Con la victoria del Frente Amplio en Uruguay, los titulares que condenan la Nuevo giro a la izquierda en América Latina. Estas rotundas declaraciones suelen ir acompañadas de artículos que se distinguen entre sí por estar escritos desde la euforia o el horror, pero que coinciden en utilizar el mismo argumento simplea la vez que exitoso, para explicar la realidad latinoamericana.
Él girismo tuvo su momento de gloria durante la década de 2010, con la llamada Marea Rosa (marea rosa). El uso y abuso de estos argumentos provocó que se prestara demasiada atención al bosque, descuidando el estado de los árboles y su papel dentro del grupo. No se prestó atención a si crecían torcidos, enfermos, parasitaban a otras especies o degradaban el suelo dejándolo sin nutrientes.
Es una narrativa circular donde los temas, unidos por líneas muy gruesas, impiden ver la diversidad y complejidad de la política regional y que, sobre todo, descarta toda información que contradiga las preferencias muy personales de los autores. Preferencias que, al mismo tiempo, se camuflan bajo la aparente objetividad de un dato, el signo del partido al que pertenece el presidente, para mantener la idea central de que la política en la región se mueve en una lucha maniquea permanente entre la izquierda y la derecha.
¿Cuál es el peligro de asimilar la realidad de la política con la tendencia ideológica del presidente? La primera y para mí la más importante es que Oculta la pluralidad entre países y dentro de los países.cuya comprensión es necesaria para comprenderlos. Así, si nos centramos en el hecho de que Brasil o Chile son países de izquierda porque gobiernan Lula da silva y Gabriel Boricrespectivamente, perdemos de vista que en las elecciones locales brasileñas de 2024 la derecha y la extrema derecha ganaron en 24 de las 26 capitales de estado, o que en Chile la derecha ganó más alcaldías que la izquierda este mismo año. Ante estos datos, ¿podría decirse que Brasil y Chile giraron hacia la derecha, a pesar de sus presidentes de izquierda?
Por otro lado, En la mayoría de los países latinoamericanos se utiliza un sistema electoral de doble vuelta que crea mayorías ficticias al obligar a un buen número de votantes a optar por su segunda mejor opción.. Cabe recordar que Lula obtuvo el 50,90% de los votos en la segunda vuelta frente al 49,1% de los Jair BolsonaroSólo una diferencia del 1,8%. ¿Se puede decir que Brasil es un país de izquierda?
En las elecciones colombianas Gustavo Petro Ganó con el 50,44% de los votos, pero Hernández, el candidato de la Liga de Gobernantes Anticorrupción que pasó a segunda vuelta, obtuvo el 47,3% de los votos al sumar a sus resultados de la primera vuelta casi un 20% más de votos. . También tenemos ejemplos en los que finalmente gana el segundo candidato de la primera vuelta, como pasó en Chile con Boric que había quedado atrás. José Antonio Kastel candidato de la derecha, o en Ecuador donde finalmente ganó Daniel noboaa pesar de que en la primera vuelta obtuvo un 10% menos que Luisa Gonzálezel candidato de la izquierda correísta.
Estos ejemplos ilustran cómo las gafas del girismo Evitan apreciar los matices de una realidad que se reduce a una tendencia, como si el resto de electores desaparecieran una vez finalizadas las elecciones. Tampoco tiene en cuenta que, en el legislativo, Los presidentes no suelen tener mayoría y en ocasiones las mayorías son incluso de signo contrario.. La pregunta es ¿cómo gobierna un presidente desde su posición ideológica cuando el parlamento del país es de otro color, como ocurre, por ejemplo, en Ecuador o Brasil?
Entre las visiones eufóricas está la del CELAG, una grupo de expertos Se autodefinió como un progresista que, tras la mencionada victoria del Frente Amplio, se apresuró a hacer circular un mapa de la región donde predominaba el color rojo. Las críticas no se hicieron esperar, centrándose en las diferencias entre los gobiernos pero, sobre todo, en la inclusión en el mapa de Nicaragua, Cuba y Venezuela junto a países como Brasil, Chile o Colombia cuyos gobiernos, en mayor o menor medida, se han distanciado de los primeros por su carácter autoritario.
Tanto es así que el propio director de dicho centro no tardó en publicar un desarrollo del post, que incluía, en mi opinión, un excusa no pequeña diciendo: «Este tipo de análisis es útil para evitar repetir el mantra del ascenso de la derecha en la región (Nota: entiendo perfectamente que algunos observen que ciertos gobiernos no son enteramente de izquierda. Eso es cierto, pero ganaron con una discurso más progresista. Además, esto no invalida la idea general detrás de este mapa)». Como se puede ver, la insistencia en estos argumentos a veces tiene más que ver con cuestiones propagandísticas que analíticas.
«La teoría del ‘gyrismo’ mete en el mismo saco realidades muy diversas y, sobre todo, nos lleva a pensar que existe una cierta coordinación en la política regional».
No comparto la teoría de los giros porque mete en el mismo saco realidades muy diversas y, sobre todo, lleva a pensar que existe un cierto tipo de coordinación en la política regional. Esto nos hace perder de vista la naturaleza de los procesos políticos internos y la alternancia electoral normal, así como la evaluación ciudadana de los gobiernos de turno antes de emitir su voto. No se puede negar el efecto del escenario internacional o la tendencia a la imitación en las políticas públicas que se da entre países vecinos, pero estas variables no son necesariamente las que explican el voto de los ciudadanos, más aún en un contexto de alta desafección o con sistemas de partidos débiles.
No quisiera terminar sin invitar a los líderes de opinión de izquierda a reflexionar sobre la defensa de los regímenes autoritarios con el argumento de que pertenecen a la corriente. Ante la pregunta de si la pareja presidencial nicaragüense Ortega-Murillo – tanto – es de izquierdas, yo diría que no por sus políticas públicas, la represión de la población o el recorte de libertades. Alguien podría contraargumentarme diciendo que Daniel fue el comandante victorioso de la Revolución Sandinista y que mantiene viva la denuncia del imperialismo yanqui, a lo que yo respondería, en la línea del Presidente Petro, cuando le recordó a Ortega que no sólo violó los los derechos humanos del pueblo de su país, pero también los de sus «compañeros de armas y de lucha contra las dictaduras».
francisco sanchez Es director del Instituto Iberoamericano de la Universidad de Salamanca. Aquí puedes leer todos los artículos que ha publicado en El Independiente