Como cualquier otra directora novel, Sara Sálamo (Santa Cruz de Tenerife, 32 años) recorre todos los rincones del país en busca de financiación. Ahora hay un festival en Albacete, donde hará un paso de siete minutos ante profesionales del sector contando los detalles de su futura ópera prima. Pese al largo viaje en tren desde Sevilla, se muestra exultante: “Como actriz siempre estoy esperando un resultado y esta etapa me permite disfrutar del aquí y ahora”. Pero el presente más inmediato de Sálamo es al otro barrio (estreno 5 de diciembre), una comedia social coprotagonizada por Quim Gutiérrez en la que interpretan a dos ejecutivos con una vida privilegiada que se ven obligados a mudarse a un barrio del extrarradio.
Su personaje en al otro barrio Es una eminencia en marketing. ¿Es importante también que una actriz sepa venderse para tener éxito?
A mí me ha funcionado no quedarme nunca en casa esperando una llamada. Capacitándome constantemente, dando el cien por cien en trabajos que quizás no me encantaban… Dicen que ‘el dinero llama dinero’ y yo creo que ‘el trabajo llama trabajo’. Es importante mover energía.
Y al igual que los protagonistas de la película, ¿te preocupa que tus hijos mantengan los pies en la tierra a pesar de su realidad privilegiada?
Son muy pequeños, pero quiero apelar al sentido común y mostrarles que su realidad no es la que viven todos, ni sus compañeros o amigos. Que tengan cierta responsabilidad social y empatía, que no sean derrochadores. Ni tu padre ni yo venimos de familias adineradas, por lo que podemos apelar a los valores que nos enseñaron. Intentaré hacerlo lo mejor que pueda.
¿Alguna vez has sentido que el éxito te estaba cambiando demasiado?
Lo que más me ha cambiado es la maternidad. Una parte de mí murió un poco y conocí otra parte que no sabía que existía. Como todo en la vida, tiene cosas buenas y malas. Eres menos libre, menos espontáneo y divertido muchas veces, pero también eres menos ególatra, tu prioridad ya no eres tú. Desarrollas más empatía y aprendes a no juzgar tanto. Eres diferente.
Esta comedia muestra un cruce entre personas acomodadas y otras que sobreviven como pueden. ¿En cuál de estos dos grupos encajas mejor?
Soy absolutamente un privilegiado en todos los sentidos. Estoy en ese 10% de actores que tienen la suerte de trabajar, desde que empecé he hecho una o dos películas al año, así que no me puedo quejar de nada. Eso no significa que no me importe el otro lado.
Con varios cortos estrenados y su primer largometraje ya en el horno, ¿cómo se ha sentido al sentarse en la silla del director?
Felicidad. Como actriz siempre me he sentido como un conejo persiguiendo una zanahoria, en un constante estado de ansiedad queriendo demostrar que eres la mejor opción para ese papel o esa película. Es un desperdicio bárbaro. Trabajar desde este otro lugar me hace mucho bien y me gusta poder reflexionar sobre las preguntas que me hago y disfrutar del presente. No significa que no vaya a volver a actuar nunca más, pero sí quiero priorizar sólo los proyectos que realmente me atraen.
Si busco su nombre en Internet, aparece más veces en las noticias de los periódicos deportivos que en la prensa cinematográfica. ¿Cómo lo gestionas?
Al principio me dio mucha, mucha rabia. Me dijo: “Dios mío, llevo 11 años trabajando en una carrera para que todo se reduzca a esto”. Además no pasa al revés, a mi marido no le pasa. Pero no quiero centrar mi energía allí. Tengo tantas cosas que hacer que esto supone un desgaste innecesario.
Continúa defendiendo la causa feminista y denunciando las injusticias sociales en sus redes…
Ya no tanto. Hay cosas que no me callo, pero mucho menos que antes.
¿Porque? ¿Notas el ambiente más cálido o estás cansado de que te ataquen?
Hay temas, como los feminicidios, sobre los cuales no puedo quedarme callado porque parten de la normalización de ciertas conductas de la vida cotidiana que no deberían normalizarse. Tengo un orador y en esa parte siento que no es justo que me quede callado, pero también tengo una responsabilidad personal porque a veces se cruzan líneas muy graves y tengo que pensar en mi familia y mis hijos.
Ha denunciado en comisaría amenazas de muerte recibido por la actuación de su marido (el jugador del Real Betis, Isco). ¿Llegaron a alguna parte?
La mayoría no lo hace, pero hay uno que sigue su curso, así que veremos cómo acaba. Espero que haya justicia porque las amenazas no pueden salir ilesas. Parece que si te pasa en la calle puedes actuar, pero si te pasa por internet no es tan grave. Y el miedo se siente igual, especialmente cuando tienes hijos.
Él odiar ¿Lo que recibe en redes está vinculado a su juego en el campo? ¿Ha ido disminuyendo con el tiempo?
Eso sí, si tiene un buen rendimiento no hay tanto problema. Lo que espero es que, si me equivoco en mi primera película, Que la culpa no es mía y es de él (risas). Que lo amenacen si película va mal. Es broma, es broma…
¿Sientes que este posicionamiento político será un handicap a la hora de presentar tu trabajo a un determinado sector del público?
No me preocupa porque ese tipo de perfiles no suelen ir a ver muchas películas de autor porque siempre las critican. Las historias que tengo ahora no son muy comerciales, no creo que sean mi público objetivo.
Conocedora de ambos mundos, ¿diría que la industria del cine y la industria del fútbol de alto nivel son tan antagónicas como parecen?
Tienen similitudes. Son empresas de entretenimiento que tienen valores maravillosos y quieren que la gente disfrute, desconecte de su vida diaria, se emocione y tenga una vía de escape. Donde no son tan parecidos es a nivel industrial… estaría bien que también fuéramos parecidos a nivel económico.
¿Y quién es para usted el Isco del cine español?
Yo te diría que Quim Gutiérrez. Él es maravilloso en todo, pero en al otro barrio come el película y es divertidísimo. Hubo días en los que me resultaba difícil mantenerme serio mientras filmaba con él. Le daría el Balón de Oro.