«Trabajo duro para pagar una plaza»

Rocío Tirante llevaba 37 años viviendo en Málaga cuando acudió en junio a la manifestación que mezcló las críticas a la situación inmobiliaria y la invasión turística, que en los últimos años han ido de la mano. Unas semanas más tarde, descubrió que esa ola también se la estaba arrastrando a ella por efecto de una onda expansiva: “Echaron a mis caseros, que estaban alquilando una casa, y tuve que irme para que ellos volvieran a casa”. tuyo.» Los testimonios del exilio de su ciudad, de la imposibilidad de encontrar un piso digno para hacerlo, se han producido este sábado en Málaga, Cádiz y Sevilla, donde más de 70.000 personas (según los organizadores) han salido a las calles para denunciar lo que lo que está sucediendo

“Trabajo duro para ganarme la vida”, se ha coreado en Málaga, mientras en Sevilla se ha dicho que “la codicia rompe el barrio”. La crítica de que la apuesta económica por el turismo ha complicado al límite el mercado inmobiliario ha estado muy presente en protestas muy heterogéneas, apoyadas por decenas de colectivos que ponen más o menos énfasis en el factor turístico pero con un hilo conductor: los precios de los alquileres. están expulsando a los residentes de sus vecindarios. Y ahora de comprar una vivienda, ni siquiera hablamos de eso.

Málaga para Vivir calcula que ha congregado a más de 30.000 personas (10.000 según la Subdelegación del Gobierno) y que la manifestación ha tenido incluso más éxito que la de junio. Sevilla para Vivir ha elevado la cifra a 35.000, mientras que Cádiz Resiste señala que ha habido 4.000 asistentes, a los que habría que sumar los que salieron en los municipios de La Línea de la Concepción y Tarifa. El análisis es el mismo y bastante sencillo: la situación es insostenible.


Como ejemplo, el de Amalia Vahí, de la asociación de vecinos de Triana Norte, que dijo que cuatro familias que llevaban décadas viviendo allí han abandonado una manzana del barrio en poco tiempo porque se les ha duplicado el alquiler. O la historia de Alejandro en Málaga, que vive en una casa con 15 personas y que paga 350 euros por la habitación, “y es la más barata que puedes encontrar porque la casera es una persona consciente, de hecho aquí también se está manifestando. »

Exilio del barrio

En la capital hispalense más de 60 organizaciones han respondido a la convocatoria Sevilla a Vivir haciéndose cargo cada una de una cuestión u otra, lo que se ha traducido en una proliferación de manifiestos de protesta. Entidades sociales, entornos, sindicatos y partidos de izquierda han estado presentes en un acto en el que una de las portavoces de la plataforma convocante, Nerea de Tena (de Hazando Barrio Macarena) ha denunciado que «los vecinos tienen que salir de sus propios barrios». » Por ello, ha reclamado que se aplique la ley estatal «para declarar zonas tensionadas y fijar un límite a los precios de alquiler».


Porque el efecto es expansivo, como ejemplifica el caso de Rocío Tirante: tuvo que irse para que sus caseros pudieran volver a casa. ¿Y por qué tuvieron que irse? “Bueno, en teoría porque el hijo de su casero no encontraba casa donde vivir”, un efecto dominó del que ni siquiera tener una nómina te libra. “Mi salario es decente pero claro, de seguir en Málaga probablemente tendría 400 euros para vivir al mes”.

Demanda de soluciones

Rocío nació y ha vivido toda su vida en la capital de la Costa del Sol, pero ahora vive en Torre del Mar y porque puede teletrabajar. Eso sí, a costa de dejar atrás su entorno y complicarse la vida personal, “soy socio del Málaga y del Unicaja y tengo que planificar y hacer maniobras cada vez que vengo aquí”.

En Sevilla la manifestación ha sido muy heterogénea, con mucha presencia joven con un discurso de izquierdas que ni siquiera ha salvado al Ejecutivo central al grito de «Gobierno progresista, cómplice de los rentistas». Se acabó la tregua, lo queremos todoreza la pancarta del Movimiento por la Vivienda de Sevilla, que agrupa a entidades como Barrios Hartos, Apdha o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). En general, se ha hecho un llamamiento a todas las administraciones para que aporten soluciones realistas y eficaces

“Ser arrendador no es una profesión”, “SOS, vecinos en extinción”, “Nuestro alquiler, tu paga” o “Casas para vivir” han sido algunos de los lemas que se han lanzado, mezclando el problema de la vivienda con de los pisos turísticos. Y Málaga (12.345), Sevilla (9.745) y Cádiz (2.310) suman más de 24.000 viviendas que están destinadas al turismo, lo que en la práctica sería un municipio de tamaño considerable.

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