El 4,9% de los jubilados españoles continúa trabajando nada más jubilarse, según una estadística de Eurostat difundida este lunes. Es una proporción muy baja, la tercera desde abajo de la 30 recogida por la organización estadística europea. El porcentaje español se aleja de la media de la Unión Europea (13%) y mira con prismáticos a los países con más jubilados en esa situación, como Estonia (55%). Esta variable –que mide la situación laboral de los jubilados en los seis meses posteriores a recibir su primera prestación– es relevante ante el estrés que sufre el sistema de pensiones, en un contexto de envejecimiento y bajas tasas de natalidad. El Gobierno, sobre todo desde la pasada legislatura, viene aprobando incentivos para retrasar la jubilación o compatibilizarla con el empleo. Este impulso legislativo está activando estas modalidades, pero aún no han conseguido acoplar a España con el escenario europeo.
El número de empleados recientemente jubilados, un 4,9%, sólo supera al de Grecia (4,2%) y Rumanía (1,7%). Croacia (5%) y Eslovenia (8%) también se encuentran en la banda baja. Los países europeos más poblados que España también tienen más jubilados activos: Italia registra un 9,4%, Francia un 9,8% y Alemania un 12,8%, en línea con la media de los Veintisiete (13%). Los cinco países con el mayor número de jubilados contratados son Estonia (54,9%), Letonia (44,2%), Lituania (43,7%), Islandia (42,3%, no miembro de la UE) y Suecia (41,7%).
El secretario de Políticas Públicas y Protección Social de CC OO, Carlos Bravo, cree que la normativa es clave para entender esas lagunas, en función de lo atractivo que resulte para el jubilado seguir trabajando. Pero se centra en una peculiaridad española: “Somos un país que expulsa del mercado laboral a los empleados mayores más que el resto, los que tienen más de 55 años. Es un elemento esencial para entender esta estadística”. Según datos de Eurostat, el 25,8% de quienes acceden a la jubilación en España no habían trabajado en los seis meses anteriores, una proporción superior a la media comunitaria (22,4%).
Ignacio Conde-Ruiz, investigador de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), cree que la normativa española difícilmente fomenta la compatibilidad entre empleo y pensión: “Tanto la legislación laboral como la de pensiones están diseñadas para impedir la compatibilidad. Originalmente se pensó así por un argumento falaz, que cada hora que un jubilado no trabaja sería trabajada por un joven que se incorpora al mercado”. Sin embargo, cree que el Gobierno está cambiando esa perspectiva: “Hay cambios para mejor, pero creo que aún queda mucho camino por recorrer. Es necesario facilitar la compatibilización del trabajo a tiempo parcial con el cobro de la pensión. La gente no quiere seguir trabajando ocho horas al día si recibe su pensión, pero lo hace unas pocas horas.»
“Existe un desincentivo para hacer coincidir jubilación y empleo. En otros países europeos la compatibilidad es mucho más sencilla y sale rentable”, defiende José Antonio Herce, experto en pensiones y socio fundador de LoRiS. También cree que hay una brecha cultural, que en España la compatibilidad apenas se considera una opción, y que el tejido productivo no ayuda: “Predominan los servicios, es normal que un camarero no siga trabajando con 70 años. Pero no todos somos encofradores y mineros; debería facilitarse la tarea a las profesiones en las que se puede hacer”. Asimismo, cree que con la normativa actual tampoco hay incentivos para las empresas, ya que el hipotético despido de empleados muy veteranos va acompañado de indemnizaciones cada vez mayores.
Cambios a la vista
El Gobierno está a la espera de dar un paso final para completar su reforma de las pensiones (acordada con sindicatos y patronal), con cambios en las jubilaciones parciales y activas que, prevé el Ejecutivo, se traducirán en una mayor compatibilidad de prestaciones y empleo. Se espera que el Ejecutivo apruebe la reforma mediante real decreto y que lo haga en uno de los pocos Consejos de Ministros que quedan antes de final de año, ya que existen normas –como las que afectan a la industria manufacturera– que, si no, quedará colgado el 1 de enero. Después, la norma debería ser validada en el Congreso, con el voto favorable del PP más cercano al de los socios nacionalistas de izquierda.
