El bloqueo a los bancos extranjeros ha obligado a las empresas rusas a reinventarse. El trueque, una práctica que se remonta al Neolítico y a crisis económicas pasadas, se ha convertido en una alternativa para las empresas rusas que intentan evadir las sanciones impuestas por Occidente por la invasión de Ucrania. El Kremlin, que ha fracasado en su intento de sustituir las importaciones por la marca “made in Russia”, ha elaborado incluso una guía para estas rudimentarias transacciones.
Una de las empresas agrícolas más grandes del país, Astarta Agrotrading, firmó dos importantes acuerdos de trueque con Pakistán en octubre. «Con una empresa cambiaremos garbanzos por arroz y con otra garbanzos por mandarinas», dijo el propietario del holding, Stanislav Neveinitsyn, a la agencia estatal de noticias Interfax.
Esta es la primera prueba importante de este tipo de transacciones. La calidad del cambio del peso y las futuras tasas aduaneras son algunas de las incertidumbres. El lote de garbanzos para arroz se fijó en 10.000 toneladas, pero el segundo acuerdo todavía tiene algunas cuestiones que resolver antes de que comiencen los intercambios en diciembre. “Aún no puedo decir nada sobre el volumen de las mandarinas porque las vamos a probar, en el sentido literal de la palabra”, afirmó el empresario.
Asimismo, varias empresas rusas y chinas probaron en agosto la posibilidad de recurrir al trueque, según la agencia Reuters, aunque hasta el momento no se ha formalizado ningún intercambio importante.
Fuentes empresariales rusas han confirmado a este periódico que a día de hoy persisten retrasos y bloqueos en los pagos con los bancos chinos. El presidente ruso, Vladimir Putin, abordó estos problemas con el líder chino durante su viaje a Pekín el pasado mes de mayo, pero las entidades del gigante asiático siguen cumpliendo las sanciones estadounidenses. Según estas mismas fuentes, la única opción que les queda a las empresas rusas es “saltar” de un banco regional chino a otro cuando empiecen a vetar sus transferencias al exterior.
Los acuerdos de Astarta Agrotrading han revitalizado una iniciativa del Kremlin que parecía disolverse en el aire: la Navegante del trueque en el comercio exterior. Él El Ministerio de Desarrollo Económico lanzó en primavera esta guía para orientar a las empresas en el cumplimiento de la normativa legal con este comercio alternativo. Además, incluye varios formatos de contrato y un procedimiento para determinar el valor de los bienes o servicios intercambiados”.
“Mejorará la competitividad de las empresas rusas en el ámbito internacional”, prometió entonces Veronika Nikishina, directora general del Centro de Exportación de Rusia. Poco después de la publicación de la guía, Putin eligió al jefe del Ministerio, Andrei Beloúsov, como nuevo Ministro de Defensa.
“El trueque es especialmente útil en tiempos de volatilidad o restricciones monetarias (…) fortalece la confianza mutua (…) y la oferta es más atractiva: las empresas pueden reducir sus costos para adquirir los bienes o servicios necesarios y les permite ofrecer más precios competitivos”, dice el folleto del gobierno ruso.
Pero el trueque también suscita dudas. Por un lado, podría facilitar la evasión de impuestos aduaneros al establecer el valor del producto con un criterio bastante discutible. Por otro lado, las empresas rusas siguen dependiendo de la entrada de divisas para poder importar maquinaria y materias primas. «Necesitamos dinero para nuestras exportaciones, no mandarinas», dijo el presidente de la Unión Rusa de Cereales, Arkady Zlochevski, a Los tiempos de Moscú.
Además de recomendar a los empresarios acordar previamente cómo empaquetar los productos y estudiar qué tasa de aduana pagarán para evitar sorpresas, la guía tiene un breve apartado en el que describe el cálculo de coeficientes a la hora de estimar el valor de los productos.
El trueque se centra especialmente en la alimentación, un sector que, en cualquier caso, Rusia ha logrado sustituir con más o menos éxito con su propia producción desde 2014, cuando Moscú impuso restricciones a las importaciones de productos agrícolas europeos como respuesta a sus sanciones por anexión. Ruso ilegal de Crimea.
Desde que Rusia desató su guerra contra Ucrania, el Kremlin ha improvisado una serie de medidas para superar el veto internacional. El trueque se suma, por ejemplo, a la legalización del contrabando, que Moscú llama con el eufemismo de “importaciones paralelas”. Esta iniciativa, aprobada en 2022, legalizó la compra de productos extranjeros sin el consentimiento de sus fabricantes.
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