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sale a la venta el último trabajo de Francisco Ibáñez

sale a la venta el último trabajo de Francisco Ibáñez

Dicen que tras su muerte, quienes visitaron uno de los últimos talleres de Picasso pudieron percibir al artista aunque no estuviera presente. Era como si aquellas paredes vacías o esos caballetes acabaran de ser tocados por la mano del artista, aunque hacía mucho tiempo que no estaba allí. Algo así sucede cuando uno tiene el privilegio de entrar en el estudio de Francisco Ibáñez, el padre de algunos de los mejores y más divertidos personajes del cómic español. En un piso del barrio barcelonés de La Verneda, desde 1965, Ibáñez dibujaba las aventuras de los agentes Mortadelo y Filemón, de los caldereros Pepe Gotera y Otilio, de los ciegos Rompetechos, de la familia Trapisonda, que es un grupito chulo, o de los vecinos del número 13 de la rue del Percebe. El último día de su vida, Picasso lo dedicó a intentar terminar un cuadro que dejó inacabado. Horas antes de su inesperada muerte, Ibáñez estaba lápiz en mano intentando terminar la última aventura de Mortadelo y Filemón. Esas páginas inacabadas se publican hoy en «París 2024» cuál ya es la misión final de los agentes de la TIA Bruguera, de acuerdo con los herederos del artista, ha decidido publicar esas páginas tal cual, sin retoques, sin entintar, con los dibujos en una página y en la otra el guión que Ibáñez escribió en su fiel máquina Olivetti eléctrica.

«Aquí dibujaba», afirma Nuria Ibáñez, hija del artista que ha abierto las puertas del estudio a este diario. El espacio aparentemente es pequeño, pero “no necesitaba más. Todo lo que quería era buena iluminación natural. Lo demás no le importaba porque era totalmente analógico. Le dimos una computadora y nos dijo para qué la quería. Luego le dedicó un disco titulado “¡La computadora, qué horror!” No quería saber nada de tecnología.

Sobre la mesa de trabajo de Ibáñez han quedado las hojas DINA 4, en las que se han dejado en blanco las viñetas que deberían haber formado parte del álbum con la misión de Mortadelo y Filemón en los inminentes Juegos Olímpicos de París. También hay algunos bocetos de personajes, como el que se reproduce en esta página y que permanece inédito. En ellos, como en el libro “París 2024”, se constata la fuerza del derrame cerebral de Ibáñez a sus 87 años. «Su ritmo de trabajo era frenético. Podría despertarse en mitad de la noche con una idea y ponerse a trabajar en su estudio. Muchas veces cuando nos levantábamos por la mañana ya llevaba mucho tiempo dibujando. Pero él mismo acortó sus vacaciones para seguir trabajando. «Esto tiene que estar listo para septiembre», nos dijo», afirma Nuria Ibáñez.

El dibujante vivió en esta casa desde 1965, lo que supone prácticamente toda la vida de Mortadelo y Filemón, si tenemos en cuenta que los dos personajes nacieron en 1958 en las páginas interiores de la mítica revista «Pulgarcito» de la Editorial Bruguera. Si paseas por el estudio crees vislumbrar algunos de los elementos que aparecen en los decorados urbanos de las historietas del maestro, como es el caso de un bar llamado El Porrillo, palabra casi extraída del vocabulario de Ibáñez. ¿Fue la calle la inspiración? Su hija responde, en este sentido, que “miraba los periódicos. Prestaba mucha atención a lo que aparecía en la prensa, pero estaba muy atento a lo que pasaba en casa o en la calle. Cada vez que caminaba podía ver algo que era una idea para un nuevo álbum. No necesitaba un cuaderno porque lo anotaba directamente en su cabeza. «Podía fijarse en alguien, mirarlo, capturarlo y luego modelarlo en tres dimensiones en su cabeza, sin tener que tomar notas».

Al pie del cañón, el artista Nunca pensó en jubilarse porque, como le dijo a su familia, “¿para qué? A mis 87 años ¿qué estoy haciendo? «La afición de mi padre coincidía con su trabajo. Para él, enfrentarse a una página en blanco fue una liberación. Los pajes fueron una terapia en momentos difíciles, por lo que el hecho de poder seguir dibujando le dio la vida. Mi madre, por otro lado, sí quería que redujera ese ritmo.

El libro que ahora se publica es Ibáñez en estado puro, con su envidiable talento para crear gags cómicos y llevar al límite a Mortadelo y Filemón. «Hemos sido muy escrupulosos para que las páginas aparezcan crudas, sin ninguna alteración. Es una obra inacabada, pero el lápiz está acabado”, aclara el heredero del artista. La edición sirve también para destruir algunas falsas leyendas sobre un hipotético equipo que ayudó a Ibáñez.

Desde que Francisco Ibáñez falleciera el 15 de julio del año pasado, se ha especulado mucho sobre el futuro de sus creaciones en tinta china. ¿Pasarán a manos de otro artista, como ha pasado con Astérix? «Mantendremos vivos a Mortadelo y Filemón con el material que existe. Hablamos de un volumen de más de 200 álbumes sólo de Mortadelo, a los que hay que sumar otras series como 13 Rue del Percebe. Queremos que el cómic se revalorice, que llegue a las escuelas y sea redescubierto. Hay mucho material para releer.», concluye Nuria Ibáñez, añadiendo que es «mejor» no sustituir el genio por otra mano. Como pasó con Picasso.

Una mirada al taller de un referente del cómic

►En el estudio de Francisco Ibáñez, muy alejado de los grandes y espectaculares artistas superhéroes americanos, todo sigue igual. Los lápices y los rotuladores negros de punta fina siguen en su sitio. Sólo hay un borrador «porque mi padre no borraba. Lo tenía todo muy claro. En los estantes hay ejemplares de su abundante producción, como los míticos Olé o Súper Humor, así como algunas figuras de sus creaciones. En la pared hay originales de sus amigos Gin, Raf o Segura que nos transportan a sus años en Bruguera.

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