Fuentes de la Seguridad Social creen que estos datos, en los que España está tan retrasada en la compatibilidad de empleo y pensiones, «demuestran la actualidad del último acuerdo de pensiones». Defienden que los cambios en la jubilación parcial y activa favorecerán «una salida del trabajo más gradual hacia la jubilación, en línea con los países de nuestro entorno, más adaptada a las condiciones y situaciones de cada persona trabajadora».
En jubilación activa, el acuerdo elimina el requisito de tener una carrera de cotización completa, “lo que facilita el acceso y tiene especial impacto desde la perspectiva de género; Este tipo de jubilación será compatible con incentivos de retraso y su compatibilidad se fijará en función del tiempo de retraso (de modo que cada año de retraso en la jubilación activa aumentará el porcentaje a aplicar al cobro de la pensión)”, defiende el departamento de Elma Saiz. En jubilación parcial, añade el ministerio, “se ha acordado ampliar de dos a tres años la posibilidad de pago anticipado, con límites a la reducción de jornada; Además, se mejoran las condiciones del socorrista: su contratación tendrá que ser indefinida y a tiempo completo en un puesto no amortizable”.
“Cabe destacar que en este último acuerdo se han mejorado los incentivos para retrasar la jubilación, que ya fueron modificados tras la reforma de 2021, y están siendo bien recibidos. Se han duplicado en los últimos años. Si antes de la reforma eran menos del 5% del total, menos de 14.000 matriculaciones al año, ahora rozan el 10% y en lo que va de 2024 son más de 28.800. La reducción de las jubilaciones anticipadas y el crecimiento de las jubilaciones retrasadas han elevado la edad efectiva de jubilación hasta los 65,2 años”, concluye el ministerio.
Sólo el 19% trabaja por necesidad en España
Otro dato clave que analiza Eurostat es el motivo por el que estos recién jubilados siguen empleados. Con estos datos, el sistema español parece proteger mejor que otros países: sólo el 19,6% de los jubilados que continúa trabajando dice que lo hace porque no llega a final de mes, casi diez puntos por debajo de la media europea (28,6% ). Se trata de un récord muy inferior al de Chipre (68,6%), Rumanía (54,3%) o Bulgaria (53,6%). “Los sistemas de pensiones de Europa del Este son más débiles. Es normal que a mucha gente no le quede más remedio que seguir trabajando”, explica Carlos Bravo, secretario de Políticas Públicas y Protección Social de CC OO. Esta proporción de jubilados que trabajan por necesidad también es superior a la de Francia (37,7%), Alemania (36,2%) e Italia (29,7%).
Los estudios internacionales reconocen el sistema español como uno de los más generosos del mundo. Según los últimos datos de la OCDE, la pensión media española representa el 80,4% del salario medio, muy por debajo del 50% de la media del club de los países desarrollados. “Muchas personas ganan exactamente lo mismo mientras trabajan que cuando se jubilan, especialmente las personas empleadas en sectores de menor valor añadido”, reflexiona Conde-Ruiz. Esta impresión conecta con otro dato: España es el segundo país en el que menos jubilados ocupados encuentran atractivo económicamente seguir trabajando, un 3,4%, un tercio de la media comunitaria (9,1%).
Asimismo, España es el país en el que menos jubilados que trabajan dicen seguir haciéndolo porque disfrutan de su trabajo o son productivos. Representan sólo el 17,9%, en línea con Chipre (19,1%), Eslovaquia (20,4%), Francia (20,6%) y Bulgaria (22,4%). En otros países la situación es radicalmente distinta: muchos jubilados que trabajan dicen que lo hacen porque les gusta. Es el caso de Noruega (62,7%), Dinamarca (61%) o Países Bajos (59,6%), economías mucho más avanzadas que España, en las que predominan sectores de alto valor añadido.