Un mundo en “guerra contra las mujeres”: la proporción de muertes en conflictos armados se duplica en un año | Internacional

Hekma Hamed Guma Khater recuerda exactamente a qué hora murió su madre, Khadija Mustafa Osman Said, a la edad de 59 años. El reloj marcaba las 6:29 pm del 18 de mayo de 2023, cuando la casa en la que vivía en Nyala, Darfur del Sur, fue acribillada. con balas en los combates entre las Fuerzas Armadas Sudanesas y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo. Rápido. En ese incidente también murieron sus dos hermanos y un vecino. Hekma, que fue la única superviviente, sufrió graves heridas en los ojos y los brazos. “Fueron asesinados de forma cruel. “Mi madre y mi hermano mayor murieron instantáneamente”, recuerda en un testimonio recogido por Amnistía Internacional.

La muerte de Khadija el año pasado alimenta una trágica estadística. El 40% de los civiles muertos en conflictos armados en 2023 eran mujeres, el doble que en 2022; Se triplicó el porcentaje de niños y niñas que perdieron la vida (30%). El 30% restante eran hombres adultos, según el informe anual del secretario general de la ONU, António Guterres, sobre la protección de civiles en contextos de guerra. Este documento también destaca un aumento exponencial de las víctimas civiles, ya que al menos 33.443 no combatientes murieron en 2023, un 72% más que en 2022, según el informe. El aumento se explica por el estallido de nuevos conflictos armados, y especialmente uno: la guerra en Gaza. Siete de cada diez muertes registradas por la ONU ocurrieron en la Palestina ocupada y en Israel.

El aumento de la proporción de mujeres fallecidas se produjo “en todas las guerras”, afirma Pablo Castillo, experto de ONU Mujeres, entidad que ha participado en la elaboración de otro informe de Guterres sobre mujeres, paz y seguridad publicado a mediados de octubre y que recupera las nefastas cifras sobre la mortalidad femenina en contextos bélicos. “La razón es la creciente falta de respeto al derecho internacional y al derecho humanitario en un contexto de guerra –caliente y fría– entre superpotencias y un clima geopolítico general que pone en duda el multilateralismo”, explica. “Por otro lado, revela una tendencia a atacar todo lo que pueda identificarse como feminismo”. La denuncia representa un cambio en la narrativa de la organización, que normalmente se centra en historias de progreso en lugar de presentar a las mujeres como víctimas. “La situación es tan fea que hemos tenido que volver a la denuncia”.

“El mundo está atrapado en una aterradora espiral de conflicto, inestabilidad y violencia. En 2023 se registraron más de 170 conflictos armados; Aproximadamente 612 millones de mujeres y niñas vivían en un radio de 50 kilómetros de los combates, un 150% más que hace apenas una década”, destaca el nuevo documento.

Otro dato “alarmante” que revela el estudio es el aumento del 50% en los casos de agresiones sexuales en contextos de guerra. Y el número de niñas que sufren violaciones graves en estos países aumentó en un 35%. Así lo destaca Cristina Sánchez, profesora de Derecho de la Universidad Autónoma, experta en la interrelación entre guerra y género. “No son acciones casuales. La violencia sexual es un arma de guerra específica y eficaz. No sólo sirve para desplazar a la población de un lugar, sino que también opera como moneda; Las mujeres son vendidas a grupos terroristas como mecanismo de financiación”, señala.

La ONU habla de “una guerra contra las mujeres”, quienes se ven afectadas de múltiples maneras, además de su muerte y violación. Por ejemplo, el acceso a la atención médica es cada vez más restringido. Cada día, 500 mujeres y niñas en países afectados por conflictos mueren por complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto. “A finales de 2023, en Gaza, ya devastada, 180 mujeres daban a luz cada día, la mayoría sin necesidades básicas ni atención médica”, denuncia la ONU.

“Una paciente embarazada en una zona rural tuvo que esperar dos días para recaudar el dinero necesario para recibir atención”, dice Maria Fix, jefa del equipo de Médicos Sin Fronteras en Darfur del Sur, Sudán. “Cuando finalmente llegó a un centro de salud, no tenían medicamentos, así que regresó a su casa. Después de tres días, su estado empeoró, pero nuevamente tuvo que esperar cinco horas para ser trasladada. Ya estaba en coma cuando vino a nosotros. Murió de una infección prevenible”.

Las monografías como la de la ONG médica, que recoge testimonios de estos dramas, son numerosas y, sin embargo, son desatendidas por la comunidad internacional. Es una crítica que se hace explícita en el documento del Secretario General: “Ni siquiera existe una conciencia pública básica de estas injusticias”. Los autores también critican la falta de cobertura mediática: la información sobre las guerras se multiplicó por seis entre 2013 y 2023, pero sólo el 5% de ellas se centró en las experiencias de las mujeres, y sólo el 0,04% de los artículos mencionaron la contribución de las mujeres como líderes.

“En la República Democrática del Congo se viene denunciando desde hace décadas el uso de la violencia sexual como arma de guerra. Y no pasa nada. Eso también envía un mensaje de impunidad”, afirma Sánchez. En ese país, sostiene la ONU, se denunciaron más de 123.000 casos de violencia de género en 2023, un aumento del 300% en tres años. Un aumento que no estuvo acompañado de más condenas. Se considera un hito que, en mayo de ese año, un tribunal congoleño condenara por primera vez en el mundo a una líder de una milicia por el delito de embarazo forzado.

‘apartheid’ de género

La falta de atención se traduce también en una menor financiación para organizaciones centradas en la igualdad y programas específicos para reducir el impacto de la guerra en la población femenina, continúa el documento.

Asimismo, quedan relegadas de las negociaciones de paz, “a pesar de que se sabe que, cuando hay más participación femenina, los acuerdos son más robustos y duraderos”, apunta Castillo, de ONU Mujeres. “En la diplomacia de 2023 no hubo éxito y todos los procesos prácticamente excluyeron a las mujeres”, añade. Representaban sólo el 9,6% de los negociadores, el 13,7% de los mediadores y el 26,6% de los firmantes de los acuerdos de paz y alto el fuego. La proporción de mujeres firmantes cae al 1,5% si se excluyen los acuerdos colombianos.

Lejos de avanzar en esta dirección, los ataques contra activistas por los derechos de las mujeres se han intensificado. “Los movimientos antigénero y antifeministas están bien organizados y cuentan con recursos financieros considerables”, advierte la ONU. En varios países, como Irak, Libia o Yemen, las autoridades locales o nacionales han llegado incluso a prohibir el término género y han restringido o perseguido actividades que luchan por la igualdad. “Esta represión va acompañada de crecientes ataques contra defensores de los derechos humanos, así como contra periodistas y mujeres artistas en entornos afectados por conflictos”.

En Afganistán, “la opresión de las mujeres es grave”, enfatizan los editores del informe. Allí, los mayores de 12 años no tienen derecho a la educación desde hace tres años, entre otras múltiples restricciones que han llevado a la ONU a reconocer la situación como segregación racial género. En encuestas realizadas por ONU Mujeres, la Organización Internacional para las Migraciones y la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán, el 82% de los encuestados calificó su salud mental como mala o muy mala, y el 8% dijo que conocía al menos a una mujer o niña que había tenido intento de suicidio desde agosto de 2021.

«Las mujeres siguen pagando el precio de las guerras de los hombres», afirmó la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Sima Bahous, en una declaración tras la publicación de los datos. “Si no nos levantamos y exigimos un cambio, las consecuencias se seguirán sintiendo durante décadas y la paz seguirá siendo inalcanzable”, concluye.