Los aranceles a los coches eléctricos chinos entran en vigor mientras persisten “lagunas importantes” en las negociaciones de la UE con Pekín

Ya es oficial: los vehículos eléctricos fabricados en China tendrán aranceles extra en la Unión Europea de entre el 35,3% y el 7,8%. La decisión, que quedó en manos de la Comisión Europea debido a la división de los Estados miembros, fue publicada este martes en el Boletín Oficial de la UE y entra en vigor este miércoles tras el fracaso en las negociaciones con Pekín. Aunque fuentes comunitarias señalan que se han producido «avances» en las últimas semanas, persisten «lagunas importantes» que impiden al Gobierno comunitario dar marcha atrás.

La introducción de estos tipos, que se suman al actual 10%, ha sido la gran medida adoptada por la UE para afrontar la guerra comercial con Pekín. Ursula von der Leyen anunció durante el último debate sobre el estado de la UE en septiembre de 2023 una investigación sobre las subvenciones que el Gobierno chino concede a la industria del automóvil, cuyo mercado no absorbe toda la fabricación y está inundando el europeo. La intención de Bruselas era evitar una situación como la de la energía solar en la que China se convertía en potencia en el mercado comunitario en detrimento de las empresas europeas gracias a sus ayudas estatales.

Una vez que la investigación concluyó que se estaba produciendo competencia desleal, se empezaron a aplicar aranceles, pero sólo en forma de garantías bancarias. Desde entonces, las negociaciones con el gobierno chino se han intensificado. Ha habido reuniones de alto nivel -la última una conversación telefónica entre el vicepresidente ejecutivo Valdis Dombrovskis y el ministro de Comercio, Wang Wentao- y, sobre todo, de perfil técnico, pero no se han dado las condiciones para llegar a un acuerdo eso permitiría revertir.

Desde el primer momento, China se ha opuesto a la retirada de las subvenciones, por lo que la negociación se ha centrado en un “compromiso de precios” por el que los exportadores se comprometen a no vender por debajo de una cantidad previamente determinada. Eso eliminaría la ventaja competitiva que tienen los vehículos fabricados en el gigante asiático sobre otros. Sin embargo, las ofertas que el Gobierno chino ha hecho hasta ahora son «insuficientes», según fuentes comunitarias, que ven no obstante algunas «mejoras» en las últimas propuestas.

«Se han logrado algunos avances en estas discusiones para llegar a un compromiso que cumpla con nuestros criterios legales, pero aún no hemos llegado a ese punto», afirman esas fuentes que subrayan que el objetivo es «defender la industria europea». “Se trata de intentar nivelar el campo de juego y tener una competencia justa”, explican.

A medida que persistan “brechas importantes”, se empezarán a aplicar aranceles. Durante el proceso se han rebajado ligeramente los porcentajes de “ajustes técnicos” y “corrección de errores” que se han identificado como la doble imposición de algunas emisiones iniciales. Finalmente, las empresas que no hayan cooperado con la investigación y SAIC tendrán tipos extra del 35,3% y, en términos generales, las que cooperaron, del 20,7%. Por debajo estarán Geely (18,8%), BYD (17%) y Tesla (7,8%) quienes negociaron por su parte.

“Los importadores pueden solicitar un reembolso si consideran que su productor exportador no está subvencionado o si su margen de subvención es inferior a los derechos pagados por los importadores. «Esta solicitud debe estar debidamente justificada y respaldada por las pruebas respectivas», señala la Comisión Europea en un comunicado.

División en la UE por intereses económicos en China

Los aranceles han agitado aguas dentro de la UE. La industria automovilística europea se ha opuesto a esta decisión dado que numerosos fabricantes exportan desde el gigante asiático y la decisión les pasa factura, además de temer contraaranceles. Eso ha llevado a países como Alemania a hacer campaña contra la decisión de la Comisión Europea.

Los importantes intereses económicos de muchos países de China también se han cruzado. Durante una visita a ese país, Pedro Sánchez cambió la posición que había mantenido España y pidió “reconsiderar” la aplicación de aranceles. El movimiento molestó a Bruselas, donde le acusaron de anteponer los intereses de España para obtener suculentos contratos de ese país, como dos fábricas de automóviles. También es uno de los países más afectados por las represalias anunciadas por Pekín: aranceles a la carne de cerdo (uno de los principales sectores exportadores de España), licores como el brandy y productos lácteos. La Comisión Europea ha iniciado una pelea ante la Organización Mundial del Comercio porque considera infundada la acusación de China de competencia desleal en estos ámbitos.

Finalmente, España se abstuvo en la votación final en la que la división dentro de la UE era evidente: diez países se mostraron a favor de aumentar los aranceles, cinco los rechazaron y la mayoría (doce) se abstuvo.

Derribar los aranceles requirió una mayoría cualificada en la UE (al menos quince estados miembros que representan el 65% de la población habrían tenido que votar en contra), por lo que la Comisión Europea siguió adelante. Ursula von der Leyen busca también un gesto duro ante la guerra comercial en un momento en el que Europa prácticamente necesita reinventarse para aumentar su competitividad.

Los aranceles que ahora entran en vigor lo hacen por un periodo de cinco años. Sin embargo, las conversaciones con el Gobierno chino continúan y es posible llegar en cualquier momento a un acuerdo que permita revertir la imposición. De hecho, la Comisión Europea recuerda que se puede negociar con los exportadores de forma individual.