojaron de todo prejuicio hacia el punteo de la guitarra y las poses manieristas; Rescataron los coros con el puño en alto, los coros, la dispersión como quintaesencia existencial, así como un sentido del humor que en general brillaba por su ausencia en el panorama musical del momento. Y lo arruinaron.
En los Hellacopters, Nicke deja las baquetas de su escenario de death metal y agarra la guitarra y el micrófono para emprender un viaje sin retorno hacia el rock de los setenta, la década inmortal. “En los años setenta todos los grupos sonaban muy bien, pero ninguno sonaba igual”, ha comentado en multitud de ocasiones. Con esta idea en mente, él y sus cómplices también se inspirarían en aquella época, pero sin imitar a ninguna banda en concreto. Lo harían también con directos antológicos, que cada noche sembraban legiones de nuevos seguidores en todos los países que visitaban. el fanatismo de Los Hellacopteros Sigue siendo, hasta el día de hoy, extremadamente fiel y dedicado.
El siguiente 29 de mayoLos aficionados valencianos tendrán la oportunidad de comprobar el estado de forma de la banda en el Sala Canal (Pinedo)donde presentarán las canciones de su octavo álbum de estudio, ojos del olvido (Explosión nuclear, 2022), que es además el primer trabajo con material nuevo que presentan en catorce años. También coincide con la salida de Grande Rock revisitadoun álbum doble que incluye las canciones remasterizadas del LP original de 1999 y también remezcladas añadiendo guitarras, percusión, pianos y nuevas pistas de coros adicionales.
En la formación actual de la banda, Nike Andersson presenta Robert Eriksson a la batería, con Anders “Boba” Lindström a teclados y guitarra y dregenmiembro fundador de Hellacopters y Backyard Babies, que regresa al combo sueco para reemplazar Robert DalqhvistMurió en 2017.
La banda debutó en 1996 con ¡Supermierda al máximo! (Man’s Ruin, 1998), aunque fue al año siguiente cuando el mundo se rindió a sus pies. Existe cierta controversia sobre cuál es el mejor álbum de The Hellacopters hasta la fecha -sobre todo porque su estilo evolucionó con los años hacia un sonido más melódico y riffs más limpios-, pero sin duda Pagando las cuotas (Subpopular, 1999) merece un lugar en esa lista de álbumes perfectos de aquellos días, en la que también se incluye Tipos de Apocalipsis (1998), de Turbonegro y Ven Vidi Vicioso (2020), por Las Colmenas.
The Hellacopters es un grupo que, sobre todo en su primera etapa, dejó al público agotado física y anímicamente. Volumen atronador, aceleraciones, derrapes, paradas en seco que te dejaban sin aliento. Estrofas impecables, melodías vocales de enorme elegancia y un aplomo escénico asombroso. El concierto del 29 de mayo nos ofrece también la rara oportunidad de disfrutarlos en sala, ya que últimamente sólo se ofrecen en festivales. El veterano cuarteto italiano The Peawees abrirá la noche.