lágrimas de plata | periódico del sur

«La plata es siempre la medalla más amarga, pero la de Barcelona fue nuestra final. Perdimos una oportunidad única que no se volverá a repetir». Un tiempo después de perder tras tres prórrogas ante Italia, ante la presencia de 18.000 aficionados españoles que abarrotaban las gradas de las piscinas de Picornell, Manel Estiarte, el Maradona del waterpolo, seguía lamentándose. ante un alto ejecutivo del Comité Organizador de los Juegos de 1992.
Ver a esos macizos llorando a carcajadas hizo que el cabello de todos se pusiera de punta. Una plata esterlina era como el fin del mundo. Nadie imaginaba entonces que cuatro años después, en el Georgia Tech Aquatic Center de Atlanta, la mejor generación histórica del waterpolo español ganaría el oro olímpico tras vencer en la final a Croacia (7-5). En el banquillo ya estaba Joan Jané, muy diferente en sus métodos al ogro balcánico Dragan Matutinovic.
«Esa derrota del Barcelona ante Italia en la última jornada de los Juegos nos endureció y sirvió de lección para Atlanta. Entendimos que para jugar finales hay que hacer una pausa y poner la tensión donde debe estar. Demasiada emoción no lleva a ninguna parte”, concluyó Miki Oca, actual entrenadora femenina.
El madrileño, precisamente, no se quitó el estigma de perder del 92 al 96. Tuvo la última opción para el empate en una acción que hizo contener la respiración a todos, después de que el brazo de Gandolfi hiciera el 9-8 para los ‘azzurri ‘. «Era un disparo que tenía muy interiorizado, con un giro de muñeca para engañar al portero. Cuando me llegó el balón, estaba seguro de que sería gol. Pero el balón pegó en el larguero y cayó suavemente al agua.
Hasta esa final, España avanzó con solvencia. 12-6 a Holanda, 11-6 a Grecia, 8-5 a la poderosa Hungría en una exhibición del portero Jesús Rollán, ahora tristemente ausente, 9-9 a Italia y 12-10 a Cuba para terminar líderes de grupo. En semifinales, Estados Unidos, un bloque muy duro y muy físico. Los locales vencieron por 6-4 y llegaron a la final con magníficas sensaciones. Una cita en la que siempre tuvieron que nadar contra corriente (1-4 tras el segundo cuarto y 3-6 tras el tercer capítulo de una batalla submarina), salvo cuando Estiarte, de penalti, les adelantó en la prórroga. Pero la tensión, los nervios, el exceso de adrenalina y las ganas desmedidas de “tragarse las comepizzas” se volvieron contra España.
De camino al podio, el grupo se dividió entre los autómatas y los desconsolados, los que dibujaban una mirada vacía y perdida, y los que no encontraban consuelo. “Aquí no se acaba el mundo”, gritó Matutinovic, el técnico paramilitar al que recurrió la Federación para sustituir al amistoso catalán Toni Esteller en busca del oro olímpico, y que fracasó en la final ante su compatriota Ratko Rudic.
El ‘sargento’ croata
«Fue una etapa difícil, larga, dura, horrible… quizás necesaria, seguramente necesaria, pero un infierno». Así recuerda Estiarte, capitán de ese equipo, los tres años que les dirigió el ‘sargento de hierro’. Sus palabras están recogidas en el documental de TV3 ‘Aigua, infierno y cel’ junto a las de otros excompañeros como Salvador Gómez ‘Chava’, que sufrieron en sus carnes un régimen militar.
Todos recuerdan las durísimas concentraciones en el complejo Aynos Park Andorra. Todos los días, 10 kilómetros de carrera por montaña, 12.000 metros en la piscina, sesiones exigentes en el gimnasio e incluso partidos de fútbol de 90 minutos en un campo reglamentario. «Cada vez que subíamos a Andorra se me caían las uñas del dedo gordo de cada pie», confiesa ‘Chava’. “Quien no acataba sus órdenes, se exponía al castigo”. “Creía que, con esa forma de trabajar, el que era fuerte aguantaría y el que no lo fuera, se separaría del grupo”, dice Oca. “Fue un entrenamiento psicológico brutal”, dice Jordi Sans. “Como no podías darle hostia al entrenador, llegabas a la pared, dabas un grito y te sentías cómodo”, dice Marc Antoni González. «No te dejaba ni ir al médico; Jesús Rollán tuvo que escaparse para ir al dentista”, añade Gómez.
Pedro García, que se hizo popular años después con los programas de ‘coaching’ de la televisión, contó una anécdota brutal en aquel documental. Cogí unos cubitos de jamón de la mesa del cuerpo técnico y nos dejó a todos sin comer. Los jugadores tuvieron que aguantar insultos, humillaciones e irrespetos en Andorra, el ‘paraíso de los Pirineos’ que todos quieren olvidar. “Nadie vuelve a visitar una prisión y ese es mi recuerdo de Andorra”, concluyó Gómez. Matutinovic lo justifica todo porque “era un grupo bastante indisciplinado y todo se hacía en base a la final olímpica. Había que trabajar y saber sufrir. Por eso hicimos cosas que un jugador de waterpolo no suele hacer.
Para alegría de ambos, en 1993 Matutinovic fue despedido. ‘Toto’ García confiesa que casi lo golpea cuando lo castigaba sin poder salir de la habitación en Sheffield. En aquella Eurocopa, el técnico croata fue sancionado con 12 partidos de suspensión por agredir a un árbitro. Con Matutinovic, tres platas y un bronce en tres años. Con Jané, una corona olímpica y dos mundiales, en Perth’98 y Fukuoka’01.