(ANSA) ROMA – El acto de comer está controlado por un circuito cerebral extremadamente simple compuesto por tres tipos de neuronas que conectan la hormona del hambre con la mandíbula para estimular los movimientos de masticación.
Así lo demuestra un estudio realizado en ratones por investigadores de la Universidad Rockefeller de Nueva York.
Los resultados, publicados en la revista Nature, sugieren que el impulso de comer puede ser más parecido a un reflejo de lo que se suponía anteriormente, y proporcionan nuevas pistas sobre cómo se controla el inicio de la alimentación.
El estudio, dirigido por el genetista Jeffrey M. Friedman, se centró en un área específica del cerebro relacionada con la regulación de la glucosa y el apetito: esta es la parte ventromedial del hipotálamo, que se sabe desde hace mucho tiempo que se daña cuando se daña. Es una causa de obesidad.
En esta región hay neuronas específicas que expresan la proteína BDNF (factor neurotrófico cerebral): su inhibición lleva a los animales a consumir más alimento (hasta un 1200% más).
También desencadena movimientos de masticación de la mandíbula, incluso en ausencia de comida u otra información sensorial que indique que es hora de comer.
Por el contrario, estimular esta proteína ralentiza la ingesta de alimentos y bloquea los movimientos de masticación.
Al mapear las entradas y salidas de las neuronas BDNF, los investigadores descubrieron que son el centro de un circuito neuronal tripartito que vincula las señales hormonales que regulan el apetito con los movimientos necesarios para consumir alimentos.
En un extremo del circuito se encuentran algunas neuronas en la región del núcleo arqueado del hipotálamo, que captan señales de hambre como la hormona leptina producida por las células adiposas.
Estas neuronas envían mensajes a las neuronas BDNF en el hipotálamo ventromedial, que a su vez se comunican con las neuronas en un centro del tronco encefálico (llamado Me5) que controla el movimiento de los músculos de la mandíbula.
Que Me5 también parece estar relacionado con acciones compulsivas con la boca relacionadas con el estrés, como roer lápices o mechones de pelo.
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