La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, vuelve a desafiar tanto a los tribunales de su país como a la normativa europea en materia de asilo e intentará de nuevo, a partir del próximo lunes, una segunda deportación a Albania de migrantes rescatados en el Mediterráneo. Según confirman fuentes oficiales, con la llegada del buen tiempo y la reanudación de las llegadas de barcos por mar procedentes de Libia y Túnez, el buque militar Librael mismo que realizó el primer viaje, se ubicará a 20 millas de la isla de Lampedusa, fuera de aguas territoriales italianas, para comenzar a recoger náufragos y luego navegar hacia Albania.
El Gobierno italiano de extrema derecha insiste así en su plan tras el fracaso de su primer juicio, que comenzó el 16 de octubre, cuando las primeras 16 personas trasladadas acabaron siendo trasladadas a Italia de todos modos en tres días. Dos de ellos por ser menores de edad, dos por encontrarse en condiciones de vulnerabilidad y el resto, por decisión de un tribunal de Roma que no validó su retención, en base a una reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
El revés judicial ha puesto en peligro toda la modelo albanésEl plan estrella de Meloni contra la inmigración ilegal y apoyado por la Comisión Europea como respuesta «innovadora» al problema, pero ella ha decidido seguir adelante. Ha aprobado un decreto ley que busca obligar a los magistrados a obedecer al Ejecutivo, ya que la norma anterior era de rango inferior y considera que es de obligado cumplimiento.
Es decir, en cuestión de días habrá una segunda ronda de combate entre el Gobierno de extrema derecha y la justicia italiana, con un desenlace más que incierto, porque en realidad el choque de fondo es con la actual legislación europea, de 2013, que los tribunales italianos afirman que se limitan a aplicar como norma superior de derecho. Según el Gobierno, sin embargo, los jueces italianos han malinterpretado la reciente sentencia europea y espera que ahora la interpreten como desea el Ejecutivo. Además, subrayan, la normativa europea cambiará en 2026, con la entrada en vigor del polémico pacto migratorio de la UE, y será ya la misma que aplica ahora Italia. Los jueces responden a este argumento que esto será en 2026, pero no hasta entonces.
El conflicto ya ha dado lugar a un procedimiento previsto desde el principio: un tribunal de Bolonia, ante un caso de solicitud de asilo, ha presentado esta semana una solicitud al tribunal europeo para aclarar qué debe hacer y confirmar que ha que aplicar la norma europea y desobedecer la ley italiana. El problema es que la decisión del Tribunal de Justicia de Luxemburgo tardará meses. Meloni no puede esperar tanto.
Viabilidad del protocolo
Lo que está en juego es la viabilidad del controvertido protocolo rápido, aprobado por Italia hace un año y medio, para la detención de inmigrantes en la frontera, en este caso en Albania, el rechazo rápido de las solicitudes de asilo y repatriación. Es la base de modelo albanéspero según los tribunales italianos, que deben validar el proceso caso por caso, no se ajusta a la normativa europea. Con la primera deportación, la sección de inmigración del tribunal de Roma rechazó la petición de las autoridades, tomando como referencia la doctrina del tribunal europeo sobre los llamados países seguros a la hora de tramitar o no una solicitud de asilo. Es el concepto clave sobre el que se origina el conflicto jurídico.
Un país seguro es aquel en el que se respetan los derechos humanos y, por lo tanto, se presume que sus ciudadanos no tienen motivos para buscar asilo. Es decir, para Italia significa que se les puede aplicar este protocolo rápido de rechazo de su solicitud, sin siquiera permitirles la entrada al país. Hay otras condiciones: sólo se seleccionan hombres adultos y sanos que sean rescatados en aguas internacionales por barcos de bandera italiana.
El Gobierno Meloni tenía una lista de 22 países de origen seguros y si una persona rescatada en el mar proviene de uno de esos países significa que puede ser deportada a Albania. El problema es que los criterios de la sentencia europea son más restrictivos que los italianos: basta con que no se respeten los derechos humanos en una zona de un país o que haya un grupo perseguido para que todo el país sea considerado inseguro . Redujo esa lista a sólo siete países y dejó fuera a todos los principales países de origen de las llegadas por mar a Italia, como Bangladesh, Egipto, Libia o Túnez. En resumen, inutilizó todo el plan de Albania, con un coste mínimo estimado por el Gobierno de 635 millones en cinco años.
El primer test del Gobierno italiano chocó de lleno con esta realidad: los 12 inmigrantes recluidos en el campo de internamiento de Gjadër eran procedentes de Bangladesh y Egipto, considerados inseguros según los baremos de la sentencia europea, y, por tanto, el tribunal de Roma no validó su retención. En los próximos días se repetirá la misma escena, y el desenlace marcará el éxito o el fracaso de la modelo albanés.
Italia ha modificado ligeramente su lista de países seguros, donde considera que no hay violaciones de derechos humanos, para poder deportar a sus ciudadanos a Albania. Lo ha reducido de 22 a 19, y son los siguientes: Albania, Argelia, Bangladesh, Bosnia Herzegovina, Cabo Verde, Costa de Marfil, Egipto, Gambia, Georgia, Ghana, Kosovo, Macedonia del Norte, Marruecos, Montenegro, Perú, Senegal , Serbia, Sri Lanka y Túnez.
Por el contrario, según la sentencia europea, sólo siete estarían a salvo: todos los europeos menos uno. Es decir, Italia sólo podría trasladar a Albania a los ciudadanos de estos Estados, sin apenas llegadas por vía marítima: Albania, Bosnia Herzegovina, Cabo Verde, Kosovo, Macedonia del Norte, Montenegro y Serbia. En el choque entre estas listas reside el conflicto que ahora vuelve a surgir.