Los expertos diferencian entre tejido adiposo subcutáneo y visceral, ya que este último es el más preocupante
10 de diciembre de 2024 . Actualizado a las 10:36 am
Allá por 2015, internet y las redes sociales volvieron a poner el foco en el físico de las personas. Unas fotos del actor Leonardo Dicaprio en traje de baño popularizaron el término fofisano. Tal fue el impacto de esta nueva (por entonces) tendencia que la Fundéu, de la Real Academia Española, tuvo que aclarar cuál era el significado de esta palabra: «Se refiere al tipo de hombre que, a pesar de cuidar de sí mismo y haciendo algo de deporte, cede con cierta frecuencia a las tentaciones (pizza, cerveza…) y luce cierta barriguita. «Así es aproximadamente como define el concepto en un blog de una joven norteamericana que puso de moda el término inglés hace apenas unas semanas», señala la entidad.
Mientras tanto, usuarios de las diferentes plataformas intentaron resumir, con sus propias palabras, esta nueva aspiración frente al espejo: «El fofisano, el equilibrio entre la barriga cervecera y el ejercicio», dijo con humor uno de ellos.
Pese al furor del momento, la moda pasó página y el concepto quedó en el pasado para alivio de los profesionales médicos: «El exceso de grasa siempre causa complicaciones. Quizás la persona tenga análisis perfectos y ninguna alteración metabólica, pero puede tener más dolores articulares». o mayor dificultad para respirar», explica el médico. Irene Bretóncoordinador del área de obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (VISTO), quien añade: «Es más, cuidado con pensar que, porque los análisis de sangre son buenos, la obesidad no es un problema. Es cuestión de tiempo que aparezcan las alteraciones derivadas de esto», afirma.
El experto de la entidad no dice que todas las personas, ya sean activas o pasivas, deban tener un abdomen «cuadrado» marcado y esculpido. De hecho, rechaza centrar el debate en el peso: «No es lo importante. Lo fundamental es el tipo de vida que uno lleva; que pueda caminar y no cansarse, que coma correcta y razonablemente, o que esté fuerte. Pero a lo largo de la vida habrá individuos con más y menos peso», destaca, restando importancia al número de la báscula.
Para hablar, propiamente, de cuánto se considera exceso de grasa, los consultorios médicos siguen recurriendo a la índice de masa corporalaunque cada vez se suman otras valoraciones. Se considera sobrepeso cuando el IMC es igual o superior a 25; y la obesidad, cuando es igual o mayor a 30. Ahora bien, esta medida se refiere a la altura, pero no a la salud en su amplio espectro. ¿La razón? No presta atención a la distribución y calidad del tejido adiposo, dos claves recientes en medicina.
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Grasa, la cuenta corriente de tu cuerpo
Lejos de lo que algunos puedan pensar, la grasa es necesaria para el buen funcionamiento del organismo. Lo que normalmente se conoce como chichael pellizco que se puede coger, tiene una razón de ser, al igual que ocurre con músculos como el bíceps o huesos como el fémur. «Su función es, fundamentalmente, almacenar energía; También tiene una función metabólica, participa en el manejo de la glucosa, produce una serie de hormonas y sustancias, como adipoquinasque contribuyen a regular el metabolismo”, resume el especialista en endocrinología. A su vez, el tejido adiposo informa al cerebro de la cantidad de energía disponible y participa en el mantenimiento de la temperatura corporal.
Por todo ello, la doctora compara la reserva de grasa con la cuenta corriente del banco: «Nos permite sobrevivir si tenemos una situación grave, exigente o pasamos por un período de ayuno», indica. Un ejemplo de su importancia lo podemos ver en el cuerpo de la mujer. Si reduces demasiado tu porcentaje de grasa puedes perder la menstruación: «Al inicio de la menstruación en las niñas, y durante toda la vida en las mujeres adultas, la función reproductiva recibe señales del tejido adiposo. Si no hay reserva de energía para soportar el embarazo, ésta no sería la adecuada, por lo que la función se ralentiza», detalla el médico. Otro ejemplo es cómo la distribución del tejido adiposo varía según la etapa: en mujeres fértiles tiende a Se acumula en la zona de las nalgas y las piernas, y con la menopausia pasa al abdomen, «lo que aumenta el riesgo para la salud», añade.
Del blanco al marrón, los colores de la grasa
No todas las grasas presentes en el organismo son iguales. Existen dos tipos de clasificaciones, según su función y ubicación. En el primer sentido, el experto de la SEEN destaca la grasa blancaque es mayoritaria y se considera el principal reservorio de energía; y el marrón o marrón. Este último es responsable de la termogénesis y, ante estímulos externos, como el frío, disipa la energía: «Es más rico en mitocondrias —una especie de centro energético de la célula—. Las personas con menos grasa parda acumulan más energía”, explica. Hasta hace poco más de una década se pensaba que este tipo de tejido tenía poca importancia en el ser humano, salvo en el recién nacido. «Hoy sabemos que no es así y se están investigando sus funciones», detalla. Por ejemplo, esta clasificación se puede activar para generar calor y utilizar ácidos grasos y glucosa en este proceso.
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Actualmente también se habla de un tercer tipo de grasa a medio camino en la gama cromática, el beige, que se oscurece a partir del blanco. Su valor radica en que funciona como el marrón, realizando termogénesis, en la mayor parte del tejido adiposo.
Por otro lado, si nos fijamos en la localización, la grasa puede ser subcutáneo cualquiera visceral. «El primer tipo, y como su nombre indica, se localiza debajo de la piel», resume. Esto no es especialmente preocupante desde el punto de vista de la salud. El problema surge cuando se supera su límite de acumulación «y se localiza donde no debe, como ocurre en los órganos. Es una grasa que funciona mal, que se inflama más y daña el tejido en el que se introduce», comenta . Así, por ejemplo, si se infiltra en el hígado puede provocar daños hepáticos hasta el punto de evolucionar y provocar enfermedades graves.
Como no podía ser de otra manera, que llegue tarde o temprano a las vísceras depende de varios factores. «Hay variables genéticas, las personas que decimos son más expansibles, porque su tejido adiposo se puede expandir, tienen mucho peso pero acumulan grasa debajo de la piel. En cambio, otros, con muy poca cantidad, ya presentan infiltraciones”, afirma el médico, quien a su vez señala el tipo de alimentación, factores relacionados con un mal estado de la microbiota, una gestión inadecuada del estrés o el consumo de alcohol. como variables que lo favorecen.
La buena noticia es que la grasa, como reserva de energía, puede ser necesaria para obtener energía. “A medida que se produce la pérdida de grasa, primero disminuye el tamaño de las células, y luego la cantidad”, afirma Bretón. Dejando a un lado el tejido adiposo, el doctor Bretón recuerda que lo importante es mantener una buena composición corporal, que no sólo se centre en la masa grasa, sino también en la masa muscular. Tener este último en buen estado no sólo aumenta la quema de calorías y energía del organismo, sino que también es un buen indicador de salud metabólica y supervivencia.