Laura Kukuk es una especialista en coches clásicos solicitada internacionalmente. Esta mujer de 30 años dirige junto con su padre la empresa de ingeniería Kukuk en Overath, a unos 30 kilómetros al este de Colonia. Es un negocio global.
Muchos viajes para determinar la originalidad de un vehículo o el valor de una rareza. «Detrás de cada coche hay personas especiales y su historia. Ésa es la fascinación que me mueve”, dice Kukuk.
Reconstruir la historia de un coche, comprobar su autenticidad y analizar el mercado son tareas de un detective. «A veces me siento como Sherlock Holmes», dice Kukuk. Aunque pronto se familiarizó íntimamente con el trabajo de su padre, al principio mantuvo las distancias. «En su adolescencia era bastante reacio. Fui a una escuela de idiomas y dibujo en Florencia », dice. La creatividad sigue siendo una parte importante de su vida. A menudo se encuentra con amigos en exposiciones de arte o expresa sus sentimientos sobre el lienzo en el caballete. A veces, sin embargo, recorre el Rin con su monopatín o sus esquís acuáticos.
Siempre tuvo esa curiosidad técnica. Antes de terminar el instituto, hizo prácticas en un tuner Porsche y en el equipo Kremer Racing. Posteriormente, no estudió diseño de automóviles, como había planeado inicialmente, sino ingeniería mecánica y tecnología del automóvil.
Continuó con una pasantía en McLaren Automotive y un año como ingeniera de desarrollo en Woking, Inglaterra. Tras finalizar sus estudios se incorporó al negocio familiar. “Me atraía explorar la historia y el alma de un automóvil clásico en lugar de crear algo bastante anónimo como ingeniera”, dice.
Utilizar métodos científicos para obtener los datos más objetivos posibles. Ella y su padre son conocidos en todo el mundo por ello. «Consideramos que la fuente es el propio vehículo y no sólo lo que está escrito en los periódicos», afirma. Sus herramientas incluyen escaneo 3D, medición del espesor de capas de pintura, ultrasonido y espectroscopia para análisis y datación de materiales. A esto se suman conocimientos históricos, minuciosidad y artesanía.
Detrás de cada coche hay personas especiales y sus historias.
FP
Cada automóvil tiene una historia, y una de ellas trata sobre un Porsche 934 Turbo RSR de 1976 de color amarillo brillante que alguna vez compitió en Le Mans. En el sur de Inglaterra debía examinar el coche de carreras en busca de un posible comprador. Quería viajar con ella en un jet privado, pero Kukuk tomó el vuelo regular. Para ella es importante ser independiente. El cliente acudió a la cita con su esposa y sus hijos. «Lo primero que hicimos fue arrancar el motor y a todos se nos puso la piel de gallina. Fue agradable sentir el entusiasmo de toda la familia», recuerda. «Luego, cuando me tumbé debajo del coche y vi las marcas de desgaste, inmediatamente se reprodujo ante mis ojos una película de mí golpeando las aceras en Le Mans».
El Porsche 911 la acompaña en su trabajo y en su historia familiar. Su padre llevaba regularmente a Laura y a su hermano de vacaciones a esquiar en un 911 beige Sahara fabricado en 1966. «Yo asocio el 911 con mi infancia», dice Kukuk. Para ella, los coches viejos son algo cotidiano. Entonces, cuando algo se rompía, los niños ayudaban a arreglarlo. Aquel 911 fue sustituido más tarde por el 964 en el raro tono verde, que sigue siendo el coche familiar en la actualidad.
gn buss
