Luis Zahera (Santiago de Compostela, 1966) ya era muy popular en Galicia cuando los espectadores de ‘Celda 211’ y ‘El Reino’ empezaban a preguntarse quién sería ese ladrón de voz cavernosa y cara inquietante. En ‘Pájaros’, de Pau Durà, romperá los moldes que esperan personajes dudosos como los de ‘As bestas’ y la serie ‘Entrevías’. Zahera ganó el premio de interpretación en el Festival de Málaga por interpretar a un hombre frágil y herido, tartamudo incluido, que convence a otro perdedor interpretado por Javier Gutiérrez para cruzar Europa con la excusa de avistar unos pájaros.
–¿Cómo interpretas un personaje intrigante que vamos descubriendo poco a poco?
–Cuando trabajas con un director como Pau Durà, que además es actor, tienes mucho que ganar. Hablamos mucho de Mario y todo fue muy natural. Le estoy muy agradecido por darme un perdedor tan tierno y frágil, a quien he interpretado con amor y honestidad. Mario es un hombre derrotado, cobarde, que cree que va a solucionar algo que ya no tiene solución. Quiere rebobinar su vida llevado por la nostalgia, quemar el último cartucho. ¿Cómo lo he interpretado? Bueno, como todos los personajes, salir al niño que llevas dentro y jugar.
–¿Tú también eres de los que piensan que en la vida hay que saldar cuentas pendientes?
–Puedo pensarlo, pero es muy difícil de hacer. A veces, como le pasa a Mario, más que ajustar cuentas lo que queremos es pedir perdón. He tenido que disculparme a veces, pero otras veces he pensado: bueno, algún día lo haré… sabiendo que no lo voy a hacer. Me gusta una frase que me dijo una vez Candela Peña: nadie cambia, pero puede mejorar. Espero mejorar un poco y atreverme. La cobardía, el ego y el rencor son tan poderosos que te impiden hacerlo.
–¿Cómo preparaste la tartamudez de tu personaje?
–Había un niño en mi barrio, cuyo nombre no voy a decir, que por momentos tenía esa mínima tartamudez. Me acordé de ese chico. Tampoco lo que hago en la película parece un gran ejercicio de prestidigitación.
–¿’Birds’ supone para ti salir de tu zona de confort?
–Te agradezco esta pregunta. En España tenemos el problema de que nos encasillan mucho. En Francia, Reino Unido y Estados Unidos no ocurre, los actores interpretan a los buenos y a los malos. Generalmente interpreto un personaje violento, duro y sombrío. Con ‘Pájaros’ hay una mejora, estaré eternamente agradecido a Pau por sacarme de esa zona de confort, de ese encasillamiento. Por supuesto, el problema no es estar encasillado, sino no funcionar. Doy gracias a Dios, como decía mi madre, porque puedo vivir de esto. Aunque esté encasillado.
–Ha ganado dos Goya, la Biznaga de Plata en Málaga… ¿Tiene la sensación de vivir su momento, de recibir algo por lo que ha trabajado durante muchos años?
-Honestamente, si. Cuando comencé era como el alpinista que quiere llegar a la cima. Algunos sueñan con una montaña alta y otros, con una más baja. Tengo la sensación de que he llegado a mi punto máximo. Y es muy bonito. En mis inicios, cuando rodaba cortometrajes hace 25 años, nadie me entrevistaba. Como me sentía loco, hice las entrevistas yo mismo. Ahora os hablo de esta profesión que me encanta. Los premios son muy buenos, pero lo mejor es la sensación de haber llegado al lugar que imaginabas.
Javier Gutiérrez y Luis Zahera en ‘Pájaros’.
–¿Qué tipo de actor querías ser?
–Mira, las películas que más me gustan son las de amor. Hace tiempo que no la veo, pero ‘Bounded’ es una de mis favoritas, supongo que hoy en día me parece bastante sexista. ‘Orgullo y Prejuicio’… Todas esas películas me fascinan. Soñé con convertirme en protagonista y resultó que mi amor era por la cocaína y el crimen. Ahora supongo que soy un poco mayor para ser un rompecorazones. Quería experimentar algunos enamoramientos maravillosos, pero mi cara y mi voz no me llevaron allí.
