Ningún caso a la AMIC | periódico del sur

«Se cantó el fracaso de los Juegos Olímpicos de Atlanta’96, considerados los peores de la historia». Así lo afirman hoy los altos directivos del Comité Organizador de Barcelona’92. Ciudad de negocios, centro de transporte y sede de Coca Cola, la capital de Georgia tomó el relevo de la ciudad de Barcelona, pero fue prepotente y apenas escuchó las experiencias y consejos de sus antecesores.
Basándose en la máxima de que “los Juegos son lo que explican los periodistas en sus respectivos países”, Barcelona’92 supuso una revolución en tecnología e informática al servicio de más de 12.000 periodistas acreditados. Debido al secretismo de los surcoreanos ya la escasa información obtenida sobre lo ocurrido en Los Ángeles’84, cada vez que los estadounidenses querían cobrar por algún reportaje, en el COOB’92 consiguieron innovar. Aprendieron algo más sobre las vicisitudes en los Juegos de Invierno de Calgary, pero ni siquiera había páginas para periodistas en su centro de prensa.
Barcelona implantó un sistema de intranet de última generación denominado AMIC, acrónimo de Acceso Múltiple a la Información y la Comunicación. Permitió a la familia olímpica (prensa, atletas, federaciones, jueces, vips, organización, seguridad, voluntarios, etc.) acceder a múltiples servicios en los cuatro idiomas oficiales de los Juegos: calendario, resultados, biografías, historias, transporte, meteorología e incluso mensajería personal privada y buscapersonas (‘beeper’).
Alrededor de 2.000 terminales de acceso distribuidos en 95 instalaciones y trabajo para 500 reporteros, 100 redactores distribuidos en 42 redacciones, 20 traductores y 85 técnicos. No faltaba nada en el Centro Principal de Prensa de 100.000 m2, el doble del tamaño de Seúl. Las 82 líneas de transporte de autobuses para periodistas reflejan la dimensión del evento.
Hasta poco antes de la inauguración hubo suspenso porque no funcionó la tecnología implantada por Telefónica para dar respuesta al doble reto de 1992: los Juegos y la Exposición Universal de Sevilla. Eran asuntos de Estado y todo se arregló a tiempo.