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Estilo de vida

Reseña de ‘No Bears’: una película que se critica a sí misma

En comparación con el tenso drama que rodea a Zara y Bakhtiar, lo que le sucede al cineasta parece al principio un alivio cómico: una travesura de pez fuera del agua sobre un sofisticado de la gran ciudad atrapado en zarzas rústicas. Todo el mundo en el pueblo es generoso, ostentosamente educado. Ghanbar nunca deja de dirigirse a Panahi como «querido señor», y Panahi responde con enorme gratitud, pero el resentimiento mutuo hierve a fuego lento debajo de sus interacciones, y los rituales de cortesía y deferencia que rigen el trato de Panahi con los vecinos de Ghanbar están cargados de desconfianza, hostilidad e incluso el posibilidad de violencia.

No revelaré nada, excepto para decir que cuando llega la tragedia, dentro y detrás de escena de la historia de Zara y Bakhtiar, y en cada pliegue de la realidad construida de la película, se siente impactante y sombríamente inevitable. También parece ser, en parte e inadvertidamente pero también inequívocamente, culpa del cineasta.

En un momento, Panahi es convocado a la «sala de juramentos» del pueblo, donde se espera que testifique sobre su fotografía sospechosa. No es un procedimiento legal (un anciano comprensivo le dice que está permitido mentir), sino una de las muchas tradiciones locales establecidas para mantener las apariencias y controlar el comportamiento rebelde. Antes de hacer su declaración, Panahi pide que el Corán sea reemplazado por una cámara de video, que cree que dotará a sus palabras de una credibilidad intachable.

Pero, ¿y si esta muestra de fe —en la evidencia visual, en el registro documental, en el prestigio moral de la imagen en movimiento— es en sí misma una especie de superstición? Esa es la pregunta incómoda que enfrenta “No Bears”, una que desafía no solo sus propias suposiciones sino también la piedad de una audiencia ansiosa por aceptar la película como un gesto de resistencia y bendecirse a sí misma por reconocer el gesto. Panahi, cuyo coraje y honestidad están fuera de toda duda, ha realizado una película que cuestiona esas mismas cualidades, una película sobre sus propios límites éticos y contradicciones estéticas.

Tal vez el arte no pueda salvar a nadie, ni cambiar nada. Entonces, ¿por qué molestarse con eso? Estoy tentado a decir que «No Bears» responde esa pregunta simplemente existiendo, pero hacerlo sería subestimar el logro de Panahi.

El título hace referencia a un encuentro que tiene en el camino a la sala de juramentos, un encuentro con un extraño que parece sacado de un cuento popular. El hombre advierte que hay osos peligrosos que acechan en la oscuridad y luego descarta su propia advertencia. “Nuestro miedo empodera a otros”, dice. “¡Sin osos!”

Ese es un buen eslogan, y una creencia necesaria en un mundo que da mucho miedo, pero también, quizás, una ficción consoladora. Insistir en que no hay osos puede ser solo una forma educada de reconocer que los osos somos nosotros.

sin osos
No calificado. Duración: 1 hora 46 minutos. En los cines.

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Ray Richard

Head of technical department in some websites, I have been in the field of electronic journalism for 12 years and I am interested in travel, trips and discovering the world of technology.
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