La Universidad Complutense de Madrid estudia -no hay ninguna decisión tomada- la posibilidad de eliminar grados, másteres o doctorados con poca demanda para intentar sobrevivir a su enorme crisis financiera, producto del estrangulamiento económico que vive la institución desde hace tiempo. 15 años, desde que los sucesivos gobiernos regionales del PP mantienen congelados los fondos. Cerró 2023 con un déficit estructural de 65 millones de euros y una dotación comunitaria de 375,5 millones en 2025 (además hay aportaciones menores de las tasas que pagan las familias y rentas varias), es imposible equilibrar nuevos presupuestos y el rector, Joaquín Goyache, ya anunció a su facultad que ampliará las actuales.
Esta medida en estudio, la supresión de títulos, se incluye en la lista de propuestas para recortar gastos y conseguir ingresos prevista para el profesorado de la UCM, que se reunió este viernes y a la que ha tenido acceso EL PAÍS. Entre otras iniciativas sobre la mesa, el rectorado baraja pedir a la Comunidad de Madrid que revise el precio de los másteres y pruebas para obtener la homologación de una titulación extranjera, y que recalibre el precio de una plaza en sus residencias universitarias (950 euros por este curso y una gran demanda) o para actividades culturales y deportivas.
Los rectores denuncian que reciben la misma cantidad que en 2009, cuando en valor real han perdido un tercio porque la inflación ha aumentado un 34% desde entonces. El próximo martes se reunirán con Ayuso para hablar de financiación a las puertas del debate sobre la modificación de los presupuestos de 2025, tras la demostración de fuerza de los rectores, que lograron el apoyo unánime de sus consejos de gobierno el jueves, celebrados a la misma hora. La salida de las seis universidades (Complutense, Autónoma, Politécnica, Alcalá, Rey Juan Carlos y Carlos III) sólo aumenta un 0,9% respecto a 2024 -1.052,3 millones, 9,4 millones más-, cuando los rectores llevan meses reclamando 200 millones más (18%). La UCM es la más afectada, por su tamaño (un millón de metros cuadrados construidos), el envejecimiento de su plantilla y el mal estado de edificios muy antiguos.
Los datos oficiales del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades cifran la ocupación media de estudiantes en las titulaciones complutenses en un 96%, pero hay ramas de conocimiento con más estudiantes de los esperados (este pequeño exceso está autorizado). Ciencias tuvo el año pasado un 107% de ocupación y Ciencias de la Salud un 112%. En ingeniería (98%) y ciencias sociales (93%) el porcentaje también es muy alto, pero cae drásticamente en arte y humanidades (83%). Previsiblemente, es en esta rama donde se centrará el estudio de la extinción de los títulos de grado de la UCM. El campus no detalla en el estudio qué títulos están en juego.
De facto, la eliminación podría suponer que estas titulaciones no se impartieran en ningún lugar de Madrid. Porque los centros privados sólo se centran en carreras con mucha demanda -y si dejan de tenerlas las quitan, como ha pasado con las carreras de ingeniería- y los públicos no las consideraron. La UCM es el único gran generalista. La Politécnica se centra en ingenierías, la Carlos III se ha especializado en ciencias sociales y carreras técnicas -ahora abre titulaciones de ciencias de la salud con enorme demanda-, la Rey Juan Carlos (creada en 1996) descartó las titulaciones que ya no tenían mucha oferta. tirón y los grupos se han cerrado para hacer frente a su escasa financiación.
La universidad pública fue tradicionalmente considerada la cuna del conocimiento en el que se basan los principios de una sociedad democrática y, por tanto, debe dedicarse a formar las cabezas de los estudiantes. Pero con el paso de los años y el desempleo universitario al alza (aunque inferior al de los trabajadores sin estudios), se ha impuesto una visión más utilitarista de los estudios, con la empleabilidad como principal objetivo. Si finalmente se eliminan calificaciones por falta de fondos, se cumplirá el presagio de los rectores, que han advertido en una carta abierta a Ayuso de su imposibilidad de «garantizar un servicio público de calidad».
Quitar carreras significa prescindir de profesores con contratos temporales y reubicar a los profesores titulares en otras carreras. La eliminación de una asignatura no afectaría en ningún caso a los alumnos ya matriculados, que mantendrían siempre sus convocatorias y horarios de clase.
En el capítulo de posibles recortes de costes, se elaborará un “informe de situación” para el personal docente, funcionarios e investigadores laborales y personal de servicios; pero en ningún momento el documento habla de despidos. Fuentes de la UCM aseguran que la intención de reducir plantilla no se transmite a las facultades desde el rectorado. Ese no es el estado de ánimo. También queremos «contener» el gasto en materiales y suministros y atención de protocolos, «amortizar» equipos o concienciar sobre el gasto energético. La calefacción ya es un bien de lujo.
Precios externos
En paralelo a la supresión de titulaciones, la UCM baraja la vía de inaugurar titulaciones a distancia o semipresenciales con alta demanda -lo que garantiza cubrir las plazas y generar más ingresos- y revisar la oferta de titulaciones de sus centros adscritos. Se analiza el modelo de gestión y precios de sus clínicas universitarias, que prestan servicio a la población con tarifas más bajas que las del mercado (análisis de salud, odontología, optometría, podología y psicología), así como la promoción de cátedras extraordinarias con convenios y financiación externa. institutos de investigación. Para becas y premios también se pretende contar con apoyo del exterior.
La UCM baraja, entre otras medidas, crear una unidad para captar fondos externos (donaciones, patrocinios), comercializar la marca Complutense, alquilar más espacios o presentarse a más convocatorias de subvenciones para edificios BIC (Bien de Interés Cultural).