en eso Reino UnidoUno de cada diez niños llega a la escuela primaria clasificado como obeso, una cifra alarmante que refleja la gravedad de la crisis de obesidad. obesidad infantil en el país. En este contexto, los expertos en nutrición advierten que determinadas prácticas dietéticas arraigadas en las familias podrían estar agravando este problema.
Entre ellos, la tradición de Obligar a los niños a terminar toda la comida en sus platos.una costumbre que, lejos de ser inofensiva, podría tener consecuencias negativas en la salud de los más pequeños.
Una encuesta reciente de la Fundación británica de nutrición (BNF) reveló que el El 37% de los padres en el Reino Unido obligan siempre o con frecuencia a sus hijos a consumir todo lo que les sirven. Además, la mitad de estos padres reconoce permitir una segunda ración al menos una vez a la semana.
Estas cifras, combinadas con el aumento de la obesidad infantil, llevaron a los expertos a preguntarse si este enfoque alimentario, basado en reglas rígidas en torno a los alimentos, es realmente beneficioso para los niños.
La práctica de exigir a los niños que terminen su comida tiene raíces culturales y sociales, pero hoy se cuestiona su relevancia. Bridget Benelamgerente de comunicaciones de nutrición del BNF, explicó que «El tamaño de la porción es un factor crítico eso no se puede ignorar”. Y agregó: “Se ha demostrado que grandes porciones de alimentos fomentan un mayor consumo tanto en adultos como en niños”.
Esto sugiere que servir porciones excesivas y luego exigir que se consuman por completo puede contribuir a comer en excesoun hábito que podría estar relacionado con el aumento de peso a largo plazo.

Los expertos señalaron que esta práctica podría interferir con la capacidad de los niños para regular su propio apetito. Según las investigaciones, obligar a un niño a comer cuando ya está satisfecho puede alterar las señales naturales de hambre y saciedad que el cuerpo utiliza para autorregularse.
En lugar de aprender a comer cuando tienen hambre y dejar de comer cuando se sienten llenos, los niños pueden asociar comer con una obligación, ignorando las señales fisiológicas de su cuerpo.
Sin embargo, la idea de permitir que los niños dejen comida en el plato no está exenta de críticas. Algunos consideran que esta actitud podría interpretarse como una indulgencia hacia los caprichos infantiles, especialmente ante la conocida selectividad alimentaria de los niños. Los padres tienen la responsabilidad de garantizar que sus hijos consuman todos los nutrientes necesarios para su crecimiento y desarrollo.
Por otro lado, muchos padres se enfrentan a una presión emocional a la hora de abordar la alimentación de sus hijos, lo que les lleva muchas veces a emplear estrategias basadas en la culpa. Es común escuchar frases como: “¿Qué pasa con los niños que no tienen suficiente comida en otras partes del mundo?” Se utiliza para persuadir a los niños de que no dejen comida en el plato.
Este tipo de argumentos, aunque bien intencionados, refuerzan la percepción de que desperdiciar alimentos es inaceptable, sin tener en cuenta el posible impacto negativo que estas tácticas pueden tener en el bienestar emocional y físico de los niños.
Expertos como Bridget Benelam coinciden en que La alimentación debe ser una experiencia placentera.tanto para niños como para adultos. En lugar de centrarse en reglas estrictas sobre cómo terminar los platos, los padres pueden adoptar estrategias más flexibles, como servir porciones más pequeñas y permitir que los niños pidan más si todavía tienen hambre.

Un ejemplo notable es el enfoque utilizado por príncipe felipe en sus cenas en Windsor, donde permitía que los invitados se sirvieran ellos mismos, pero advertía que dejar comida en el plato se consideraba de mal gusto. Si bien esta norma busca inculcar respeto por la comida, también respeta las preferencias individuales y las señales de saciedad, ofreciendo un modelo que podría adaptarse al contexto familiar.