Tras el éxito de Los Morancos en Sevilla a principios de año, el Centro Cartuja se preparaba para volver a acoger Cinco noches de risas. A pesar de ser un día laborable, las butacas del teatro se llenaron a medida que se acercaban las ocho y media, hora prevista para el inicio del espectáculo. La espera estuvo amenizada por una pareja de policías que patrullaban la platea como si de una cárcel se tratase, interactuando con el público asistente, llegando incluso a esposar a quienes se atrevían a pedir una fotografía.
El ambiente se cargó de energía mientras los espectadores se agolpaban para presenciar el espectáculo de Los Morancos, que ya habían dejado su huella en el teatro con cinco días consecutivos de lleno en enero. Ahora, Los Morancos afrontan el reto de otras cinco nuevas funciones, y el entusiasmo del público era palpable, quienes saludaron el inicio del espectáculo con una gran ovación. Sin embargo, esta vez no se trataría de un espectáculo convencional. Bajo el lema ‘El humor está en el centro de atención y los comediantes están en el punto de enfado’Los hermanos Jorge y César habían preparado una propuesta única y desafiante, que iba en contra de las reglas y sacudía conciencias. La trama comenzó con un giro inesperado: la nueva ‘Ley Mostaza’ había transformado el panorama del humor, imponiendo restricciones tan severas que todos los humoristas del país, incluidos Los Morancos, acabaron tras las rejas.
Un auténtico escándalo que despertó la preocupación de Omaíta, que declaró que «estaba loca» por volver a la ciudad de Sevilla, pero este reencuentro no sólo era esperado por los humoristas, sino también por los sevillanos, que No paraban de reírse de cada chiste lo que hicieron, independientemente del tema. Abordaron temas de actualidad como la subida de precios o la salud mental, pero siempre cambiándolos con mucha agilidad, dando así a la noche un ritmo imparable. A lo largo de la velada, los hermanos Cadaval se turnaron en el escenario para dejar salir a múltiples personajes como el rey Carlos III o Camila Shand, que fueron parodiados con maestría, con ingenio y aguda sátira. Desde políticos hasta celebridades, nadie escapó al agudo ingenio de Los Morancos. Dejándose llevar por improvisaciones en directo, y versionando temas como ‘Quiero morir’, ‘Despacito’ o ‘Nochentera’, consiguieron sumergir al público entre risas y aplausos en un mundo donde el humor es capaz de desafiar hasta el reglas más estrictas.
Un espectáculo para llorar de risa
Jorge y César de repente se encontraron en un ambiente hostil y peligroso, teniendo que aprender a sobrevivir en el complejo mundo carcelario. La tensión entre los hermanos era evidente, pues cada uno afrontaba la situación a su manera. Mientras César lo intentaba mantén el ánimo en alto con tu humor característico y su lado más flamenco, Jorge afrontó su enfado formando parte de una tribu urbana. Formándose así un duelo entre artistas de flamenco y reguetón, con el que aparecieron en escena Ken Appledorn y Charini. Aunque el vínculo fraternal de estos hermanos se mantuvo firme, y juntos intentaron encontrar una salida a su inesperado encierro.
Mientras tanto, sus personajes más conocidos, Omaíta y Antonia, se embarcan en una loca misión para liberarlos. Sus intentos, aunque bien intencionados, sólo consiguieron complicar aún más las cosas, hundiendo a los personajes en situaciones aún más locas. Finalmente, tras dos horas de risas continuas y mucha complicidad con los asistentes, estos hermanos sevillanos consiguieron escapar de su encierro, no sin antes mostrar su agradecimiento al público que después de 45 años les sigue apoyando. Con una ensordecedora ovación, el Centro Cartuja se despidió de estos genios del humor, que siguen reivindicando la importancia de la comedia a través de carcajadas.