–Si da miedo en la pantalla, ¿eso significa que también da miedo en la vida real?
–Hombre, supongo que todos tenemos nuestro pequeño demonio dentro. Pero espero dar miedo sólo en la pantalla. Eso se lo debería preguntar a la gente que me rodea.
La lección de Lola Herrera
–¿Su acento gallego fue un problema en algún momento de su carrera?
-Evidentemente. Por suerte las cosas han evolucionado y ahora se permiten los acentos. Tengo poco oído, soy un poco teniente, como decían en mi época. Tengo dificultades para crear un acento neutro, puro, no consigo deshacerme del gallego. La gente me está perdonando y se lo agradezco. Pero debería abordar este tema en algún momento, confieso que soy un desastre.
Javier Gutiérrez y Luis Zahera en ‘Pájaros’.
–Se considera un adicto al trabajo. ¿Qué es lo peor que ha hecho estando arrastrado por esa adicción?
–Una vez estuve 72 días trabajando sin parar, sin un solo día de descanso. Pero, mira, en esta profesión hay que coger las rachas. El entretenimiento es algo efímero y hay que aprovechar los momentos. Una vez tuve una hernia de disco y me encontré yendo al médico con Lola Herrera. Ella le contó mi tragedia y me miró sonriendo. Yo con mi infinita queja gallega, el centro del universo… Después de dejarme hablar, me contó que, cuando era joven, hacía doble función en el teatro sin un día de descanso, grababa una serie de televisión por las mañanas. y cuando ella regresó a su casa cuidé a dos bebés. Ese día aprendí una lección.
–Si todo esto te pilla con 25 años…
–Honestamente, habría perdido la cabeza. Soy una persona bastante infantil e ingenua, como me dicen mis cuatro hermanas mayores. Y tienen razón.
Pau Durà dirige Luis Zahera y Javier Gutiérrez,
Un viaje tragicómico de dos perdedores en busca de redención
Es difícil hacer una mala película con dos bestias interpretativas como Javier Gutiérrez y Luis Zahera. ‘Pájaros’, el tercer largometraje de Pau Durà, en cartelera desde el 5 de abril, no lo está, pero no consigue todo el provecho que merecen sus intérpretes ya sea por un guión que no termina de dibujar a los personajes o por tejer una ‘road movie’ que Viaja desde España a Rumanía atravesando Europa a bordo de un viejo Range Rover.
Gutiérrez lo tiene mejor para defender a su perdedor, un ladrón que trafica con marihuana y no ha sabido ser padre ni marido. Trabaja el turno de noche en un garaje y allí conoce al personaje de Luis Zahera, un enigma que vamos descubriendo poco a poco. Quizás demasiado poco a poco.
Al principio parece un ornitólogo loco que convence a otro perdedor que necesita dinero para que le lleve a la Costa Brava a ver unas grullas. Al llegar al destino, resulta que las aves han cambiado su ruta migratoria y ahora tenemos que conducir hasta el delta del Danubio, en Rumanía. El misterioso amante de las aves trabajó en un bufete de abogados del que salió mal. Su tartamudez refuerza una fragilidad que intuimos provocada por un acontecimiento traumático.
Es fácil adivinar que nacerá una amistad entre dos hombres con caracteres opuestos tras protagonizar aventuras camino al Mar Negro, como robar espárragos de una fábrica o emborracharse en Turín de la mano de una mujer (Teresa Saponangelo , ganador del David de Donatello por ‘Fue la mano de Dios’, de Paolo Sorrentino).
«Me interesa resaltar la ligereza y el humor cuando se habla de temas serios, como la familia, el desamor, la culpa, el miedo y el respeto por el paso del tiempo y la muerte», enumera Pau Durà, que firma un viaje tragicómico en el que el La pareja protagonista huye para encontrarse a sí mismos. Dos perdedores a la deriva en busca de redención para hablar de uno de los grandes temas de nuestros días, la masculinidad en crisis, de la mano de dos actores extraordinarios.